La evolución del papa
No soy católico y por tanto las pautas que ofrece el papa son para mí un mero tema de conversación, la opinión de otro hombre y no la verdad a seguir. Aún así, tengo que reconocer que sus palabras se extienden por doquier, se escuchan, se veneran y, sobre todo, se respetan tanto por parte de los cristianos como por el resto del mundo, como ocurre con las de otros líderes espirituales, como el Dalai Lama. De forma, que uno es capaz de interpretar la evolución de una iglesia a través de lo que dice su máximo mandatario. Y, por desgracia, sus últimas declaraciones sobre el aborto solo han servido para arrojar culpabilidad e incluso criminalizar a una parte de las mujeres: las que han tomado o tomarían la decisión de interrumpir su embarazo.
Por desgracia, sus últimas declaraciones sobre el aborto solo han servido para arrojar culpabilidad e incluso criminalizar a una parte de las mujeres: las que han tomado o tomarían la decisión de interrumpir su embarazo
En los últimos meses, no ha sido la única declaración con un plus de conservadurismo del papa Francisco. En julio de 2013, se hizo mundialmente famosa su postura sobre los homosexuales, cuando a la vuelta de un viaje comentó a los periodistas: «Si una persona es gay, busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla? El catecismo de la Iglesia Católica explica y dice que no se debe marginar a esas personas y que deben ser integradas en la sociedad». Esa apertura contrasta con la cerrazón de importantes prelados eclesiásticos, como el arzobispo de Alcalá de Henares Juan Antonio Reig Pla, que había dicho que «os aseguro que irán al infierno», o el obispo de San Sebastián José Ignacio Munilla, que todavía hoy en día habla de «curar a los homosexuales».
Por eso, esta actitud papal se alabó desde muchos sectores; hasta que, en este verano, como si se le escapara lo que piensa en realidad, señaló sobre los niños que se declaran gais que «hay muchas cosas que se pueden hacer, con la siquiatría, o… para ver cómo son las cosas». Pese a que, incluso desde el Vaticano matizaron las declaraciones, lo cierto es que, para las asociaciones LGTBI resulta chocante que, a un niño, por decir que es homosexual, se le conduzca al siquiatra. Nos viene a recordar como la Iglesia ha castigado durante siglos a este sector de la población.
¿Y qué me dicen de sus recientes afirmaciones sobre los abusos sexuales a menores dentro de la Iglesia Católica? Para justificar ese delito, el papa asegura que es Satanás el culpable del mismo y de la crisis eclesiástica y pide a los feligreses que recen para superar este trance; sinceramente, cuanto menos, parece que es una forma de echar balones fuera, especialmente si hay prelados como el italiano Carlo María Vigano, que en el pasado mes de agosto, acusó al papa y a una gran cantidad de miembros de la Curia romana de haber encubierto durante años los abusos sexuales del arzobispo emérito de Washington Theodore MacCarrick. Entiendo que hay que respetar las creencias ajenas, pero también la mayoría de los presos podrían culpar de su delito al demonio, o al monstruo del Lago Ness, pero seguramente nadie les tomaría en serio.
¿Y qué me dicen de sus recientes afirmaciones sobre los abusos sexuales a menores dentro de la Iglesia Católica? Para justificar ese delito, el Papa asegura que es Satanás el culpable del mismo y de la crisis eclesiástica y pide a los feligreses que recen para superar este trance...
Nos habían contado que el papa Francisco era el más progresista de todos los tiempos, el que estaba del lado de los débiles, de los más frágiles, y ahora escuchamos declaraciones suyas que parecen suponer un paso atrás en ese discurso, especialmente al hablar del aborto.
Se pregunta «¿Cómo puede ser terapéutico, civil, o simplemente humano un acto que suprime una vida inocente e inerme en su nacimiento?», y continúa cuestionándose: «¿Es justo quitar una vida humana para resolver un problema? ¿Es justo contratar un sicario para resolver un problema?». Por supuesto, él tiene la respuesta: «No se puede, no es justo quitar a un ser humano, aunque sea pequeño, para resolver un problema», y finalmente, sentencia: «Es como contratar un sicario para resolver un problema».
A lo largo de esta charla, el papa se muestra en desacuerdo con el aborto, aunque sea por motivos de violación o por enfermedad del futuro niño, y añade que esas mujeres se enfrentan a la excomunión, aunque siempre podrían ser perdonadas, si se arrepienten en la Iglesia.
Al margen de valoraciones acerca del aborto, de si es moral o no, que debería hacerse cada persona con el fin de que sus conclusiones únicamente le sirvieran a sí mismo o a sí misma, lo que veo inaceptable es que una Iglesia que lleva años enfrentándose a los delitos de abusos sexuales a menores a través de algunos de sus miembros, a los que, por cierto, en ocasiones, perdona con extrema facilidad, sea capaz de condenar con esa contundencia a decenas de miles de mujeres que han considerado que el aborto es la única opción para ellas.
¿No es suficiente ya con cientos de años de arrojo de culpabilidad hacia el ser humano por parte de la Iglesia católica? Por masturbarnos, por comer mucho, por no sacrificarnos, por odiar, por blasfemar, por no tener fe, por no ir a misa, por pecar de pensamiento, por reírnos del prójimo, incluso por desear a su mujer…somos culpables hasta de ser descendientes de Adán y Eva, porque cometieron el pecado original, lo cual les llevó a ser expulsados del paraíso.
Lo que veo inaceptable es que una Iglesia que lleva años enfrentándose a los delitos de abusos sexuales a menores a través de algunos de sus miembros, a los que, por cierto, en ocasiones, perdona con extrema facilidad, sea capaz de condenar con esa contundencia a decenas de miles de mujeres que han considerado que el aborto es la única opción para ellas
El pontífice habla del aborto y recuerda el mandamiento de «No matarás». Que se lo cuenten a las miles de personas que han tenido que acabar en el mundo con la vida de otros en defensa propia. ¿Alguien sería capaz de condenarme si me viera obligado a matar a quién está a punto de asesinar a mi hijo pequeño? Porque el mandamiento no admite matices, simplemente dice «No matarás» y no añade «excepto en defensa propia, o cuando esté en peligro la humanidad, o si van a matar al papa o cuando tengas que acabar con la vida de un animal para comértelo».
Ese discurso constante de la culpa ha servido a la Iglesia Católica durante muchos siglos para mantener atemorizado al pueblo sin acceso a la cultura y para perpetuarse como máxima de los valores a seguir, pero estamos en otra época. Todos cometemos errores, todos nos equivocamos decenas de veces al día, y seguir manteniendo que no hacer lo que la Iglesia nos pide nos conducirá directamente al infierno no creo que le ayude a aumentar el número de fieles.
El aborto es una desgracia, se vea por donde se vea, y la mujer que se ve abocada a practicarlo bastante sufrimiento lleva encima como para que se lo incrementemos a través de la culpa o del juicio moral.
Más ayuda para todas esas mujeres, menos sentencias hacia ellas, más comprensión, más perdón sin necesidad de obligarles a humillarse ante la Iglesia, más apoyo. Porque, al final, en realidad, todavía vemos al pontífice como uno de los mandatarios eclesiásticos más liberales, pero hay otros prelados que condenan los anticonceptivos, incluso en países donde las enfermedades sexuales acaban a diario con las vidas de miles de personas.
Tal vez el papa Francisco debería medir mejor sus declaraciones, hablar más de perdón, de amor incondicional a todo ser humano y de comprensión, y evitar comparar a un asesino a sueldo con una pobre mujer que decide abortar porque, de otra manera, podríamos empezar a pensar que ese progresismo que muestra no es más que una careta para ocultar que la Iglesia continúa manteniendo las posturas tradicionales de castigo y juicio que apenas ha variado en un siglo entero.