Lombarda y Mayalde: una noche fascinante en el Parapanda Folk
Con el lema ‘Al pan, pan, y al vino, vino’, la noche del sábado fue muy especial dentro del programa del Parapanda Folk de Íllora, ofreciendo dos formas muy diferentes de tratar la tradición, la de los granadinos Lombarda y los salmantinos Mayalde.
Cuarenta y dos años llevan Lombarda en los escenarios. Casa fundada en 1981, cuando eran unos adolescentes, el trabajo que han realizado en este tiempo es mayúsculo, rescatando el cancionero oral granadino sobre todo. En la actualidad, a partir de los socios fundadores que quedan, los hermanos Moreno, Sixto y Javier, Lombarda es una Big Band folk intergeneracional de ocho miembros, con una refinadísima forma de tratamiento musical y una didáctica puesta en escena.
Cantos de aguilando y de aguinaldo, de enamorados, romances, pasodobles, canciones infantiles auroros, mazurcas… Recogidos en lugares como Melegís, Capileira, Lobras, Torvizcón, La Zubia, como también llegados desde Francia o Italia y aclimatados a nuestras tierras, son parte del material y las referencias que manejan, y que tocaron, mayormente con cuerda, viento y percusión, instrumentación orgánica, fresca y viva sin añadidos tecnológicos: en su colección de instrumentos populares hay ¡600 piezas!
Tienen ya un importante núcleo de entusiastas seguidores que casi llenaron el auditorio Enrique Morente de Íllora. Y es que con complicidad y mucha luminosidad en sus arreglos (a destacar la línea frontal de clarinete, flauta, acordeón y violín), el ‘sonido Lombarda’, como ellos lo llaman es una garantía de un concierto muy agradable.
En la recta final regresaron a las melodías medievalistas y atlánticas de sus inicios, y, como "llevamos cuarenta y dos años tocando todas las noches", según dijeron, terminaron con su adaptación de ‘Alla fiera dell'est’, original del genial Angelo Branduardi (e inspirada en una canción hebrea), y que ellos tradujeron al castellano en una versión que celebró el propio cantautor italiano en una de sus visitas a Granada.
Mayalde, un espectáculo hipnotizante
La primera actuación de Mayalde por estas tierras, sin duda fue un acontecimiento. Sirva como ejemplo de la fascinación que produjeron que nadie, a pesar de la avanzada hora de la madrugada, nadie se levantó de su asiento para irse, y todos de pie unánimemente despidieron a este peculiar grupo con una ovación inmensa, porque si hubieran querido podrían haber seguido otra hora más. Mayalde es una ‘orquestina familiar’ formada por Eusebio Martín Cifuentes y su esposa Pilar, acompañados por sus hijos Laura y Arturo.
Más que un concierto, su presentación es un hipnotizante espectáculo que tiene mucho de representación teatral, en el que guión y la improvisación van juntos, enredándose según momento y el lugar.
Dirigidos por Eusebio, una suerte de juglar y narrador, su discurso pudiera ser tan divertido y humorístico o como poderoso, vitalista, sensato y clarividente en sus observaciones socio-filosóficas. Un Seneca norteño que guía la ‘obra’ en la que la música, a partir de objetos muy cotidianos: cucharas, máquinas de coser, regaderas, azadones o barreños-bajo, recupera el palpito de la tierra: son "cosas que nos cantaron nuestros mayores para que vosotros se las cantéis a vuestros nietos", explicó. Es nuestra obligación. Sí, porque, "la mejor forma de conquistar un país es dejarlo sin historias que contar".
Al pan, pan, como era el lema de la noche; y al vino, vino, "porque el alma come todos los días", recordó Eusebio, defendiendo el papel imprescindible de los músicos en la cultura de una país. Si duda un espectáculo cargado de intención, familiar y ecológica, "no dejéis de cuidar cuidad vuestro huerto", recomendó, tanto en el sentido literal como el humano.
Todo un descubrimiento que, esperemos, no tarde otros cuarenta años (los que llevan) en regresar por aquí, porque Mayalde es alegría para el cuerpo y alimento para el espíritu.
Eliseo Parra para cerrar el festival
El Parapanda Folk cierra este domingo a las 22.00 horas en el Anfiteatro Enrique Morente con la actuación de Eliseo Parra y su banda. Inició su carrera musical en los años 60 como batería y cantante en grupos de rock. En 1971 compagina los estudios de solfeo y armonía en el Conservatorio Municipal de Barcelona con su actividad en el grupo Mi Generación, que edita ese año un L.P. con canciones propias.
A partir de 1976, participa activamente en el movimiento musical jazzístico barcelonés, que gira en torno a la sala Zeleste, tocando con los grupos Blay Tritono y la Rondalla de la costa. En 1979 colabora con María del Mar Bonet en el disco de temas tradicionales mallorquines Saba de Terrer y se integra en el grupo valenciano Al Tall. A finales de los 70 e inicios de los 80 toca con orquestas de salsa, como la Sardineta y La Platería, así como con cantantes como Ovidi Montllor, Gato Pérez, Marina Rossell y Jaume Sisa.
En 1983 se establece en Madrid y comienza a investigar la música tradicional castellana. Funda el grupo Mosaico y graba con él dos discos. El primero de ellos es un homenaje al repertorio del folclorista castellano Agapito Marazuela, y el segundo un disco de composiciones propias de inspiración tradicional.
A partir de 1990, inicia una carrera discográfica en solitario, centrada en la revisión del repertorio tradicional del folclore español desde parámetros musicales contemporáneos, con influencias de las músicas tradicionales de otros países, de la música caribeña, del jazz y del rock. Tiene especial repercusión su disco Tribus Hispanas, con el que obtiene el primer premio en el concurso Villa de Madrid. En él, Parra ofrece composiciones propias inspiradas en las coplas y danzas de la zona central de la península Ibérica. Tras la senda abierta por este disco renovador, siguen otros como Viva quien sabe querer, Premio Radio Ecca al mejor disco del año 2002.
Además de como intérprete, Eliseo Parra ha realizado trabajo etnológico de campo en colaboración con José Manuel Fraile Gil. Fruto de esta colaboración son los libros Romancero tradicional de la provincia de Madrid, Cuentos de la tradición oral madrileña, La poesía infantil en la tradición madrileña y El mayo y sus fiestas en tierras madrileñas. Ha recorrido medio mundo actuando con su magnífica y fiel banda y ha colaborado con gran parte de los grupos de “recreación tradicional” de la Península.
Cabe destacar también su Suite Romance, que estrenó el Ballet Nacional y la Orquesta Sinfónica de Madrid y su trabajo como músico y actor para la Compañía Nacional de Teatro Clásico en la obra de Lope de Vega Peribáñez y el Comendador de Ocaña.
Por último resaltar su labor docente desde hace seis años como profesor de percusión y canto tradicional.