'La pasión del pintor'

Es Manuel Ruiz uno de los pintores con más solera, e importancia, del panorama andaluz actual. Es profuso en su obra, pinta y pinta sin descanso, obsesivamente centrado en la tierra granadina, sus gentes, la luz dorada que tiñe de fantasía el entorno.
En su trabajo plástico, el gran Federico siempre está presente, como resplandor sensitivo que cubre el ritmo de la composición, auténtico espíritu del pueblo andaluz, voz de la tradición y cambio, melodía popular que encierra la magia, y arraigo lírico, de Granada.
La obra de este pintor es barroca, intensa, emocionalmente arrebatada, nacida del impulso cuando plasma sin cesar la impronta del carácter de su ciudad. En ella se concentra en el detalle alhambreño, mantras geométricos que definen la eternidad, o celosías que dejan pasar la cálida luz del atardecer
Esto lo percibe muy bien el pintor, creando una obra de intenso cromatismo, lenguaje intenso en sensaciones, discurso infinito que encierra el eco primigenio que alimenta nuestra cultura. Combina la linealidad del trazo con las curvaturas sensibles, encerradas en ellas mismas, melosas, caprichosas y fuente de impresiones múltiples. Sus composiciones, están sumergidas en fondos y cielos de azules caprichosos o rojos desvaídos, lo cual las dota de una excelente elegancia contemplativa. El alma del paisaje granadino es definido en las piezas que ofrece, acumulando en su expansión visual los genios que dan carácter a sus rincones. La obra de este pintor es barroca, intensa, emocionalmente arrebatada, nacida del impulso cuando plasma sin cesar la impronta del carácter de su ciudad. En ella se concentra en el detalle alhambreño, mantras geométricos que definen la eternidad, o celosías que dejan pasar la cálida luz del atardecer. Poseen sus piezas una contemplación rotunda, que arrebata la atención, para incorporar la mirada en el poema visual impreso.
La maestría de este artista se condensa en su producción plástica, caleidoscopio de impresiones, juego extraordinario, en el que el influjo de sus destellos rompe la armonía racional, para integrar la mirada en los campos de la fantasía. Domina la imagen oportuna, su contraste con la compañera, y el lenguaje directo que sustenta la razón de su obra, innata en él, pues el pincel es dirigido por la pasión granadina en su expresión, lograda en sus composiciones, gracias a la habilidad plástica que atesora.