'Ponga un 'coach' en su vida'
Hace un par de semanas que empezamos el nuevo año y con él se renuevan los propósitos a cumplir en los próximos meses. Antes, nos conformábamos con hacernos decenas de promesas y para febrero nos dábamos cuenta de que habíamos incumplido la mayoría de ellas con la cabeza gacha, lo asumíamos y nos rendíamos. Ahora somos más modernos y no nos conformamos con eso, sino que acudimos a un coach, la nueva profesión emergente que nos salva de toda realidad no deseada.
Ayer veía en Facebook a un colega periodista cuya trayectoria conozco de cerca y que añadía a su perfil la palabra «coach», no sé muy bien si porque le da caché o porque realmente actúa como tal, aunque no salía de mi asombro porque en la vida he conocido a alguien tan poco preparado para ese fin, tan centrado en sí mismo y tan poco empático con los compañeros.
Y es que hoy en día aquellos a los que no les gusta su trabajo buscan un coach para que les confirme que deben dejarlo y dedicarse a la pintura; quienes están regular con su pareja, creen que él le dará la claridad necesaria para empezar una nueva vida, igual de problemática seguramente pero nueva al fin y al cabo
Es la profesión de moda, la que otorga más estatus social y te confiere más atractivo. Y es que hoy en día aquellos a los que no les gusta su trabajo buscan un coach para que les confirme que deben dejarlo y dedicarse a la pintura; quienes están regular con su pareja, creen que él le dará la claridad necesaria para empezar una nueva vida, igual de problemática seguramente pero nueva al fin y al cabo; los que demandan un puesto de trabajo saben que él le dará pautas para encontrar lo que buscan o lo que creen que buscan; además, el coach te puede ayudar a dejar de fumar, a adelgazar, a estar más sano, a ser más empático, más simpático, a ligar más… En fin, este tipo de profesional ha sustituido al sicólogo, al terapeuta, al fisioterapeuta, al profesor de aeróbic, al dietista, al amigo confidente que te infundía coraje e incluso a tu propio jefe. Y es que un coach es un entrenador emocional que te asiste para gestionar tus sentimientos, enfocarlos, y dirigirlos al lugar adecuado.
El principal problema es saber dónde se forman estos supuestos profesionales, porque hay quienes ostentan Másteres del universo que uno no sabe nunca si son igual de reales que los de algunos políticos de este país y otros cuentan con un curso avanzado de 20 horas con el que ya se consideran más que preparados para impartir sus holgados conocimientos de cómo hacerte rico en unas semanas.
Lo más curioso era que yo también había realizado esos cursos y aunque reconocía su utilidad no me sentía capaz de aconsejar a los demás, así que no comprendía cómo tantos compañeros se atrevían a ello; especialmente, algunos que dudaba de que hubieran asimilado la mitad de los mensajes transmitidos en las clases
Hace unos años formé parte de uno de los primeros grupos que asistieron al curso impartido por un reconocido coach norteamericano que por cuatro días te cobraba 450 euros y que ha seguido viniendo a Granada varias veces al año. Tras este curso se programó otro, de 600 euros, y uno más de 850. Al final de todo, el mensaje era claro: sé responsable de tu vida y no víctima y no culpes a los demás de tus problemas. No me arrepiento de haber realizado los dos primeros y tampoco de no haber continuado con el tercero, me fue de utilidad para mi vida, aunque más bien gracias al trabajo que a partir de entonces desarrollé que por los dos propios cursos en sí, pero lo que más me llamó la atención fue asistir a cómo, a partir de ese momento, muchos de los alumnos que compartieron aula conmigo se erigieron en los siguientes meses en adalides de los incautos hacia la felicidad a través de los más diversos cursos, la mayoría con una vertiente espiritual. De pronto, todos dejaban sus trabajos fijos para ser coaches, todos se consideraban capacitados para mejorar la vida de los demás, pese a que las suyas estuvieran llenas de carencias… Lo más curioso era que yo también había realizado esos cursos y aunque reconocía su utilidad no me sentía capaz de aconsejar a los demás, así que no comprendía cómo tantos compañeros se atrevían a ello; especialmente, algunos que dudaba de que hubieran asimilado la mitad de los mensajes transmitidos en las clases.
La proliferación tan exacerbada de individuos que aseguran vivir una vida plena ocultando sus vergüenzas más oscuras o sus problemas y que se jactan de tener las claves para alcanzar el Nirvana me pone los pelos de punta
Soy consciente de que hay especialistas de este tipo cuya valía personal es incuestionable y que hasta los grandes magnates atesoran su propio coach personal, pero la proliferación tan exacerbada de individuos que aseguran vivir una vida plena ocultando sus vergüenzas más oscuras o sus problemas y que se jactan de tener las claves para alcanzar el Nirvana me pone los pelos de punta.
He conocido a coaches que maltrataban a sus mujeres, a otros que humillaban a sus clientes al tiempo que se esmeraban en despojarles de su dinero a cambio de promesas vanas y a algunos más que me sonreían de soslayo elevando su cabeza sobre mí, como si se alegraran de albergar secretos que yo jamás llegaría a conocer o en el mejor de los casos como si fuera su pequeño saltamontes. ¿Y saben dónde he encontrado más respuestas? En mi interior.
La única gestión posible de las emociones es vivirlas con la intensidad con la que aparezcan, sufrirlas, llorarlas, reírlas, amarlas u odiarlas y después, permitir que se vayan
¿Gestionar las emociones? ¿Qué significa eso? ¿Acostumbrarnos a mirar hacia otro lado cuando aparecen para evitar fijarnos en ellas y así creer que no existen? ¿Y qué pasa cuando no podemos hacerlo? ¿Cuándo el dolor nos embarga el alma? La única gestión posible de las emociones es vivirlas con la intensidad con la que aparezcan, sufrirlas, llorarlas, reírlas, amarlas u odiarlas y después, permitir que se vayan. Y eso, por muchas pautas que recibamos de los cincuenta coaches más importantes del mundo mundial, solo podemos hacerlo nosotros mismos tomando la decisión, mirando frente a frente a la emoción y dejando que sea cómo quiera ser.
Cada uno es libre de elegir gastar su dinero como mejor le parezca, pero es una lástima ver a algunas personas deambular de curso en curso con el fin de estar bien sin poder evitar que cada uno de ellos le deje con menos dinero y más culpa. Tal vez empieza a ser el momento de regular este tipo de nuevas profesiones a las que cualquiera se puede apuntar porque de lo contrario los verdaderos especialistas se verán afectados por el descrédito general que algunos de sus supuestos colegas están provocando.