'Algo más que calor en Navidad'

Blog - Cuestión de Clase - Manuel Morales - Martes, 4 de Enero de 2022
Imagen de finales de octubre del embalse de los Bermejales.
IndeGranada
Imagen de finales de octubre del embalse de los Bermejales.

Comenzamos el año y uno de los temas de conversación recurrentes es lo cálida que ha sido la Navidad. Cierto. Y lluviosa, también cierto. Pero tampoco es tan extraordinario y la del año pasado fue fría y tampoco es para tanto y tal y cual con el alarmismo del cambio climático. Bien, les voy a dar un dato, como diría Yolanda Díaz:

El cambio climático no el algo que va a ocurrir, porque ya ha ocurrido. Lo que queda por delante es su profundización y el agravamiento de las consecuencias

Este año no sólo hemos sufrido el máximo de temperatura histórico en Granada, sino que 2021 ha registrado la media de las temperaturas máximas mensuales más alta del registro, que comienza en 1940. Y cada vez con menos agua. Cerramos 2021 con una media de 16.1ºC y una precipitación acumulada de tan sólo 276 litros. Un clima más propio del Norte de África que del Sur de España.

Tablas elaboradas por el autor.

Pero es que, además, no se trata de algo puntual. Si comparamos esta última década, de 2011 a 2021, con la década de hace 40 años, de 1971 a 1981, por ejemplo, veremos que la temperatura media a lo largo de 10 años ha subido un grado y medio en Granada, mientras que la precipitación anual ha bajado ya un 10%. El cambio climático no el algo que va a ocurrir, porque ya ha ocurrido. Lo que queda por delante es su profundización y el agravamiento de las consecuencias. En los próximos veinte o treinta años, la energía será escasa, la temperatura subirá como mínimo otro grado y la cantidad de agua disponible seguirá descendiendo. Las consecuencias pueden ser catastróficas, no ya para la calidad de vida de cada uno, sino para la salud pública, el medio natural, la disponibilidad de energía o sectores económicos enteros como el turismo o la agricultura, incapaces de adaptarse a unas condiciones climáticas extremas que les restarán competitividad.

Granada necesita un plan de resiliencia frente al cambio climático, tanto provincial como municipal. Empezar ahora a implementar las inversiones y los cambios políticos y culturales que nos permitan afrontar de la forma menos dolorosa posible un cambio que ya ha empezado y al que ningún responsable público quiere mirar

Granada necesita un plan de resiliencia frente al cambio climático, tanto provincial como municipal. Empezar ahora a implementar las inversiones y los cambios políticos y culturales que nos permitan afrontar de la forma menos dolorosa posible un cambio que ya ha empezado y al que ningún responsable público quiere mirar. A modo de aperitivo, apunto algunos elementos que habrá que plantearse, por dolorosos que resulten: sustituir el coche privado por transporte público, aumentar sombreado y zonas verdes urbanas, reconversión del sector agrario a cultivos sostenibles y analizar la viabilidad de según qué regadíos, rehabilitación climática urgente de las viviendas, penalización de los despilfarros de agua y energía, repoblación forestal urgente con especies apropiadas, fiscalidad ecológica y contabilidad ambiental generalizada de la actividad productiva, impulsar cambios en la dieta, introducir huertos urbanos y cubiertas vegetales de edificios o generalizar el ahorro y reciclado de agua, entre otras.

Esa planificación estratégica no existe y vamos tarde. Si la hubiésemos redactado hace años, ahora se podría estar planteando la inversión de los fondos europeos con carácter coordinado y criterios de eficacia coherentes

Esa planificación estratégica no existe y vamos tarde. Si la hubiésemos redactado hace años, ahora se podría estar planteando la inversión de los fondos europeos con carácter coordinado y criterios de eficacia coherentes. En lugar de eso, se realizarán una serie de gastos e inversiones más o menos ocurrentes y bienintencionadas que no sabemos qué capacidad tendrán de adaptar nuestra provincia a ese futuro que se nos avecina. Lo que necesitamos es un documento consensuado que planifique la viabilidad de nuestra tierra a medio y largo plazo y no pensando ni en las próximas elecciones ni en la cuenta de resultados del próximo ejercicio. Por eso, junto a políticos y empresarios, tendría que tener un papel decisivo en su elaboración la ciudadanía consciente y, sobre todo, la comunidad científica. Tarde y todo como es, alcalde, presidente de la diputación y rectora harían bien en lanzar el proceso participativo y que, en un año, Granada tuviera un plan para afrontar el mayor desastre natural que sufrirá nuestra provincia desde que se tiene memoria. Y los demás, a colaborar con un proyecto en el que nos jugamos el futuro de nuestras hijas y nuestra tierra.

 

 

 

 

 

 

 

 

Imagen de Manuel Morales
Hijo de padres andaluces, crecí en Madrid y vivo en Granada desde los 19 años. Casado y padre dos hijas.
Me licencié en Física por la Universidad de Granada y realicé un master universitario en energias renovables. Trabajo como funcionario de la Agencia Estatal de Meteorología. Realicé en el Instituto para la Paz y los Conflictos, los cursos de preparación para un doctorado que nunca terminé, al interponerse la política en el camino.