El payaso más dulce
Lucía Torres
Leo Bassi, en pleno espectáculo.
The Best of Bassi
Ficha técnica y artística:
3 de octubre de 2015. La Expositiva. Granada
Idea original, dirección e interpretación: Leo Bassi
Técnica iluminación y sonido: Bufón
3 de octubre de 2015. La Expositiva. Granada
Idea original, dirección e interpretación: Leo Bassi
Técnica iluminación y sonido: Bufón
En la, sin duda, divertida pieza The Best of Bassi no sé si está The best (se me escapan números con tanta vida en los escenarios), pero desde luego sí es of Bassi, ya que en la recopilación ha incluido lo que le ha venido en gana, de acuerdo a sus deseos de repetir ciertos momentos de su obra, y no en virtud de los que más éxito obtuvieron. Decisión coherente en alguien que ha procurado decir y hacer en sus espectáculos lo que ha creído y querido, y que, con buen criterio, podría haber pensado: “para que alguien que poco sabe de mí me haga un pastiche póstumo, ya me lo hago yo”.
Esta obra no es un final, pero sí podría representar un punto de inflexión o una cima. Bassi consigue con su mordaz humor negro llamar imbécil o “muerto de hambre” al espectador en su cara, y que este, lejos de molestarse, le aplauda. Esa es su gran victoria, y la de los cómicos de su tipo: lograr un espectador inteligente capaz de reírse de todo, incluido él mismo. El sarcasmo es la herramienta perfecta para desacralizarlo todo, y el –más que italiano- internacional cómico la utiliza como una bomba de relojería que puede explotar en las manos de cualquiera. Humillar al enemigo es demasiado fácil, y aunque los chistes sobre este siempre dan buen resultado en la lúcida boca de Bassi, es un payaso de manual y trayectoria que sabe que para hacer reír primero ha de perderse el respeto a sí mismo.
En este espectáculo vemos al bufón cruel y bruto que se regodea en la controversia y danza en un baile de máscaras con la más incorrecta de las políticas; al crítico y reflexivo que exhorta al mundo sus injusticias e incongruencias; pero sobre todo, y aquí es donde más sorprende, vemos al ingenuo y al tierno. Más moderado en sus intentos e investigaciones para provocar adrenalina en el público –componente esencial de la espectacularidad según sus propias palabras- (más mayor, cansado y edulcorado para algunos; más evolucionado para otros), el bufón deja entrever sus “hechuras” de persona, las costuras que visten al personaje. Así, él mismo propone la respuesta de este sutil giro: tras advertir la vulgaridad que se ha apoderado de la televisión y cierto sector de las artes, la provocación burda y gratuita que haría enrojecer al Bassi más primitivo, decide, en aras de continuar siendo polémico (“que no es otra cosa que ir a contracorriente”), buscar al payaso dulce e inocente.
Frente a la imagen agresiva que, al comienzo del espectáculo, dice ser consciente de proyectar, el infatigable explorador indaga en las posibilidades que la ingenuidad ofrece al humor, y, siempre de la mano del juego, brinda al público una última alegoría escénica en la que bañándose en miel y cubriéndose de plumas se convierte en “el payaso más dulce”.