El festival se despide hoy domingo con la noche flamenca
Marisa del Valle Rosso y Korrontzi ponen en pie al público del Parapandafolk
Una ovación, con el público de pie, despidió tanto la actuación de de Marisa Valle Rosso como de los vascos Korrontzi, protagonistas de la noche del sábado en el Parapandafolk, que registró un lleno completo.
Parapandafolk
Marisa del Valle, en plena actuación.
El Parapandafolk está organizado por el Ayuntamiento de Íllora con Patrocinio de la Diputación, el Patronato Provincial de turismo junto con la Caja Rural, Aguasvira e Hispanaweb.
Marisa Valle es una mujer surgida del entono de la música folk asturiana, concretamente de la tonada, sin embargo va mucho más allá como cantautora de voz versátil y fresca, y puesta en escena sentida y diferente. Tanto que se presentó a dúo con su productor sobre una base de programación electrónica y guitarra, luego de acordeón para finalizar ella misma a capella y cogiendo la guitarra. De su adscripción a la cuenca minera, de Mieres, donde nació cabe recordar que recurrió varias veces a sus repertorio de canciones de temática minera, fuese de su vecino Víctor Manuel por un lado, el himno 'En el pozo María Luisa' también, o de las chilenas vía Violeta Parra con 'Arriba y quemando el sol. Dedicó a las mujeres una 'Llorona', antes de que, sola con su voz cantara 'El pañuelín', una tonada asturiana con requiebros flamencos pusiera al público de pie entre 'olés' de complicidad.
En el intermedio de esta velada doble se procedió al hermanamiento en el festival ilurquense y el Trebufest de la localidad gaditana de Trebujena representados ambos por los ediles de las dos poblaciones.
Cerró la noche el grupo vasco Korrontzi, rejuveneciendo el contagioso sonido de la trikitixa con una gran fuera expresiva y muchas ganas de comunicar. En escena son arrebatadores, partiendo de la 'posesión' del acordeonista Agus Barandiaran, en pleno trace cuando toca, y cuando no dotado de auténticas facultades docentes dirigiéndose al público. El suyo fue un directo vertiginoso y nada convencional, ya que aunque homenajeen los sonidos rurales de su Vizcaya, suenan modernos, efusivos y potentes. Acompañados por un grupo de bailes vascos de seis mujeres, además de la música visualmente su presentación tuvo un colorido que mereció los aplausos que se llevó y las peticiones de más canciones.
En las actividades paralelas del Parapandafolk sigue el Foro Ismael Peña (con el músico y folclorista presidiendo) de discursión sobre músicas tradicionales, y una versión 'mini', el Parapandita, dedicada a los niños a cargo de Manuel Mateo.
El festival se clausura hoy domingo con la noche dedicada al flamenco con Miguel Quirós 'Capullo de Jerez' de protagonista.
MIGUEL FLORES QUIRÓS
Miguel Flores, "El Capullo de Jerez", nació el 3 de abril de 1954 en el Barrio de Santiago, Jerez de la Frontera. A los pocos años, con su familia, se trasladó al barrio de La Asunción, donde también vivían Tío Borrico, El Terremoto, Paco Laberinto o La Paquera. El que más le marcó de todo aquel plantel de figuras fue Fernando Terremoto. Miguel, de niño, visitaba su casa a diario: "En una ocasión, fueron a aquella casa Antonio Mairena y sus hermanos Curro y Manuel", recuerda, "Fernando hizo una seguiriya y se pusieron a llorar los tres".
Despuntó en los "Jueves Flamencos" que organizaba el tocaor Manuel Morao. Pocos flamencos están tan pasados de compás como El Capullo y tienen esa capacidad natural para cuadrar los tercios. El único cantaor profesional de su familia es él, pero sus dos hermanas y sus tres hermanos bailan. Todos lo han mamado de su madre, Isabel "La Moza".
Miguel es payo y sostiene que, dentro del mundo artístico Jerezano no se pueden establecer diferencias entre gitanos y gachós "Lo importante es criarse en la cuna del arte... yo llevo toda la vida con El Torta, el Mijita o Manuel Moneo. Aquí, puros somos todos". Criado en los populares barrios jerezanos de Santiago y La Asunción, Miguel Flores creció escuchando los cantes festeros de artistas tan importantes como Terremoto o La Paquera de Jerez.
Si bien en un principio quiso ser jugador de fútbol, pronto inició su trayectoria artística dentro de los Jueves Flamencos, de Manuel Morao, llegando en 1985 a actuar en los tablaos madrileños de «La Venta el Gato» y «los Canasteros».
Siempre ha sido un defensor del flamenco a la vieja usanza, poco amigo de fusiones e innovaciones. No obstante ha actuado en festivales con el Primavera Sound y ha colaborado con artistas de flamenco estilo más moderno.