'TYRON' nos presenta las dos caras de slowthai
El rap en Reino Unido tiene una larga tradición, pero ha vivido una nueva eclosión en tiempos recientes. Entre la revitalización de ese género autóctono que es el grime, el ascenso al estrellato de Stormzy, la aparición de nuevas figuras como Little Simz o FLOHIO y la apabullante propuesta cercana al spoken word de Kae Tempest, las islas británicas andan sobradas de MCs de calidad. Pero sin duda el personaje más polémico y eléctrico de esta nueva ola de raperos es Tyron Kaymone Frampton, más conocido como slowthai. Su debut Nothing Great About Britain (2019) fue todo un puñetazo encima de la mesa: una furiosa denuncia política del estado de su país tras el Brexit ejecutada con gran solvencia técnica y, sobre todo, con una actitud desafiante que enganchaba de inmediato. El álbum te agarra por las solapas desde la primera canción, en la que slowthai rapea con esa extraña cadencia, como fuera de ritmo, y no te suelta hasta la última, esa carta de amor a su madre y a Northampton, su ciudad de origen (y la del gran Alan Moore).
La fuerza del álbum le catapultó a primera plana, y slowthai aprovechó esta oportunidad con una trabajada campaña de giras por pequeñas salas, seguida de un viaje al otro lado del Atlántico para estrechar lazos con grandes figuras del hip hop alternativo
La fuerza del álbum le catapultó a primera plana, y slowthai aprovechó esta oportunidad con una trabajada campaña de giras por pequeñas salas, seguida de un viaje al otro lado del Atlántico para estrechar lazos con grandes figuras del hip hop alternativo como BROCKHAMPTON y JPEGMAFIA. Allá donde iba, el británico se hacía notar, pero no siempre para bien. El abuso del alcohol y las drogas se convirtió en cotidiano, y la misma ola que lo había encumbrado estuvo a punto de acabar con él con el fiasco de la gala de los premios NME. El rapero se insinuó de forma inapropiada a la presentadora y humorista Katherine Ryan y se metió en una pelea con el público justo después de recibir el premio a héroe del año, lo que desató una avalancha de críticas que pusieron su reputación y su futuro artístico en jaque. slowthai se disculpó de forma más sincera y reflexiva de lo habitual en estos casos, y se reafirmó en uno de sus mensajes fundacionales: que siempre se puede mejorar, que tus errores no te definen. Un año después, TYRON supone un importante paso adelante en la carrera del artista, con esa ambición por superarse como principio rector.
El álbum se divide en dos discos, pero ambos son breves en sí mismos, sumando en conjunto apenas 35 minutos. Cada disco presenta una faceta artística y humana de slowthai: si el primero concentra las canciones agresivas y frenéticas por las que se ha hecho más conocido (con los títulos en mayúsculas), expresivas más bien de cómo su figura es percibida por el gran público, el segundo presenta cortes más lentos y reflexivos (con sus títulos, por tanto, en minúsculas), más representativos del momento en que Tyron se encuentra ahora. Con ello, el británico desafía la imagen que mucha gente se ha hecho de él, sin negar tampoco cómo él mismo ha contribuido a construirla, pero intentando corregirse ahora y conectar a más niveles con sus oyentes, al conectar a su vez con más aspectos de sí mismo. Con ello, a nivel de la pura escucha, ha creado dos productos muy distintos, que pueden servir para diferentes momentos o gustar a diferentes tipos de fans.
el minimalismo de “MAZZA” funciona a la perfección gracias a la energía de un slowthai que quizás se inspira aquí en Playboi Carti, mostrando su buen oído y su ambición internacional
En cuanto a cuál es esa imagen que se ha creado pero de la que quiere huir, la primera canción, “45 SMOKE”, ya lo resume en su última frase: “People think I'm Satan's son”. Las letras de esta primera mitad son por lo tanto más belicosas: “VEX” literalmente va sobre la gente que lo cabrea y las ganas que le entran de meterse en peleas con todos ellos (“If my attitude’s poor, it's because of you”, espeta), mientras que “CANCELLED” es un corte de mangas a quienes han intentado “cancelarlo” después de sus desatinos públicos (y a lo largo de toda su vida). Las canciones son aquí más cortas y directas, siendo “WOT” el caso más extremo: sus cincuenta segundos constituyen más una descarga de energía que una composición completa, aunque su fuerza es innegable. Quienes le acompañan en este disco vienen por tanto del mundo del rap: el legendario Skepta, el todopoderoso A$AP Rocky, su inseparable productor y DJ Kwes Darko. El sonido está en esta ocasión más inspirado en el omnipresente trap, lo cual le resta algo de originalidad respecto a Nothing Great About Britain y su sonido más grime, especialmente cuando alguna base no termina de sonar redonda (“DEAD”). Pero por ejemplo el minimalismo de “MAZZA” funciona a la perfección gracias a la energía de un slowthai que quizás se inspira aquí en Playboi Carti, mostrando su buen oído y su ambición internacional. Lógico que sea de momento el single más viral del álbum.
Con “PLAY WITH FIRE”, Tyron empieza a prepararnos para el cambio de tono del segundo disco. Una base más tranquila le permite empezar a contextualizar su rabia y agresividad, mostrando cómo haber crecido en el barrio donde creció ha condicionado su violenta forma de responder a ciertas situaciones, pero sin pretender excusarse. Señala con dolor cómo sus hermanos, menos afortunados que él, no han encontrado en la música un escape y están, así, desfilando ante los tribunales. Y al final, la canción cambia y el rapero empieza a recitar frases sin rima, donde sus conflictos internos se expresan en toda su crudeza: una imagen tan tortuosa como “Sometimes I feel like I've got my head in a blender” convive con el optimismo de “Do what you wanna do, not what's expected of you”, con el insomnio como trasfondo de esta lucha interna.
El cambio de tono a partir de aquí es radical, empezando por la sublime “i tried”, donde thai se lamenta de que la respuesta que ha recibido ante sus esfuerzos por abrirse haya sido la hostilidad
El cambio de tono a partir de aquí es radical, empezando por la sublime “i tried”, donde thai se lamenta de que la respuesta que ha recibido ante sus esfuerzos por abrirse haya sido la hostilidad (“Hug the world with open arms and they treat me like a pest/All the scars that I possess, you're gonna do me like this?”). En consecuencia, sus acompañantes en esta segunda mitad son más bien cantautores conocidos por su estilo melancólico, desde James Blake en la magistral “feel away”, la mejor canción del disco, a Dominic Fike y Deb Never, colaboradores habituales de sus amigos de BROCKHAMPTON. El rapero Denzel Curry hace una no-aparición, con su voz modificada siendo apenas un complemento fácil de ignorar en la canción menos interesante de esta mitad, “terms”. En “push”, por su parte, el de Northampton abunda tanto en su culpabilidad (“See me, I'm erratic on drugs/Do stuff I regret, feel embarrassed tomorrow”) como en su resiliencia (“When push comes to shove, you gotta push”).
Pero el álbum se guarda lo mejor para el final, concluyendo con sus tres mejores cortes. “nhs” expresa ese agridulce amor por el mundo pese a toda su fealdad que ya había aparecido en otros momentos del disco, anclado por un estribillo adictivo y algunas de las frases más atinadas de la carrera de slowthai, mezclando ternura y humor escatológico: “try peelin' back layers to find meaning/Revealing what you're given is all you're needing/Try breathing, you might find freedom/Instead of squeezing up your buttocks tryna hold ya shit in”. La mencionada “feel away” combina la preciosa producción de Mount Kimbie, la inspirada contribución vocal de Blake y la interpretación más desgarrada de slowthai: abandonado por su pareja, justo cuando él parecía dispuesto a dar un paso adelante, solo puede concluir que el problema lo debe tener él (“it's not you, so I guess it's me”).
El álbum concluye de nuevo con agresividad, lo que quizás simboliza que Tyron ha vuelto a encontrar la energía para escapar de sus pensamientos más oscuros, aunque sea a través de ese mecanismo de defensa que tanto ha usado antes y que está intentando superar: la hostilidad
Para cerrar, “adhd” sintetiza esa sensación constante de ser un incomprendido, de que sus conflictos internos, tan reales para él (“I obsess 'cause I ain't got control yet/I'm tryna fly but my wings feel broken”), sean invisibles para quienes están a su alrededor, haciendo que se sienta aislado y solo. Pero cuando la canción va camino de un lugar muy oscuro, dando a entender que Tyron puede estar pensando en el suicidio, una llamada a su hermano encarcelado para decirle que lo echa de menos cambia de nuevo el tono, mostrando que la conexión humana es lo que nos salva. El álbum concluye de nuevo con agresividad, lo que quizás simboliza que Tyron ha vuelto a encontrar la energía para escapar de sus pensamientos más oscuros, aunque sea a través de ese mecanismo de defensa que tanto ha usado antes y que está intentando superar: la hostilidad.
En conjunto, pues, TYRON es un muy buen disco. No es una obra tan coherente y compacta como Nothing Great About Britain, pero es una respuesta compleja y madura a sus propios errores, presentada además de manera innovadora. slowthai ha demostrado que es mucho más de lo que se esperaba de él, y de ese modo ha abierto puertas insospechadas para su evolución futura como artista. Con su talento, su perseverancia y su inteligencia, lo normal es que tenga una carrera larga y llena de éxitos aún mayores que los ya conseguidos.
Puntuación: 7.9/10
Si quieres escucharlo, pincha en el siguiente enlace: slowthai – TYRON