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En Torrenueva

Rockstalgia Fest: Cuando fuimos los mejores

Cultura - JTG - Domingo, 6 de Agosto de 2023
Una crónica muy especial del concierto de 'Rockstalgia', que reúne en un mismo escenario los repertorios de La Unión, La Frontera, La Guardia o Seguridad Social.
Rafa Sánchez, voz de La Unión.
JTG
Rafa Sánchez, voz de La Unión.

Más de 2.000 personas asistieron en Torrenueva al primer concierto del paquete (muy feamente) llamado ‘Rockstalgia’; el  siguiente será en Salobreña con algún cambio en el cartel (Danza Invisible en lugar de Seguridad Social) el 17 de agosto en el Tropical Summer Music. Decía no hace mucho en una mesa redonda Antonio Arias que las jóvenes generaciones en la música habían, sobre todo, prescindido de las guitarras eléctricas. Así que ese instrumento, que llegó a ser totémico, parece que ha quedado anclado en todas las promociones boomers y anteriores, los que andan más o menos camino de la sesentena; sector, por otro lado muy codiciado, porque tiene mayor capacidad económica que los más y precarios jóvenes. Por eso dirigirse a esa población, recordando sus años de zagales, es siempre muy agradecido económicamente, sobre todo en los puntos de avituallamiento.

Casos distintos son los de 091, Loquillo o Los Ilegales, refractarios a estas historias retroalimenatadas, como sucedió también con Siniestro Total y siempre con las imposibles reuniones de Radio Futura o Gabinete Caligari, que no cedieron a los circuitos del recuerdo bien gratificado en un país propenso al olvido y la desmemoria.   

Proyectos como estos conciertos, con canciones que acompañaron los años de plenitud física (¡y hormonal!) de una generación, su banda sonora emocional, por acudir al ya tópico, son siempre un éxito de convocatoria

Proyectos como estos conciertos, con canciones que acompañaron los años de plenitud física (¡y hormonal!) de una generación, su banda sonora emocional, por acudir al ya tópico, son siempre un éxito de convocatoria. Y no es nada nuevo, que ya camada anteriores organizaron las giras ‘Mágicos 60’, donde apuraban sus canciones nombres como Miky, Jeanette, Lorenzo Santamaría o Tony Ronald entre otros, figuras que en los sesenta y setenta del siglo pasado hicieron lo propio con sus coetáneos, y  además, fueron la única oportunidad de ser conocidos en persona pos los melómanos respetuosamente interesados en una cultura longitudinal y no parcelada comercial o mediáticamente. Juntar en un mismo escenario los repertorios de La Unión (en Rafa Sánchez), La Frontera, La Guardia o Seguridad Social es todo un acierto de marketing, y más en formato exprés de 45 minutos por banda, que no admite más que items de éxitos conocidos y coreables por el respetable, casi como en un rápido karaoke de cuerpo presente. Compresión muy entendible porque, a los sesenta, aguantar cuatro horas de pié ya cuesta ya. Ni que decir tiene que el público se lo pasó en grande, que era de lo que se trataba, sin mayores pretensiones de trascendencia sino de diversión. Otra cosa es el nivel de compromiso que pudiera haber en los artistas, desde el grupo funcionarial de mero trámite al más implicado o el que se rinde directamente a la diversión pidiendo a cada rato ‘palmitas’. 

Ninguno de los implicados mantienen a estas alturas la formación original y son los vocalistas los que sustentan y defienden los repertorios, rodeados de gente más joven o todo lo contrario (en La Frontera al menos sí estaba también el bajista fundacional Tony Marmota). Así Rafa Sánchez, que anda en pleitos por el nombre con un antiguo socio suyo, intenta sacar adelante el suyo propio, aunque lo que tocó en Torrenueva fueron mayormente los ‘hits’ de La Unión, eso sí, con sus buenas dotes de comunicador y esa voz persuasiva de locutor de anuncio de desodorantes masculinos que levanta pasiones entre las maduritas (doy fe de la cantidad de piropos que le regalaron). 

Ninguno de los implicados mantienen a estas alturas la formación original y son los vocalistas los que sustentan y defienden los repertorios, rodeados de gente más joven o todo lo contrario (en La Frontera al menos sí estaba también el bajista fundacional Tony Marmota)

Tras él, Javier Andreu Tony Marmota cumplieron con su apostura de pistoleros del rock-punk de ‘saloon’ postizo en Tabernas; Andreu luciendo el palmito de su White Falcon, y teniendo en el granadino Harry Palmer (de Border Caballero) un revolver rápido y certero a la hora del soleo de secano. La Guardia de Manuel España incidió en sus aires de Americana dulce que le son propios, si bien se percibe que se han rockerizado un par de puntos más, sobre todo con la llegada de Carlos Muñoz, que es puro feeling de la vieja escuela Berry entre las cuerdas, incluida versión de Tequila. Finalizando la noche, soltaron a esa fuerza de la naturaleza, casi taurina, que es José Manuel Casañ, rodeado de una banda de aspecto (y sonido) hard, para su altisonante mezcla de rumba, de aquí y zaireña, ska y reggae, con una armadura que ni Ritchie Blackmore en sus mejores  tiempos (guiños incluidos a Deep Purple); su jamaicana adaptación del ‘Un beso y una flor’, de Nino Bravo, fue un momento álgido y participado, y el final en alto (con coda por Louis Armstrong) de un festival disfrutón  para maduritos interesantes. Que, como recordó Rafa Sánchez, que se sepa que los nuevos cincuenta son los antiguos treinta. Y que duren.