El AVE arrolla al PP
Miguel Rodríguez
Sebastián Pérez y, al fondo, Santiago Pérez.
Antes de que en febrero de 2016 –ya no hay duda- entre en Granada el AVE, la cabecera del tren en forma de pico de pato parece atropellar al PP de Granada, que abre una crisis, por su propia torpeza, a las puertas de unas decisivas Elecciones Generales.
A la metedura de pata de Isabel Nieto, por decir lo que todo el mundo piensa y es más, todos y todas no solo deberían pensar, sino exigir, la dirección del PP de Granada replicó con otra metedura de pata mayor, porque con la dureza con la que se expresó contra la concejal de Urbanismo, era previsible que abriría una crisis, en vísperas de la visita de la ministra Ana Pastor, complicada de cerrar, si no es con ayuda mediática.
Cegados por el aval de las infraestructuras como principal (y única) baza, que no es poco, ante los votantes el próximo 20 de diciembre, -1.262 millones invertidos en esta legislatura, de los que cerca de 600 corresponden a la línea de Alta Velocidad-, los Pérez (Sebastián y Santiago, su secretario general), como algunos se refieren a ellos en el partido, no podían permitir que alguien de su propia organización se saliera de las vías del éxito incuestionable que es terminar en esta legislatura la A-7 y que llegue el AVE, al fin a Granada. Había dos formas, ¿se acuerdan?: de ancho internacional, electrificado, de doble vía, como proponían en su tiempo los socialistas, y soterrado, como luego abanderaron y todos los partidos y vecinos, o que llegara cuanto antes de cualquier forma, como decidió el PP.
Pero tanto empeño dedicaron a evitar que nadie de la organización se saliera de la vía, que terminaron descarrilando, con un comunicado explosivo intencionado, en vez de arreglar el asunto en una cafetería.
Tanto repetir argumentarios nacionales del partido –‘salvar a España’, ‘hemos hecho lo que teníamos que hacer’…- que, guardando las distancias, también copiaron en Granada cómo abrir una crisis innecesaria, como la de su porpio partido que en Madrid se descose entre peleítas internas entre ministros, Montoro y Margallo, que se cruzan dardos envenenados en entrevistas en medios, o con Aznar, que él solo es capaz de desastibilizar la organización.
Pero el fondo de la polémica, desprovisto de declaraciones desafortunadas, no admite dudas: ¿quién puede estar en desacuerdo en que la integración del AVE en Granada quede reflejada en un documento, con su diseño, sus plazos y hasta con su dotación presupuestaria? ¿El PP? ¿Y si cambia mañana la ministra de Fomento?, o, y ¿si cambia el Gobierno? ¿Esgrimirán, entonces, que no se acomete la integración que ellos prometieron?, ¿de palabra?, ¿en serio? Y, desde luego, obvio es que tras el esfuerzo inversor y con la demanda de infraestructuras en todo el país se rehaga una obra.
Es curioso este PP de Granada, que anuncia a los medios la apertura de un expediente a una concejal, que el lunes está citada, sin que previamente se le comunicara a la interesada o al propio alcalde que, aunque dijo que no asumía las palabras de Isabel Nieto, en sus explicaciones vino a decir lo mismo: que se firme un convenio porque las personas son “cambiables”.
Si en un intento por rebajar la tensión, el propio Sebastián Pérez justificó la desautorización a la edil y la apertura del expediente solo por no dejar en evidencia al Gobierno de Rajoy y a la ministra Pastor, parece claro que esa decisión responde a un interés exclusivamente partidista, que prevalece sobre el bien común que, en este caso, sería comprometer por escrito al Ministerio de Fomento, ahora que pueden, y ayudar en la tarea.
Isabel Nieto desnudó al PP al asegurar que no tenía constancia que nadie del partido, hasta ahora, hubiera colaborado con el gobierno municipal a que Fomento les cogiera el teléfono o firmara los convenios que hasta en tres ocasiones envió a la ministra para sellar la integración.
Ni siquiera el subdelegado del Gobierno que, con tanta saña se expresó en el comunicado, como secretario general, emitido a la 21.10 horas del jueves. Preocupados en la pleitesía –no dejar en evidencia al Gobierno y a la ministra-, olvidan la función para las que fueron elegidos.
Y si la ministra, que dejó en el aire la integración que, para eludir compromisos, se remontó a sus explicaciones de 2013 -esto es, lleva dos años pasando del Ayuntamiento de Granada- y la supeditó a un acuerdo entre todos los grupos políticos, habló en su lógica propaganda de coherencia como norma de la política, debería proponer abrir otro expediente informativo a la dirección del PP de Granada por incoherente.
Quizá, por tratar de justificar a la cúpula provincial del PP, solo se trate de cebarse una vez más contra Torres Hurtado, utilizando a la única concejal fiel al alcalde y verso libre, muy alejada de las servidumbres y peloteo interno, y que aguantó el tipo en la rueda de prensa con los representantes de todos los grupos políticos y los vecinos de La Chana, mientras el portavoz del Gobierno local, Juan García Montero, se levantó y se fue de la sala, enojado con las declaraciones del socialista Francisco Cuenca, que criticaba en ese momento al PP por su postura con el AVE.
Y ahí el alcalde, desprovisto de cualquier recato, en su último mandato, contra viento y marea, y de vuelta de todo, que guarda para sí todas y cada una de las afrentas que Sebastián Pérez y Santiago Pérez han muñido y siguen tejiendo contra él, que atribuyó la decisión del PP a que están “nerviosos”.
¿Nerviosos?
¿No hay crisis interna?
Y dice Sebastián Pérez que no.
PD: Según lo visto, la coordinación del partido con el gobierno local es nula, porque también debían desconocer que el alcalde comparecía ante la prensa con el decano del Colegio de Abogados, al igual que la concejal de Urbanismo, para exponer los asuntos de su área que serían sometidos a la aprobación de la Junta de Gobierno local, lo que provocaría, como así fue, una especie de tormenta perfecta.
Y eso que el presidente del PP de Granada, Sebastián Pérez, quien por cierto, también ofrecía rueda de prensa, es primer teniente de alcalde y concejal de Transparencia.