La prosa más lírica de Juan Vellido
Con “Nana. La flor del madroño", su último libro, Juan Vellido escala la cima de una lírica que nunca antes había transitado, y eleva la escritura a su más íntimo yo, a su más honda expresión poética. El verso y la prosa de “Nana” se erigen en este bello libro en instrumentos de una personalísima voz con la que Vellido construye una singular fábula poética. Se concibe así en estas páginas un madroño, “el madroño del camino de Caño Gordo”, que cobra aliento y vida en todo el libro, a partir de la memoria de su mujer, María Jesús, “Nana”, en una brillante alegoría de su niñez. Aquella niña, luego adolescente, que se abrazaba al árbol de la vereda de Cuatro Caminos, en su Madrid natal: “Adoraba el árbol del madroño. Veneraba sus flores en ramilletes, campanillas blancas y sonrosadas, y apreciaba sus frutos de otoño que, como perlas redondas, transfiguran su blanco nieve en amarillos y luego en intensos anaranjados”. Y aquella niña, ya mujer, madre en Granada, “enamorada de la naturaleza, de los gatos, de los perros y de los pájaros”, es fin y destino de la ofrenda poética de este libro en el que Juan Vellido hace gala de su verbo más introspectivo, de su adjetivo más atributivo, de su locución más prosódica, para alcanzar una lírica de belleza hiriente y sobrecogedora.
El verso y la prosa de “Nana” se erigen en este bello libro en instrumentos de una personalísima voz con la que Vellido construye una singular fábula poética
La fábula del madroño, fielmente representada en la portada del libro, toma vida propia en las páginas de este volumen, como si se tratara de un árbol animado: “Aquel madroño del valle, Hidalgo, lo llamaste, hablaba contigo en susurros, como si te conociera de otros mundos y compartiera contigo secretos de la tierra profunda que alimentaba sus raíces. Hidalgo, el madroño más viejo y más grande de aquellos rodales siempre estaba cabizbajo, como si te aguardara abatido entre los caquis, avellanos y zarzamoras que lo rodeaban. Aquel madroño del valle, Nana, resucitaba de su letargo cuando tú aparecías por el camino de Beas, andando feliz, absorta en medio de aquel estallido de naturaleza exuberante, con tu mochila a la espalda y tu pelo recogido, vincha de tela de flores y rodete casi desarmado. Tu luz lo encandilaba”.
Y luego, la fábula no cesa, en ese hallazgo de aves y felinos quiméricos que hablan en susurros con “Nana”: “Ya eres águila de cola blanca, amor mío, / ya baten tus alas los dominios del viento, / ya alumbras los cielos infinitos”.
O la complicidad alegórica con “Sylvia”, la curruca capirotada que un día llegó a la terraza donde “Nana” echaba alpiste a los pájaros, con referencias sutiles a una suerte y un destino casi sagrados: “Llegó un día en que ella y tú, Nana, hablasteis, hablasteis como si fuerais viejas amigas. No me sorprendió, porque en ti era habitual. Tú siempre hablaste muy quedo a las plantas y a los animales que te hacían compañía. Y yo sé que te respondían. El día que tú te fuiste, Nana, Sylvia se marchó contigo. Nunca más la vimos. Nuestra curruca capirotada, tu Sylvia, jamás ha vuelto a nuestro cuenco de alpiste”.
En este libro, de cuidada edición a color, a cargo de la Editorial Entorno Gráfico, confluyen armoniosamente la hermosa y estilizada portada, obra del diseñador José María Medina, y la elegante prosa, a veces llana a veces versificada, de Juan Vellido con una retahíla de colaboraciones
Con prólogo de Antonio Chicharro, catedrático del Departamento de Lingüística General y Teoría de la Literatura de la UGR, “Nana. La flor del madroño" se constituye en un libro de carácter personalísimo, en el que Juan Vellido se aleja de su materia cinematográfica y de su tono y estilo más habituales (“Cuarto Creciente”. Editorial Comares, 2000; “Calle cortada”. Editorial Tleo, 2000; o “Mieles de lino”. Entorno Gráfico Ediciones, 2019), para alzar una voz poética inédita en su carrera literaria, si bien el rasgo intensamente lírico de algunos pasajes de “Mieles de lino” se nos muestra muy cercano a la fuerza expresiva que estalla en “Nana”: “Te dejo, amor en prenda, / mi corazón y mis entrañas, / y mi alma y mi conciencia. / Te dejo, amor en prenda / la caja de música de nácar / y el pañuelo rojo de seda. / Te dejo, amor en prenda, / el amor de mi vida, toda mi / vida, mi vida entera”.
En este libro, de cuidada edición a color, a cargo de la Editorial Entorno Gráfico, confluyen armoniosamente la hermosa y estilizada portada, obra del diseñador José María Medina, y la elegante prosa, a veces llana a veces versificada, de Juan Vellido con una retahíla de colaboraciones de más de cincuenta amigos, artistas, poetas, fotógrafos y cineastas, entre los que figuran destacadas aportaciones de Juan Echanove, Antonio Carvajal, Arcadio Ortega, Francisco Acuyo, Arabesco, Jesús Conde, Dolores Montijano, Juan Manuel Brazam, Fidel Fernández, Javier Salmerón, Alejandro Víctor García, o Dámaso Dávila.