Por Francisco Vigueras y Juan Antonio Díaz, Granada Abierta

Carlos Cano denuncia el alacrán del racismo

Implicados - Francisco Vigueras y Juan Antonio Díaz - Sábado, 9 de Diciembre de 2017
Francisco Vigueras y Juan Antonio Díaz, de Granada Abierta, reflexionan en este artículo sobre el significado del premio Carlos Cano a la Red Granadina de Refugio y Acogida.
Acto para reivindicar la acogida de personas refugiadas.
F.V.
Acto para reivindicar la acogida de personas refugiadas.

Granada Abierta ha premiado este año a la Red Granadina de Refugio y Acogida por su labor solidaria con inmigrantes y refugiados, y por denunciar la preocupante escalada del racismo. Un galardón que entregarán Alicia y Amaranta, familia de Carlos Cano, el próximo 12 de diciembre, a las 19:00 horas, en la Fundación Euroárabe, que lleva años colaborando en la entrega de este premio, uno de los mayores reconocimientos sociales de Granada. También estarán con nosotros Carmen Caballos, veterana activista de los Derechos Humanos, y Juan Trova que interpretará las canciones más emotivas de Carlos.

A la hora de conceder este premio, que lleva el nombre de Carlos Cano, somos fieles a los valores que nos transmitió con su música el cantautor granadino. La canción que dedicó a Lucrecia se ha convertido en un símbolo contra el racismo y un homenaje a la dominicana asesinada en Madrid por unos malvados que no soportaban el color oscuro de su piel: “Pobre Lucrecia -cantaba Carlos-, tan pobre y negra, te vengará un andaluz, a la luz de la Luna, cantando el vudú”. Y después arremetía contra los racistas: “Por la pared va un alacrán y el corazón con su agijón te comerá, merecumbé, merecumbé, merecumbá”.

Precisamente, hemos recordado esta canción de Carlos al ver las imágenes estremecedoras que nos llegan desde Libia. Inmigrantes africanos subastados como esclavos. Pensábamos que los negreros y la esclavitud eran cosa del siglo XIX; pero no, está pasando ahora mismo, en la orilla sur del Mediterráneo, en el siglo de las nuevas tecnologías. Esta es la  herencia dejada por Estados Unidos en el país norteafricano, tras derrocar al coronel Gadafi, un Estado fallido a merced de las mafias que actúan con absoluta impunidad.

Las imágenes más repugnantes son las que muestran los cuerpos mutilados por la tortura, sin piedad y sin pudor, de este nuevo holocausto. Colgados de cuerdas por los pies como si fueran animales en un matadero. O esa mujer negra, pateada en el vientre por un esclavista, que nos recuerda a la Lucrecia de Carlos. Los verdugos ni siquiera ocultan su cara. ¿para qué?, se sienten impunes. Al fin y al cabo -piensan-, quién se va a preocupar por estos “negros” en la Europa insolidaria; ese viejo continente, cada vez más xenófobo.

La misma Europa que celebra el Black Friday, importado de América First, el país del Ku Kux Klan y Donald Trump, presidente racista que gobierna en la Casa Blanca. Nos quieren hacer creer que utilizan la expresión Viernes Negro para describir las muchedumbres que abarrotan las tiendas norteamericanas, al día siguiente de Acción de Gracias. Pero la verdad es otra, que no nos engañen. El Viernes Negro se deriva de la esclavitud. Fue el día después de Acción de Gracias, cuando los traficantes de esclavos los vendían rebajados para la temporada de invierno. De ahí viene el Black Friday. Por tanto, antes de celebrar algo, debemos pensar qué estamos celebrando, pues las ventas del comercio no pueden justificar este despropósito que hunde sus raíces en la discriminación por el color de la piel.

Carlos Cano luchó contra la lacra del racismo, sembrando con sus canciones la semilla de la tolerancia y el respeto a la diferencia: “Moreno pardo de cobre, criollo morisco y zambo, cambujo, lobo y coyote, soy mestizo, soy mulato”, cantaba en el año 1992. Tampoco podemos olvidar aquella otra canción que tituló La hoguera, en su disco A duras penas, en la que denunciaba: “Escucha el grito de los que yacen injustamente, tirados por la calle como animales…” Y por supuesto La Miseria, que parece escrita para los inmigrantes y refugiados de hoy: “Vengo de abajo, de un valle podrido de yerba, donde no existe el futuro, sólo la miseria”.  

Carlos fue el gran impulsor de Granada Abierta, hasta que su corazón se paró el 19 de diciembre de 2.000, pero nos dejo sus canciones. Sabemos que estaría muy orgulloso del premio que entregamos, en su nombre, a la Red Granadina de Refugio y Acogida.