En estos días la familia de Izquierda Unida vive un momento realmente importante y trascendente. Nos encontramos inmersos en un proceso participativo doble, en el que por un lado estamos llamadas a refrendar (o no) en referéndum el acuerdo al que se ha llegado con Podemos para concurrir en coalición a las próximas elecciones generales, y por otro a participar en las primarias para elegir a quién será nuestro candidato a la presidencia del gobierno. Sobre esta última cuestión no encontramos ningún liderazgo alternativo al de nuestro Coordinador Federal, Alberto Garzón, que a buen seguro será la persona elegida para esa gran responsabilidad, que seguro que llevará adelante con solvencia y brillantez, tal como nos tiene acostumbradas.

Mal haríamos en centrarnos en errores, en salidas hacia proyectos personales, o en las diferencias que tenemos entre nosotras (si no las hubiera, no habría varias organizaciones distintas en ese gran espacio que hay a la izquierda del PSOE) para justificar un voto negativo a un acuerdo electoral que es positivo y más que necesario

Sin embargo, la convulsión del momento que vive el espacio de izquierdas en nuestro país hace que el resultado del referéndum sobre el acuerdo electoral no esté tan claro. Es cierto que todas las organizaciones que componemos ese espacio estamos viviendo momentos poco edificantes o problemas que nos alejan de nuestros potenciales votantes. En muchos casos dichos problemas tienen un componente claramente cesarista: desde la por mucho tiempo preparada salida de Llamazares a su nuevo espacio político, hasta la de Errejón (probablemente igual de largamente preparada) a ese invento basado en lealtades personales que se ha sacado de la manga. Además de estos ejemplos, errores que acumulamos unas y otras y que dificultan nuestra labor y cómo llega el mensaje a la sociedad de nuestro país.

Pese a ello, debo señalar que mal haríamos en centrarnos en errores, en salidas hacia proyectos personales, o en las diferencias que tenemos entre nosotras (si no las hubiera, no habría varias organizaciones distintas en ese gran espacio que hay a la izquierda del PSOE) para justificar un voto negativo a un acuerdo electoral que es positivo y más que necesario. Es positivo para las organizaciones que lo alcanzan, en primer lugar, y es imprescindible para la clase obrera de nuestro país, que es lo primero que debe ocuparnos y preocuparnos.

Hay quien olvida, cuando le interesa, que en este país tenemos un sistema electoral absolutamente injusto, con pequeñas circunscripciones y la Ley D`hont para asegurar un mejor reparto de escaños para los grupos mayoritarios y que los minoritarios, si no alcanzan al menos un 10 o 12 por ciento, vean su representatividad reducida a la nada. Porque, aunque no nos guste, concurrimos a unas elecciones que tienen las cartas marcadas y las reglas que tienen. Por eso puedo afirmar que, quienes a base de golpes de pecho, de manejar la emoción identitaria de ser más de IU que nadie, e insistir en que ha llegado el momento de que IU se presente en solitario a las elecciones, piden el no en este referéndum, no hacen más que trabajar en y fomentar la desaparición de Izquierda Unida. Porque, con las reglas del juego que tenemos, difícilmente podemos aspirar a más de 1-2 diputadas… y eso conllevaría nuestra invisibilización total por un lado, y la trágica realidad de que no podríamos hacer frente a nuestras numerosas obligaciones… y, por lo tanto, a la desaparición de hecho de un proyecto con más de 30 años de existencia.

Hay quien olvida, cuando le interesa, que en este país tenemos un sistema electoral absolutamente injusto, con pequeñas circunscripciones y la Ley D`hont para asegurar un mejor reparto de escaños para los grupos mayoritarios y que los minoritarios, si no alcanzan al menos un 10 o 12 por ciento, vean su representatividad reducida a la nada

Esto, evidentemente, es una razón importante. Nuestro país no merece que un movimiento político social como Izquierda Unida desaparezca… Pero no es el mayor de los problemas, ni de los argumentos a favor del sí en el referéndum. Lo realmente importante es que la clase obrera, la mayoría social, las víctimas de la crisis, la sociedad en general, necesita que la izquierda real tenga la mayor representación posible en el Congreso para posibilitar que se realicen las políticas que necesitan. Utilidad más que demostrada en los últimos meses con, por ejemplo, la consecución de la subida del Salario Mínimo a 900€. Medidas como ésta, sólo son posible si conseguimos la representación necesaria para forzar su implementación. Ni el gobierno de las derechas, ni un PSOE-C`S, tomaría medidas como ésta.

Por ello, y volviendo a las reglas del juego, tenemos que ser capaces de aprovechar cada voto a la izquierda real que se deposite el 28 de abril. La fragmentación y división en pequeños grupos no garantiza ese objetivo, todo lo contrario, nos asegura que vamos a desperdiciar cientos de miles de votos… la situación del país no permite que hagamos tal cosa… Por ello, tenemos la obligación de pensar en todas esas personas que se benefician de nuestras políticas y no tanto en nuestro ombligo, que es precioso y admirable, pero no es importante en este caso.

Por ello, y por muchas otras razones que por cuestiones de extensión no puedo desarrollar aquí y ahora, si pensamos en lo que necesita el país y la gente que lo está pasando mal, no podemos hacer otra cosa en este referéndum que votar SÍ. Otras opciones podrán disfrazarse (estamos en las fechas adecuadas para ello) de lo que quieran. Pero no están pensando en lo que necesita la gente a la que decimos representar, ni en lo que, de manera subsidiaría necesita Izquierda Unida.

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Juan Ramón Gil van Gils es portavoz municipal de IU Baza y responsable del área interna y secretario de organización del Comité Provincial del PCA Granada.