Cortesía e hipocresía
Es natural, además de lógico y necesario, que las diferentes fuerzas políticas apliquen a sus relaciones, siempre dialécticas, el concepto de "cortesía", pues lo cortés no quita lo valiente, y además, nuestra actual sociedad reclama, que sin dejar de señalar las diferencias existentes, en las relaciones políticas exista lo que coloquialmente se denomina "fair play" o "buenrollismo", como se prefiera. Es algo además, que interesa no se alardee demasiado, ni se publicite de más. Aquí se puede aplicar lo de los buenos árbitros de fútbol, que los mejores son quienes pasan más desapercibidos.
Cortesía, por tanto, puede ser una interpretación de la norma flexible, de manera que una fuerza política obtenga ciertos beneficios, aún no alcanzando (o no haciéndolo plenamente) los requisitos legales. Cortesía puede ser la cesión (coyuntural) de uno o varios miembros de una fuerza política a otra, para que esta alcance determinados umbrales de representación política que le faciliten su tarea pública. Cortesía es, en definitiva, no atrincherarse en la literalidad legal si eso acarrea unas consecuencias políticas no deseadas, sino buscar esas consecuencias deseadas a través, justamente, de no atrincherarse. Ponerse en el lugar del otro, por si alguna vez yo ocupo ese lugar, o dicho coloquialmente, "hoy por ti, mañana por mi y todos amigos".
La cortesía, pues, es radical enemiga de la coyuntura política. Se aplica al margen de ésta. Se es cortés, sea quien sea la fuerza política beneficiada, y por supuesto, sea cual sea su ideario político o su estrategia. Eso queda al margen de la cortesía. Porque, en caso contrario, estamos hablando de hipocresía, y ella es incompatible con todo lo que aquí estamos hablando.
Hipocresía es aplicar la cortesía cuando me interesa o me conviene. Cuando puedo obtener beneficio de ello o causar algún perjuicio al contrario. Hipocresía es poner el grito en el cielo cuando otro aplica la cortesía, echarse las manos a la cabeza y anunciar cataclismos cuando el "cortés" es otro. Hipocresía, y de la grave, es movilizar a tu ejército social y mediático, en contra de esa aplicación de la cortesía. Hipocresía, de la que habría que estudiar su inclusión en el código penal, es rechazar la cortesía del otro, pero aplicarla yo. En las mismas circunstancias y bajo las mismas condiciones.
No es la primera vez, ni será la última, que lo escribo en estas reflexiones. Vivimos tiempos complejos, que demandan actitudes responsables. Confundir cortesía e hipocresía no lo es en absoluto. Por cierto, quedarse muy lejos de lograr el asalto a los cielos, y pese a ello, negarse a desalojar al PP del poder, ¿cortesía o hipocresía?.