'El encanto eterno de Yo La Tengo'
Con casi cuarenta años de historia a sus espaldas, a estas alturas Yo La Tengo más que un grupo son una institución. El indie rock sería prácticamente irreconocible sin tener en cuenta las aportaciones del trío de Hoboken, Nueva Jersey. En obras maestras como el monumental I Can Hear the Heart Beating as One (1997) o el íntimo y crepuscular And Then Nothing Turned Itself Inside Out (2000), Ira Kaplan, Georgia Hubley y James McNew crearon un sonido inconfundible y a la vez proteico: son capaces del mayor ruidismo pero también de la nana más apacible. Lo que tienen en común todas sus grandes canciones es una calidez extraordinaria, una engañosa simplicidad instrumental y unas letras de lirismo frugal y melancólico entonadas como susurros. Dure tres minutos o dure diecisiete, una canción de Yo La Tengo te lleva siempre a sentirte un poco más en paz con el mundo, incluso cuando te muestra sus mezquindades.
Supongo que esa es la principal ironía que encierra el título de su ¡decimoséptimo álbum!, This Stupid World: a pesar de las duras temáticas que aborda, lo último que uno siente al escucharlo es la desesperación que transmiten esas palabras
Supongo que esa es la principal ironía que encierra el título de su ¡decimoséptimo álbum!, This Stupid World: a pesar de las duras temáticas que aborda, lo último que uno siente al escucharlo es la desesperación que transmiten esas palabras. Después de un curioso disco pandémico compuesto por improvisaciones grabadas en vivo (We Have Amnesia Sometimes, de 2020), este álbum se siente como un retorno a esa era clásica antes referenciada, y el resultado es encomiable. Después de todos estos años, Yo La Tengo siguen teniendo una habilidad impresionante para construir buenas canciones con esas atmósferas tan peculiares y únicas, en las que usan poquísimos elementos y los dejan respirar y mutar en largos desarrollos. No hay más que oír esa magnífica introducción que es “Sinatra Drive Breakdown”. A partir de una base mínima, una caja, una pandereta, una línea de bajo cíclica y rotunda, la guitarra de Kaplan dedica siete minutos a jugar, a ir y venir, alternando silencios con momentos de distorsión asfixiante. La estupenda melodía vocal la rematan con esa impresionante frase del estribillo: “until we all break”.
La elegancia y la paciencia de este corte representan lo mejor de This Stupid World. El gran mérito de una banda tan veterana es que sigan encontrando maneras de hacer que su música sea habitable, que den ganas de quedarse a vivir en los mundos que crean
La elegancia y la paciencia de este corte representan lo mejor de This Stupid World. El gran mérito de una banda tan veterana es que sigan encontrando maneras de hacer que su música sea habitable, que den ganas de quedarse a vivir en los mundos que crean. A lo largo del tracklist encontramos múltiples recovecos en los que con cada escucha apetece más detenerse, ya sea en baladas como la preciosa “Aselestine”, en pequeñas joyitas como la sincopada “Until It Happens” o en tormentas eléctricas como la que desatan en la vibrante “Brain Capers”. Grandiosas melodías como la de “Fallout” compensan pequeños problemas, como la mala mezcla de ese bajo tan distorsionado. Incluso canciones en las que claramente falta un poco de desarrollo tienen otros encantos. “Tonight's Episode” encuentra un excelente y sutil groove con el cual quizás no hace lo suficiente, pero su aire fanfarrón es puro rock and roll de bajos decibelios. Algo similar pero en el extremo opuesto en cuanto a volumen ocurre en “This Stupid World”, donde el atronador feedback de las guitarras y la única y constante nota de órgano resultan hipnóticas un rato, pero se echa de menos un poco más de progresión.
Lo que desde luego está al altísimo nivel de siempre es el aspecto lírico. Se podría decir que la mayoría de canciones contemplan el paso del tiempo con una actitud que cabría calificar de estoica
Lo que desde luego está al altísimo nivel de siempre es el aspecto lírico. Se podría decir que la mayoría de canciones contemplan el paso del tiempo con una actitud que cabría calificar de estoica: es el caso de “Sinatra Drive Breakdown”, “Aselestine” (“One day walking/walking upon leaves/and then snow”, reza el cuasi haiku de su estribillo) o “Until It Happens”. Esta última trata sobre nada menos que la muerte (“Prepare to die/prepare yourself while there's still time/it's simple to do/and then it happens to you”), usando su instrumental divertido y juguetón como contrapunto a la morbosidad de la temática. Otras cuentan historias de un gran realismo psicológico, con ese análisis preciso de las relaciones interpersonales y de la propia psique marca de la casa: es el caso de “Apology Letter”, donde se exploran las dificultades para la comunicación o los defectos del narrador (“what a jerk!”, llega a espetar Kaplan refiriéndose a sí mismo). También hay momentos en que se entrevé cierta desolación, como la última canción, “Miles Away”; emoción que se ve compensada por el tono protector de la voz de Hubley. Una pena que la percusión electrónica de esta canción le reste mucho encanto, porque de lo contrario sería un cierre ideal.
Hay suficientes huellas de sus grandes virtudes para hacer de este disco una notable entrada en la dilatada discografía del grupo
En otras palabras: en el contexto de la carrera de Yo La Tengo, quizás This Stupid World no contenga tantas canciones de altísimo nivel como sus clásicos, ni se produzca en él la alquimia sonora perfecta de otros tiempos de forma consistente, pero hay suficientes huellas de sus grandes virtudes para hacer de este disco una notable entrada en la dilatada discografía del grupo. Ya digo que los álbumes de Yo La Tengo son como casas en las que de vez en cuando apetece volver a pasar un tiempo, y This Stupid World es de esas casas algo pequeñas, algo incómodas, pero con una terracita fantástica desde la que ver la vida pasar y una cocina perfecta para cocinar en compañía. Pasen, pasen, que Kaplan, Hubley y McNew les tienen preparada una cena estupenda.