Izquierdas (II)
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En Septiembre del año 2015, publiqué, en este mismo medio la primera parte de esta reflexión sobre las "Izquierdas". Decía entonces que demasiadas opciones de “izquierdas” se estaban fraguando o se habían fraguado en nuestro país, históricamente, y que ello bien podía ser fruto de la complejidad de la sociedad global y de las dificultades de ofrecer una alternativa solvente a la crisis económica, política y de valores que vivíamos entonces y seguimos viviendo. Añadía entonces, pero no tengo claro si mantener ahora, que lo más curioso, era que todas competían por situarse un palmo más a la izquierda del PSOE, pues actualmente, la "competición" también versa sobre la pureza o la autenticidad de las intenciones de cada cual, más allá, incluso, de la ubicación ideológica concreta. Y también añadía, y eso si lo mantengo hoy, que parece una carrera por llegar a la situación de que cada votante de izquierdas tenga un partido al que votar. Eso sí, ajustado milimétricamente a su propia y personal manera de pensar y actuar.
En la izquierda política prima la pluralidad sobre la uniformidad, el matiz sobre el dogma y el debate sobre la sumisión. Y eso es bueno, sano e inteligente, además de democrático. Aunque también muestra inconvenientes si miramos del lado de la ciudadanía que ansía otras políticas, otro reparto de la "tarta", otras prioridades y otras soluciones
Dos años y medio después, en España gobierna la derecha, y las izquierdas continúan con sus diferencias de criterio o de oportunidad, con sus matices ideológicos o con la interpretación de los mismos; con el debate sobre la priorización de la administración del presente o el diseño del futuro. En definitiva, en la izquierda política, prima la pluralidad sobre la uniformidad, el matiz sobre el dogma y el debate sobre la sumisión. Y eso es bueno, sano e inteligente, además de democrático. Aunque también muestra inconvenientes si miramos del lado de la ciudadanía que ansía otras políticas, otro reparto de la "tarta", otras prioridades y otras soluciones.
Quizá debamos cambiar la perspectiva, para posibilitar determinadas actuaciones que igualen en derechos y oportunidades a la ciudadanía, que permitan una mejor redistribución de los recursos y una forma más justa y solidaria de soportar las cargas. Un sistema fiscal mas progresivo, unas condiciones laborales y salariales más justas, un sistema de pensiones que garantice la igualdad y la propia prestación. Unas condiciones de vida, en definitiva, más acordes a lo que demanda la mayoría de la sociedad. Y, entre tanto, y por supuesto, seguir diseñando la sociedad ideal del futuro.
Al igual que en Septiembre del 2015, respeto y defiendo el pluralismo político, también dentro de la izquierda; reivindico el debate y el contraste como mejor fórmula para avanzar en la conformación de posiciones políticas. Pero ahora creo llegado el momento de que la izquierda política (toda, y no sólo el PSOE), deje de preguntarse sobre cómo alcanza la perfección teórica de su ideario, y responda sobre cómo encauza, incluso imperfectamente, la transformación de la sociedad en la que actúa.