La obra de Mar Garrido recuerda a esas hojas de un cuaderno acabado que se quedaban en blanco. Ella nos presentará escenas de la naturaleza, de la que cuidadosamente busca su imagen, pero es la no imagen la que se cuela entre dunas, juncos, estanques. Su obra está cargada de intersticios y de vida a todo encuadre, de deseo y de memoria. Los espacios nos recuerdan que la experiencia estética de contemplar el paisaje, no se debe al paisaje mismo, sino a que se ha convertido en una pieza de arte, unidades que se buscan para componer mediante discretos silencios. Mar camina para encontrar la pausa. Fotografía. O espera en un café para dar con el movimiento. Vídeo. Dos velocidades que articula según las necesidades de la mirada. Un gato, una música, un caño de agua, una amiga que canta… un violín. El sonido de sus videocreaciones ofrece la cadencia exacta de lo visible, ignora los diálogos de palabras hasta el punto de suprimirlas de nuestro vocabulario, al irte y echar mano de ellas te das cuenta de que no están, pero que todo aquello te revolotea entre pecho y cabeza. 

 “Las formas del agua” se presenta dentro del Festival de Cine Cinemística que dedica su cuarta edición al elemento líquido. Una muestra que podrá visitarse hasta el 5 de diciembre, en el Museo Casa de Los Tiros. De martes a viernes de 17.30 a 19.30 horas y los fines de semana de 11.00 a 14.00 horas. 

Las posibilidades de lo vivo son sus “formas del agua”, porque allí donde mira Mar encuentra la experiencia de las cosas, aunque no las conozca.

Si el tacto es la constancia de la separación, la separación entre las fotografías del políptico, en Mar, aseguran la unión mediante la libertad. 

En la entrada podemos leer este texto:

El agua como estructura líquida de la memoria:

formas, colores, palabras, 

sonidos, emociones, pensamientos. 

Las imágenes del agua. 

Debajo había unos pequeños peces de colores.