'El que no llora, no mama'

Blog - El ojo distraído - Jesús Toral - Viernes, 12 de Noviembre de 2021
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Esta semana hemos contemplado como se reunían 1.300 empresarios en Madrid en el V Acto Empresarial por el Corredor Mediterráneo para expresar su incertidumbre ante el hecho de que ninguno de los tramos de esta futura línea ferroviaria está plenamente en servicio y hay muchos de ellos en los cuales las obras ni siquiera se han iniciado. 

Se trata de una reivindicación que está fuera de toda duda porque el arco mediterráneo de nuestro país acumula el 50% de la población, el 63% del tráfico portuario y el 45% del PIB; además, es claramente discriminatorio que ciudades como Girona, Barcelona, Murcia, Almería, Granada, Málaga o Algeciras no estén comunicadas entre sí

Se trata de una reivindicación que está fuera de toda duda porque el arco mediterráneo de nuestro país acumula el 50% de la población, el 63% del tráfico portuario y el 45% del PIB; además, es claramente discriminatorio que ciudades como Girona, Barcelona, Murcia, Almería, Granada, Málaga o Algeciras no estén comunicadas entre sí. 

El Gobierno, a través de la ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez, confirmó ante todos estos empresarios que al menos en su tramo desde Almería hasta la frontera francesa funcionará en 2025 o, como muy tarde, a partir del año 2026. Ni una sola mención a Granada, lo cual hace temer que la provincia volverá a quedarse descolgada de esta importante  infraestructura.

Es curioso que siempre sea nuestro territorio el marginado, al que se le postergan sus obras. No es el único del país, sucede con otros: todos aquellos que son indolentes, que encajan bien los golpes, los que evitan dar un paso al frente para obtener lo que creen que merecen, los que están más preocupados de qué comerán mañana que de si les construirán o no una línea ferroviaria. Claro que lo que no comprenden estos ciudadanos es que precisamente esa línea podría traer más trabajo, más dinero y más oportunidades para no tener que ocuparse cada día del alimento del siguiente.

Da lástima que seamos tan cortos de miras y que no salgamos a la calle cada vez que nos escatiman una parte de lo que creemos que debería ser nuestro. Yo tenía un compañero de trabajo que obtenía de la empresa el doble que los demás y cuando le preguntábamos cómo lo hacía, su respuesta era contundente: «Me paso la vida peleándome con los jefes para darles argumentos que me ayuden a conseguir lo que me merezco y, tal vez, para no oírme, me lo acaban dando. El que no llora no mama».

Es curioso que siempre sea nuestro territorio el marginado, al que se le postergan sus obras

Y pensándolo bien, siempre ocurre de la misma manera. Aquel que más se queja a quién corresponde, no al primero que pasa por su lado, que eso únicamente sirve para un desahogo personal, nunca para lograr una mejora, es el que tiene más posibilidades de que le partan la cara o de que mejoren sus condiciones más que las de los demás. El caso es que en Granada nos hemos acostumbrados a no movernos por nada, no vaya a ser que lo empeoremos. «¿Y yo qué puedo hacer? Si haga lo que haga no va a servir de nada». Es una actitud que evidentemente no puede conducir a la obtención de objetivos ambiciosos porque parte del derrotismo más absoluto.

Antes era la autovía de la costa, estuvimos años esperando a que fuera realidad y la conseguimos cuando prácticamente toda España estaba unida por esa vía; después fue el AVE, que también tardó en llegar y lo hizo a medias, con una línea que nos lleva a la provincia de Málaga para poder desplazarnos a Madrid a través de Córdoba

Antes era la autovía de la costa, estuvimos años esperando a que fuera realidad y la conseguimos cuando prácticamente toda España estaba unida por esa vía; después fue el AVE, que también tardó en llegar y lo hizo a medias, con una línea que nos lleva a la provincia de Málaga para poder desplazarnos a Madrid a través de Córdoba, con el consiguiente retraso de tiempo en el viaje.

No es fácil movilizar a la población granadina en una manifestación, tienen que alinearse los astros o que surja del horizonte un líder carismático para saber a quién seguir. De lo contrario, nos quedamos en casa, quejándonos de todo, pero sin mover un dedo para solucionarlo, como si dicha solución naciera de una pócima mágica.

Quizás el hecho de que el pueblo francés descabezara a la nobleza durante la Revolución de 1789 les ha permitido sentirse más poderosos y considerar que sus mandatarios están al servicio de los ciudadanos y deben escucharles cuando tienen reivindicaciones que hacer. Y por eso, cada vez que no están de acuerdo con sus decisiones, salen a la calle en masa a hacerse oír. También en España hay territorios más acostumbrados a movilizarse, como Euskadi o Cataluña, donde consiguen antes que nosotros lo que quieren no tanto porque lo pidan sino porque el Gobierno es consciente de que allí en cualquier momento puede estallar un conflicto y eso les hacer ser más cautos al tomar decisiones que les perjudiquen, mientras que Granada es una tierra dócil, donde posponer obras o no actuar con contundencia para reducir el paro, mejorar la sanidad o el resto de servicios públicos no tiene consecuencias más allá de los enfados de bar, esas conversaciones entre vecinos que mueren con el trago de esa tarde.

Es evidente que si el Gobierno ya ha decidido que Granada no va a estar dentro de los planes de infraestructuras para construir ese Corredor Mediterráneo, poco o nada va a cambiar

Es evidente que si el Gobierno ya ha decidido que Granada no va a estar dentro de los planes de infraestructuras para construir ese Corredor Mediterráneo, poco o nada va a cambiar. Aunque el presidente de la Cámara de Comercio de la capital y de la Confederación de Empresarios, Gerardo Cueva, haya dicho que esa obra  «no es Corredor sin Granada» y haya añadido que «Granada no se va a quedar descolgada otra vez de la construcción de las infraestructuras», me temo que es más una pataleta y otra queja en voz alta, semejante a la de las barras de un bar, que se va a quedar sin respuesta, al menos en los próximos cinco años. 

Hasta que los granadinos no asumamos el poder que tenemos, la fuerza interior, las capacidades y cualidades para obtener aquello que nos propongamos, hasta que no dejemos de mirar desde un enfoque de inferioridad a aquellos que ostentan más autoridad, hasta que no nos creamos merecedores de los mismos beneficios que los demás, no se moverá la rueda que permita que desplacemos a Granada desde los territorios más olvidados del país hacia los más beneficiados.

 

 

 

 

 

 
Imagen de Jesús Toral

Nací en Ordizia (Guipúzcoa) porque allí emigraron mis padres desde Andalucía y después de colaborar con periódicos, radios y agencias vascas, me marché a la aventura, a Madrid. Estuve vinculado a revistas de informática y economía antes de aceptar el reto de ser redactor de informativos de Telecinco Granada. Pasé por Tesis y La Odisea del voluntariado, en Canal 2 Andalucía, volví a la capital de la Alhambra para trabajar en Mira Televisión, antes de regresar a Canal Sur Televisión (Andalucía Directo, Tiene arreglo, La Mañana tiene arreglo y A Diario).