La noche que Margarita Xirgu cambió el rumbo al adolescente Federico García Lorca
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Lorca conoció a la actriz catalana el 13 de marzo de 1915 durante una de las “excursiones educativas” organizadas por el catedrático de Literatura con sus alumnos
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Federico quedó impresionado por el dramatismo de la Xirgu en el Teatro Cervantes; desde entonces siempre pensó en escribir dramas para ella
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El joven iba para músico hasta 1915, pero también la influencia de su profesor Martín Domínguez Berrueta enfocó su vida hacia la literatura
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Poeta y actriz volvieron a coincidir en el baile de Carnaval de 1918 organizado por el Centro Artístico en el Teatro Cervantes
Quizás sólo había en Granada tres personas que en la primavera de 1915 supiesen que Federico no sólo era un pianista dotado, sino que ya comenzaba a emborronar cuartillas: el primero era su hermano Francisco; el segundo, su amigo el periodista Constantino Ruiz Carnero; y el tercero, su profesor de Literatura Martín Domínguez Berrueta
Todo el mundo conocía la faceta musical de Federico García Lorca cuando hizo su aparición en el mundillo cultural granadino en su primer curso universitario (1914-15) en Letras-Derecho. También por aquella época se había apuntado (11 marzo de 1915) al Centro Artístico para participar de sus actividades, sobre todo musicales; de hecho, conoció a Fernando de los Ríos cuando el muchacho tocaba el piano en su sede. No era para menos, a sus 16 años ya era todo un experto con las teclas, pues llevaba mucho tiempo tomando clases de música con el profesor Antonio Segura Mesa (1842-1916). Para más abundamiento de su eclosión cultural, se había sumado a un grupo de jóvenes que representaban la nueva intelectualidad granadina y que se reunían en un rinconcillo del café Alameda, frente al teatro Cervantes.
Quizás sólo había en Granada tres personas que en la primavera de 1915 supiesen que Federico no sólo era un pianista dotado, sino que ya comenzaba a emborronar cuartillas: el primero era su hermano Francisco; el segundo, su amigo el periodista Constantino Ruiz Carnero (1887-1936); y el tercero, su profesor de Literatura Martín Domínguez Berrueta. Pero por aquellos días, Federico todavía aparecía asociado a un futuro profesional ligado al piano; sus pequeñas composiciones presagiaban ese camino.
Martín Domínguez Berrueta (1869-1920) llegó a la Universidad granadina con un método de enseñanza revolucionario. Venía de Castilla –su Salamanca y su Burgos- y estaba ligado al krausismo y a la Institución Libre de Enseñanza. Sus alumnos lo eran todo para él. Organizaba tertulias en su propia casa, en los cafés, salía a pasear con sus pupilos por las calles. Antonio Gallego y Burín fue uno de los debutantes con este novedoso profesor llegado a Granada en 1911; con el tiempo, ocuparía su misma cátedra.
Y en la primavera de 1915 tocó el turno al alumno Federico García Lorca; se convirtió pronto en uno de sus favoritos. El profesor Domínguez Berrueta y su reducido grupo de discípulos comenzaron un frenético programa de visitas por monumentos, conventos y actividades culturales de Granada. Fue el preludio de una serie de excursiones a otras regiones españolas durante los años siguientes. En aquel comienzo de 1915 visitaron la Alhambra, la Catedral, la Capilla Real, el Convento de la Concepción, Monasterio de Santa Isabel la Real, la Casa de las Tumbas, el Bañuelo, el Monasterio de San Jerónimo, los teatros, acequia Aynadamar-aljibes, etc. Algunas de las actividades quedaron reflejadas en fotografías que durante mucho tiempo permanecieron en su Cátedra de la Universidad; también dejaron algunas referencias de esas salidas culturales en la revista universitaria Lucidarium.
Visita a la Alhambra. En el curso 1914-15, el profesor Martín Domínguez Berrueta (sentado, con bastón en la mano) inició las “visitas domésticas” a los monumentos, conventos y actividades culturales de Granada. Después continuaría con los viajes a otras provincias. Esta foto recoge la visita del grupo a la Alhambra: también sentado vemos a José Surroca Grau, catedrático de Latín; José Oriol Catena (sentado a la derecha de Surroca, con bigote y pañuelo en el bolsillo); Federico García Lorca (sentado, a la izquierda de Berrueta); a su izquierda, Luis Mariscal. Fotografía del archivo de Nicolás Oriol de Alarcón.
Pero sin duda que las excursiones culturales que más nos interesan en este caso son las que más impacto e influencia iban a tener en el futuro literario de Federico García Lorca.
Visita a las compañías de teatro
Federico García Lorca ya conocía a la imponente actriz María Guerrero (1867-1928). La había visto actuar en los teatros Cervantes e Isabel la Católica de Granada, a los que era asidua su familia. Incluso tenían asiento reservado de manera continua. No obstante, nunca había hablado con ella; tendría ocasión de hacerlo durante su estancia en las futuras fiestas del Corpus (3 al 13 de junio de 1915). El profesor Domínguez Berrueta anunció a sus alumnos que iba a hablar para ver si podían asistir a un ensayo de la compañía Guerrero-Díaz de Mendoza o saludarlos tras una de las representaciones (finalmente ocurrió el día 4, El hombre que asesinó).
Pero la gran sorpresa que Domínguez Berrueta escondía a sus alumnos se llamaba Margarita Xirgu. La joven actriz por entonces tenía 27 años y se había anunciado su llegada a Granada para dentro de pocas semanas; llevaba dos años de rotundo éxito, tanto en América como en Madrid y Barcelona. Era la gran sensación teatral del momento, sobre todo en papeles trágicos. Margarita Xirgu respetaba enormemente a María Guerrero y cedió los días del Corpus a la compañía de la madura actriz; la Xirgu eligió fechas de mediados de marzo para debutar en Granada, al final de la gira de invierno por provincias, que inició el 28 de febrero en Alicante, pasó por Almería y recaló en Granada.
La tarde-noche del 13 de marzo de 1915, Federico García Lorca conoció a Margarita Xirgu. Pero la actriz no supo de la existencia del tal Federico hasta once años después, en 1926
Los indicios apuntan que fue el amigo Constantino Ruiz Carnero quien hizo las gestiones para ir a ver a la compañía de Margarita Xirgu en el teatro Cervantes. Ruiz Carnero era bastante mayor que Federico; en 1915 ya era periodista, novelista, dramaturgo precoz y reconocido en la ciudad. Escribía para El Noticiero, El Heraldo y El Porvernir; estaba comenzando también a hacerlo en el primer periódico de la provincia, El Defensor (del que sería director a partir de 1924 y hasta su asesinato en 1936). Había estrenado dos obras teatrales en el Cervantes: Esas mujeres (1908) y El país de Babia (1910); tenía en imprenta El libro de Granada (con efusiva dedicatoria de un ejemplar al joven Federico). En suma, se movía como pez en el agua en el mundillo cultural de Granada; acceder y hablar un momento con Margarita Xirgu era tarea suya.
Teatro Cervantes, lugar del encuentro. Esta fotografía recoge la esquina el teatro Cervantes que daba a las plazas del Campillo y Mariana Pineda. Está tomada pocos años antes de ser derribado, en 1966. En este edificio se vieron por vez primera el adolescente Federico García Lorca y la actriz consagrada Margarita Xirgu.
Parece que a la excursión teatral del profesor Domínguez Berrueta no sólo fueron sus alumnos, sino que también se sumaron otros rinconcillistas y amigos. Estuvieron presentes García Carrillo, Ángel Barrios, Ruiz Carnero... además de José Oriol Catena y Luis Mariscal, como alumnos. Por cierto, aquella excursión universitaria a ver a Margarita Xirgu fue la última de Oriol Catena, pues su padre falleció unos días después y se tuvo que hacer cargo del negocio del Zacatín. Ángel Barrios rememoraría cuatro años después aquellas interesantes visitas a conocer compañías de teatro por dentro, cuando García Lorca y él coincidieron en la pensión de la madrileña calle Espejo, en 1919.
La tarde-noche del 13 de marzo de 1915, Federico García Lorca conoció a Margarita Xirgu. Pero la actriz no supo de la existencia del tal Federico hasta once años después, en 1926. Obviamente, la segunda actriz más renombrada del momento –tras María Guerrero-, la que revolucionaba la escena, encumbrada en la fama, no se iba a fijar en un adolescente a punto de cumplir 17 años; Federico todavía no era nadie en literatura, sólo uno más de los muchachos del grupo que acompañaban al catedrático.
Elektra, 1915. Margarita Xirgu caracterizada de Elektra para su gira por Alicante, Almería y Granada (febrero-marzo de 1915). La fotografía fue publicada en la revista Por esos mundos en su número de marzo. Debió hacerla el fotógrafo durante los ensayos en Madrid. De esta manera se presentó en Granada el día 13 de marzo, cuando la vio García Lorca por primera vez. Debajo, la Xirgu en otro momento de la representación, en una foto del archivo de la actriz.
La vieron interpretar Elektra. Aplaudirían a rabiar. Aquel tipo de teatro se alineaba perfectamente con los gustos renovadores de los jóvenes rinconcillistas. Nos consta que la familia García Lorca asistió varias veces a ver repertorio de aquel debut en Granada de la compañía de Margarita Xirgu. Imaginamos el flechazo que causó la Xirgu en el adolescente Federico, le calaría hondo. Si Echegaray, Benavente, los hermanos Álvarez Quintero, etc. se dedicaban a escribirle obras a aquella magnífica actriz, ¿por qué no podía hacerlo él? El teatro gustaba a rabiar en casa de los García Lorca. Los hermanos y las criadas representaban todo tipo de opúsculos ajenos o inventados por Federico.
Reencuentro en 1926; el principio de una gran amistad
Por si el flechazo por Margarita Xirgu hubiese sido poco, a los pocos meses se moría Antonio Segura Mesa, el maduro profesor de música que estaba a punto de convencer a los padres de Federico para que viajara a París a completar estudios musicales.
No obstante, en el Centro Artístico, en otras instituciones culturales y durante los viajes de estudios de 1916 y 1917, a Federico se le presentaba siempre como un gran músico en ciernes. Daba excelentes recitales de piano.
Tras casi mes y medio en Burgos (publicó cinco artículos en el Diario de Burgos), cuando regresó en septiembre a El Rinconcillo, sus amigos ampliaron el abanico de cualidades de Federico. Ya no sólo era un músico. Les enseñó lo que había publicado y los borradores de sus impresiones sobre Castilla. Eran la base de Impresiones y paisajes; su padre tardó muy pocas semanas en poner aquellos textos en manos de una imprenta para sacar a la calle una edición no venal del primer libro que había escrito su hijo. Y se lo dedicó a su profesor fallecido de música, no a su catedrático inspirador literario (Más adelante veremos la repercusión que tuvo este hecho).
Pero no sólo escribía artículos e impresiones, también intentaba meterle la pluma al ensayo y al teatro. En su mente continuaba muy presente la obsesión de escribir papeles trágicos para Margarita Xirgu. Lorca hablaba a sus amigos de las múltiples obras que tenía iniciadas para su actriz favorita, pero no acababa de cuajar ninguna.
A Federico no se le iba de la cabeza la actriz Margarita Xirgu, a pesar de haber entablado una estrecha relación profesional con la compañía de Martínez Sierra. Damos un salto enorme en el tiempo: llegó septiembre de 1925. El dramaturgo catalán Eduardo Marquina también trabajaba con la Xirgu. Lorca había acabado de escribir Mariana Pineda; se la dio a leer a Marquina, con el encargo de que se la hiciera llegar a Margarita Xirgu, a ver si le gustaba y accedía a ponerla en escena.
Pero se aproximó el verano de 1926 y no tenía noticias de Margarita Xirgu. Lorca había estado viajando entre Barcelona, Madrid y Granada. Comentó el tema con su madre Vicenta, extrañados ambos de que la actriz no le hubiese dado su opinión sobre Mariana Pineda. Su madre le recomendó que viniese a Granada, pues la compañía de Margarita iba a recalar unos días. Pero Lorca no vino a su ciudad.
Tras varias gestiones, averiguó que la obra todavía no había llegado a manos de Margarita Xirgu. No obstante, un golpe de suerte hizo que aquel verano ¡por fin! se vieran personalmente autor dramático principiante y actriz consagradísima.
“Toma la obra. Estoy segura de que Mariana Pineda te entusiasmará. García Lorca es un chico extraordinario, genial… Si vieras qué bien recita. Además, toca el piano y canta canciones populares, divinas”
Era evidente que Eduardo Marquina tenía el texto de Lorca olvidado en su casa y el encargo sin cumplir. Lydia le aseguró que Marquina prometió a Federico que se la haría llegar lo antes posible; de esto hacía meses (se la había dejado en septiembre de 1925). “Es de Federico García Lorca, un poeta nuevo… ¡Y qué poeta!, el mejor de los jóvenes” –le valoró Lydia Cabrera.
Margarita pidió a Lydia que hablase con Marquina para que le enviase de una vez aquella obra que ella desconocía. Pero Lydia anduvo ágil de reflejos y fue a buscar el libreto a casa de Marquina en un coche. Margarita había decidido comer en el Ritz, en tanto hacía tiempo para partir de vacaciones a Cataluña. “Toma la obra. Estoy segura de que Mariana Pineda te entusiasmará” –volvió a valorar Lydia- “García Lorca es un chico extraordinario, genial… Si vieras qué bien recita. Además, toca el piano y canta canciones populares, divinas”.
La Xirgu se extrañó de tantos intermediarios para hacerle llegar Mariana Pineda. Quería conocer al tal Federico García Lorca. Lydia Cabrera volvió a demostrar sus reflejos; llamó a la Residencia pidiendo hablar con Federico. Lorca se presentó en el Ritz en media hora. Los tres se sentaron a almorzar juntos. Y hablaron de su Mariana Pineda y de ellos. Federico le advirtió que la obra la había tenido Gregorio Martínez Sierra (con las actrices Catalina Bárcena y Pepita Díaz) y no había querido estrenarla. “No se preocupe, joven, si me gusta yo la estrenaré”, aseguro la Xirgu. Federico tenía 28 años, Margarita, 38.
Por tercera vez en su vida, Federico había cruzado la mirada fijamente con Margarita Xirgu. Él recordaba perfectamente cuándo y dónde fue la primera, tenía grabado el instante en su cabeza desde aquel 13 de marzo de 1915, en el teatro Cervantes de Granada. Mariana Pineda la había escrito pensando siempre en Margarita Xirgu; y otras más que estaba dispuesto a escribirle durante el resto de sus días. Pero Margarita ni siquiera recordaba a aquel grupo de estudiantes universitarios que asistieron al ensayo de Elektra en un teatro de provincias, once años atrás. ¡Eran tantos los estudiantes, profesores y aficionados que pasaban a verla a su camerino…! Cómo iba a recordar lo que le estaba contando el desconocido Federico. Ella era una diosa del teatro; iluminada sobre el escenario, era imposible fijarse y recordar los miles de ojos que la veían desde la oscuridad. Pero los de Federico llevaban once años clavados en los suyos. Margarita Xirgu metió el original de Mariana Pineda en su bolso y se fue a leerlo a Badalona.
Tampoco recordaba el baile de Carnaval en el Teatro Cervantes, donde volvieron a coincidir la noche del 11 de febrero de 1918.
Tras seis meses de zozobra sin tener noticias de la actriz, al fin se puso en contacto con él Cipriano Rivas Cherif, el director de escena de la compañía Xirgu. Le había encantado el drama, lo estrenarían en Barcelona. Mejor aún, lo harían con una escenografía dibujada por su íntimo amigo Salvador Dalí.
Aquel fue el comienzo de la gran amistad de Federico García Lorca con Margarita Xirgu. En los diez años siguientes, dieron varias vueltas a España representando sus obras. Hasta que en julio de 1936, el poeta compró un billete de barco para unirse a la compañía de Margarita que estaba de turné por América desde el pasado mes de enero; en su extenso repertorio (más de 50 obras) llevaba varios dramas de García Lorca. Y en la maleta traía el último: La casa de Bernarda Alba, otro papel trágico para la Xirgu. Pero se le ocurrió pasar antes por Granada para despedirse de su familia, y…
ESTRECHA RELACIÓN DE MARGARITA XIRGU CON GRANADA
Debían regresar después a Madrid para preparar el debut de la campaña de primavera en la capital, cosa que ocurriría el día 3 de abril. Por tanto, en Granada permanecieron desde el 11 hasta el 23 de marzo; Margarita y su marido vieron los principales monumentos de Granada los días 22 y 23, y esa misma noche tomaron el expreso en dirección a Madrid.
La prensa local hizo un detallado seguimiento informativo y de crítica a la compañía de Margarita Xirgu. Por los periodistas conocemos con detalle el repertorio que representaron y la aceptación que tuvieron sus obras. No era buen momento aquel 1915 para el teatro; Granada atravesaba una mala situación económica y eso se notaba en la asistencia de las clases trabajadoras a los espectáculos. Además, el teatro de la Xirgu era un tanto moderno para provincias. El director de la revista La Alhambra, Francisco de Paula Valladar, destacaba la atonía del teatro aquel año; recordaba con añoranza épocas anteriores en que las compañías permanecían más de un mes en cartel. Incluso las compañías de ópera habían renunciado a recalar en Granada. El teatro era el gran espectáculo de la ciudad, al que no había familia pudiente que no asistiera dos o tres veces por semana ni tuviera su propio palco reservado. Ese era el caso de la familia García Lorca, especialmente representado por la madre Vicente Lorca, que sentía debilidad por las tablas. Y sus hijos no eran menos.
Doña Vicenta, impresionada. Cartel anunciador de la campaña abril-mayo 1921 de la Compañía Xirgu en Granada, donde representaron doce obras. Vicenta Lorca Romero fue a ver “La hija de Yorio”; al día siguiente escribió a su hijo Federico la gran impresión que le había causado el dramatismo de la Xirgu.
Margarita Xirgu tenía en el año 1915 un repertorio de obras que casi rondaba el medio centenar. Cada día representaban una, o incluso dos. Durante su primera visita a Granada representaron las siguientes obras:
13 de marzo (sábado): El patio azul, de Santiago Rusiñol. La crítica la calificó de un tanto monótona. Y Elektra, la gran tragedia de Eurípides, con arreglos de Hugo Holfmannsthal y traducida al castellano por Eduardo Marquina y Joaquín Pena. En esta obra se lució Xirgu; incluso apareció una fotografía de la actriz en una revista caracterizada en ese papel.
14 de marzo: Primerose.
15 de marzo: La garra, de Linares Rivas. Suscitó discusiones entre gentes de derechas e izquierdas por entender que se trataba de una obra atrevidísima, revolucionaria para provincias. Trata de la indisolubilidad del matrimonio. La Xirgu estuvo magistral.
16 de marzo: Zazá, con Ricardo Puga haciendo pareja con Margarita.
17 de marzo: El amor tardío y Sangre gorda.
18 de marzo: Salomé, de Óscarl Wilde. Los críticos dijeron que Margarita Xirgu llegaba a la cumbre de su talento. “Triunfo definitivo, clamoroso”, escribía A. Cienfuegos en El Defensor de Granada.
19 de marzo: La dama de las camelias, de Alejandro Dumas. Formidable ovación.
20 de marzo: Hubo una función extraordinaria en la que la compañía representó El corazón manda, de Salvador Vilaregut; en el primer entreacto el tenor Aurelio Anglada entonó una sinfonía muy aplaudida.
21 de marzo: la compañía se despidió con Magda, de Sudermam.
Aunque, por lo general, la prensa local fue muy benevolente y predispuesta en las críticas, entre líneas se deja entrever cierta desazón. El balance final del crítico de El Defensor escribía que la Xirgu “se lleva unas gotas de amarga hiel de esta capital. No ha sido por ella, sino porque en Granada, desde un tiempo a esta parte, el público granadino ha correspondido con el mismo retraimiento a otros artistas beneméritos”.
El crítico de La Alhambra publicó un comentario tras asistir a las dos primeras representaciones. No se contuvo para criticar a los granadinos: “…impresionado aún por el arte exquisito de Margarita Xirgu, y por la triste realidad, por el convencimiento de que nuestro público sigue tan alejado como siempre del teatro. No sé, verdaderamente, qué es lo que sucede: ni el género chico ni el grande; ni la ópera, ni la comedia, ni la tragedia ni el drama sacan a nuestra sociedad de ese retraimiento en que se ha colocado”. Destacaba que hacía años que no había pasado por Granada una compañía, una actriz, unos escenarios, un vestuario tan completos. Y, sin embargo, el público seguía retraído. Quizás esta crónica del domingo 15 espoleó a los ciudadanos y acudieron después en mayor número, porque el programa anunciado se completó casi como estaba previsto.
La compañía de la Xirgu no debió llevarse muy buen recuerdo de su debut en Granada.
Asidua repetidora a los teatros granadinos
No obstante, Margarita Xirgu y su compañía teatral se convirtieron en asiduos y puntuales visitantes de los teatros de Granada a partir de entonces, la mayor parte de las veces coincidiendo con las fiestas del Carnaval, que eran muy potentes en Granada. Tanto, que los teatros adelantaban sus horarios para acabar a las doce de la noche y la gente pudiese ir a los bailes de máscaras del Centro Artístico y el Centro Mercantil.
En el invierno de 1918, la compañía de la Xirgu estuvo en el Teatro Isabel la Católica de Granada entre el 6 y 12 de febrero. Representó, entre otras, las siguientes obras: Fedra, El amigo manso, El patio azul, Rosas de otoño, El mal que nos hacen, Santa Juana, Lo que tú quieras, etc. De aquella gira destacamos dos anécdotas: la primera es el rotundo triunfo del actor local Paco Fuentes, que hacía pareja con Margarita; la segunda es la asistencia de la actriz y de su compañía al baile de Carnaval del Centro Artístico. Se conserva en el Archivo Municipal de la Ciudad una carta del director del Hotel Alameda, Miguel Ortiu, avisando que contarían con su presencia la noche del 11 de febrero; el baile fue en el Teatro Cervantes. Es de suponer que García Lorca, destacado miembro del Centro Artístico, estaría presente en aquel baile y tendría ocasión de coincidir con Margarita Xirgu; no conocemos si llegó a entablar conversación con ella.
Baile de Carnaval, 1918, con la Xirgu. En esta carta, el director del Hotel Alameda informa al Secretario del Centro Artístico que Margarita Xirgu y actores de su compañía asistirían al baile de carnaval en el Teatro Cervantes. Fue el 11 de febrero; esa misma noche, García Lorca escribió su enigmático poema “Carnaval. Visión interior”. Fuente: AHMG.
Aquella misma noche, tras acabar el baile, García Lorca escribió su poema Carnaval. Visión interior:
Todas las ilusiones con ansias de llegar
Si las rosas que huelen a mujer
Se marchitan en mi lento sollozar?
¿Acaso tuvo algo que ver la presencia de la Xirgu en aquel baile como inspiración? ¿Qué quiso transmitir? ¿Ansiaba acceder a su amistad a través de sus creaciones, que no acababan de llegar?
El año 1919, la Xirgu estrenó en Granada la obra Alimaña, de Eduardo Marquina. En el archivo Margarita Xirgu existe una carta del autor felicitándola por las buenas críticas cosechadas en esta ciudad.
En la campaña 1921 también estuvo la Xirgu en el teatro Isabel la Católica de Granada. Representaron doce funciones mediante un abono bastante asequible para las clases modestas. Las obras que más gustaron fueron Rosa de otoño y La hija de Yorio, del italiano D’Annuncio. El dato más interesante de aquella visita nos lo ofrece la propia madre de Federico García Lorca; su familia era muy asidua a los teatros e incluso estaba abonada a un palco. Vicenta Lorca Romero escribió al día siguiente a su hijo, que se encontraba en Madrid, el siguiente texto: “Anoche vi La hija de Yorio y te confieso que no me podía dormir. Esta Xirgu es una mujer tremenda para la tragedia”.
En las actividades del baile de Carnaval del Centro Artístico de 1922 también estuvo Federico García Lorca. Ocurrió entre el 26 y 28 de febrero; unos días antes, el 19, había pronunciado en aquellas mismas instalaciones su famosa conferencia sobre el Cante Jondo. Y unos meses después colaboró en la organización del Concurso del Cante Jondo en la Alhambra.
Bailes de Carnaval en el Teatro Cervantes. El Teatro Cervantes era utilizado los días de Carnaval para celebrar el baile organizado por el Centro Artístico; por entonces, esta asociación cultural tenía también sus oficinas en el mismo edificio; la función teatral de aquellas fechas se adelantaba para seguir con el baile. La fotografía de arriba corresponde al año 1922 (del 26 al 28 de febrero); unos días antes (el 19 de febrero), García Lorca había pronunciado en este edificio su conferencia “Importancia histórica y artística del canto primitivo andaluz, llamado cante jondo”. Después, siguió con los preparativos del Concurso de Cante Jondo en la Alhambra. La foto de debajo es de 1927. Fuente: AHMG.
En la primavera de 1926 también se desplazó a Granada la compañía de Margarita. Seguro que la actriz tendría ocasión de leer en primera página de El Defensor (día 3 de junio, Corpus) el poema con que Federico García Lorca obsequiaba a sus paisanos desde Madrid: La baladilla de los tres ríos. Pero no pudo desplazarse hasta Granada para saludar a Margarita y entregarle personalmente su obra dramática Mariana Pineda. Su madre le había advertido que lo hiciera así y se dejara de intermediarios, que no le estaban dando resultado para acceder a la primera actriz del momento.
Pero sin duda que la presencia de la compañía de Margarita Xirgu en Granada que mejor recuerdo ha dejado fue la de 1929. En aquel momento ya habían empatizado hasta lo insospechado la actriz y el poeta. Hacía más de un año que había estrenado Mariana Pineda en Barcelona y contaba las representaciones por éxitos. La Xirgu estrenó la obra en Granada el 29 de abril y 2 de mayo de 1929, en el Teatro Cervantes. En los días que estuvo aquí también puso en escena La noche iluminada, de Benavente.
Carnaval 1922, en la prensa. Esta instantánea también corresponde a los bailes de máscaras en el Teatro Cervantes. En la calle fue prohibido ir enmascarados. Esta foto fue publicada el 11 de marzo de 1922 en la revista Semana Gráfica.
Amigos, colegas, rinconcillistas y familia García Lorca les organizaron una comida-homenaje en el Hotel Alhambra Palace; este hecho ocurrió el 5 de mayo. Conocemos con todo detalle lo ocurrido y las personas que asistieron, gracias a una detallada crónica del 7 de mayo en El Defensor. De informar y preparar este homenaje se habían ocupado el director del periódico, Constantino Ruiz Carnero, y Francisco Oriol Catena (hermano de José Oriol Catena, compañero de estudios de Federico y quien estuvo presente en la visita al camerino de la Xirgu en 1915).
La reunión fue fotografiada por Torres Molina. Aquella fotografía fue publicada por la revista Granada Gráfica en su número de abril-mayo de 1929.
Estreno “Mariana Pineda” en Granada. Comida-homenaje a Margarita Xirgu y a García Lorca con motivo del estreno de Mariana Pineda en Granada (el estreno fue el 2 y el homenaje el 5 de mayo de 1929). Sentados aparecen Federico, Margarita Xirgu, Manuel de Falla, una actriz de la compañía y el padre de Federico. En la comida estuvieron los que aparecen y varios más (se puede ver el listado entero en El Defensor de 7 de mayo de 1929). Están varios catedráticos, rinconcillistas, familiares… Arriba, derecha, asoma la cabeza el director del El Defensor (Ruiz Carnero) y detrás de Federico aparece Francisco Oriol Catena, los organizadores del homenaje. También están Fernando de los Ríos, Luis Seco de Lucena, etc.
LORCA-BERRUETA: UNA ESTRECHA RELACIÓN QUE ACABÓ FATAL
Decía Luis Mariscal Parado, en su exilio chileno, que García Lorca conoció al catedrático Berrueta siendo el Músico del Rinconcillo, en 1914; sintió admiración por él durante tres cursos; se lo llevó a Burgos durante un mes y medio como su alumno favorito en el verano de 1917; regresó en septiembre de 1917 con vocación de literato; y medio años después dejaron de hablarse para siempre jamás.
Este podría ser el resumen de la breve, intensa y definitiva influencia que ejerció el catedrático de Teoría de la Literatura y Arte sobre su alumno Federico García Lorca. Decían que el futuro literato era su favorito, pero también lo dijeron antes de Antonio Gallego y Burín y del propio Luis Mariscal, quien fue el único alumno que se mantuvo absolutamente fiel a Berrueta hasta la prematura muerte del profesor.
Martín Domínguez Berrueta llegó a su cátedra de Granada en octubre de 1911, con 42 años cumplidos; y diez hijos de dos mujeres (hermanas), de los que murieron cinco antes que él. Nació en Salamanca el 30 de enero de 1869, pero tenía profundas raíces en Burgos. Antes de recalar definitivamente en Granada, había desarrollado una fructífera carrera en la Universidad de Salamanca, donde tuvo relación de amistad y polémica con Miguel de Unamuno; había dirigido el periódico El Lábaro durante más de quince años; y experimentado una nueva teoría didáctica cada verano con alumnos franceses. Krausista y alineado con la Institución Libre de Enseñanza, basaba su método en una estrecha relación con sus alumnos: debates, charlas, paseos, excursiones por la ciudad, visitas a los monumentos, conferencias, etc. Llegó a Granada precedido de bastante solvencia académica.
Nada más llegar, se imbricó en las instituciones culturales granadinas: Centro Artístico, Escuela Normal de Profesores, Liceo, Círculo Industrial, etc. Llevaba a los alumnos a su piso de la calle Tinajilla, 1, a mantener conversaciones sobre literatura, arte e historia. Se reunía con ellos todos los jueves para efectuar excursiones a los epicentros culturales de la ciudad. Comenzó a idear excursiones al campo, al estilo de las de Burgos; pero especialmente a los monumentos históricos y conventos. A cualquier actividad, excepto a los toros.
Domínguez Berrueta comenzó a solicitar subvenciones ya en el curso 1912-13 para organizar excursiones a conocer otras culturas y ciudades. Pero no consta que las obtuviera hasta el curso 1914-15. Sabía mover a la perfección los hilos de los medios de comunicación y de la política; consiguió visitar ministerios con sus alumnos; que se le franquearan conventos de clausura cerrados; e incluso que le abrieran la cripta de la Catedral de Granada para husmear en busca del cadáver de Alonso Cano. Tanto él como sus alumnos solían levantar acta fotográfica y escrita de sus principales excursiones (principalmente de los viajes). Nos dejó algunos de sus escritos en la revista universitaria Lucidarium, de la que sólo se publicaron dos números en 1916 y 1917, con colaboraciones de Antonio Machado y Miguel de Unamuno.
Principales hitos de Berrueta en Granada
En los nueve años que vivió en Granada, Domínguez Berrueta consiguió que le abrieran los Jardines del Generalife (entonces cerrados por ser propiedad privada, de los Marqueses de Campotéjar) para que los visitaran sus alumnos en dos ocasiones. Una visita les fue guiada por el propio arquitecto conservador de la Alhambra, Modesto Cendoya.
En 1914 obtuvo permiso de los canónigos de la Catedral de Granada para bajar a la cripta y rebuscar los restos de su admirado Alonso Cano; en la concesión del permiso seguro que influyó su alumno José Oriol Catena, a la sazón apadrinado del deán Luis López-Dóriga Meseguer. Bajó en varias ocasiones durante los dos años siguientes, hasta dar con una inscripción que ponía CANO.
También accedió a analizar las obras de arte que custodia el Monasterio de Santa Isabel la Real. Allí había una talla de un niño Jesús, procedente del extinto convento de San Antonio (junto a la muralla Alberzana), que él identificó como obra de Alonso Cano. Lo cuenta en la revista universitaria Lucidarium de una manera graciosa: las monjas se ruborizaban y se tapaban los ojos cuando comenzó a desvestir la imagen de palo.
Tanto Berrueta como su alumno preferido Luis Mariscal (Granada, 1895-Chile, 1941) organizaron –a su llegada- conferencias y exhibición de las fotografías que recogían los periplos del grupo por las ciudades y monumentos. Misteriosamente, en la cátedra de Berrueta en la Universidad, tras su muerte sólo sobrevivió una fotografía de las excursiones culturales locales (la del Patio de los Leones), mientras que de fuera había bastantes. Y estaba hecha en un estudio de los que existían fuera de la Alhambra, no en el propio monumento. Es muy probable que las excursiones por la ciudad o alrededores no las considerasen de enjundia suficiente como para fotografiarlas y comentarlas.
En 1917 fueron otros dos los viajes que organizó el catedrático Domínguez Berrueta con sus alumnos. Durante la primavera repitieron el viaje a Baeza y Córdoba. Pero sería la larguísima excursión del verano 1917 la que mayor repercusión tendría tanto para Berrueta como para García Lorca. Dice la biógrafa de Domínguez Berrueta (María Jesús Jabato) que “Lorca no era, por tanto, un estudiante vocacional de Literatura y Arte, disciplinas que impartía Berrueta, pero el entusiasmo del profesor en los viajes de estudios le contagió y fue decisivo en su determinación de escribir”. De hecho, García Lorca reconoció en varias ocasiones que debía buena parte de su vocación literaria a su profesor Berrueta.
Visita a Córdoba. Foto publicada el 22 de junio de 1916 en La Unión Ilustrada. Recoge la visita del grupo de Domínguez Berrueta con sus alumnos a Baeza, Úbeda, Córdoba y Ronda, entre el 8 y 18 de junio. En esta ocasión también les acompañó el catedrático de Lógica Fundamental, D. Alberto Gómez Izquierdo. Fueron siete los alumnos del grupo. García Lorca es el de traje claro y sombrero en la mano.
El grupo partió de Granada el 18 de julio de 1917; recorrió Madrid, Palencia, la provincia de Burgos y Valladolid durante las tres primeras semanas. Todos los alumnos, excepto García Lorca, regresaron a Granada; el futuro poeta se quedó a solas con Berrueta en Burgos varias semanas más, hasta su regreso el 5 de septiembre. En aquel mes y medio se produjo un cambio importante de Berrueta hacia Federico: se había convertido en su alumno favorito. El catedrático tiró de amistad con el director del Diario de Burgos y consiguió que García Lorca publicase nada menos que cinco artículos entre el 31 de julio y el 22 de agosto de 1917. Esos artículos en el periódico burgalés serían la base del primer libro Impresiones y Paisajes.
Viaje a Ávila. Octubre de 1916. En la fotografía aparecen Domínguez Berrueta, Ricardo Gómez Ortega, García Lorca y Luis Mariscal (el alumno más brillante de la carrera: casi todas matrículas de honor).
García Lorca regresó a Ganada eufórico. Sería literato. Y comenzó a preparar la edición de los textos que su padre pagaría a la imprenta de Ventura Traveset, de la calle Mesones. Pero ese año también afloraron las crudas disensiones de dos rinconcillistas hacia Domínguez Berrueta; ni a Constantino Ruiz Carnero ni a Mora Guarnido les caía bien el catedrático, al que acusaban de ensoberbecido y vanidoso por su fama; y así lo dejaron escrito en sus periódicos. Y para rematar el asunto, García Lorca cometió dos errores: el primero, disentir de las tesis de su profesor acerca de una escultura de San Bruno y casi ridiculizarlo (modificó el artículo a instancias de los rinconcillistas); la segunda, dedicar el libro Impresiones y paisajes al fallecido profesor de música Segura Mesa, en vez de a él, que se lo había inspirado en sus viajes por Castilla y le había solicitado que se lo prologase.
En Silos, 1917. Lorca aparece en el claustro del monasterio de Silos (tercero por la izquierda), junto a Domínguez Berrueta. Durante aquella estancia en Castilla publicó cinco artículos en el Diario de Burgos; esos textos fueron el germen de su primer libro Impresiones y paisajes (1918).
Berrueta recibió uno de los ejemplares dedicados por García Lorca en cuanto salió a la calle, a primeros de abril de 1918. No le gustó la dedicatoria ni verlo sin su prólogo. El profesor, ni corto ni perezoso, se lo devolvió malhumorado. Ahí cesaron para siempre las relaciones entre el maestro de literatura y el discípulo. Nunca más, en los dos años de vida que le quedaban a Domínguez Berrueta, volvieron a hablar.
Cartuja de Miraflores. El catedrático Domínguez Berrueta hizo el viaje a Castilla con sólo cinco alumnos. Federico García Lorca es el de atrás, sobre la escalinata junto a un monje encapuchado (foto de arriba) y el del sombrero blanco (en la foto de abajo). Estas fotos fueron publicadas el 15 de noviembre de 1916 en el Diario de Burgos y en Mundo Gráfico.
García Lorca debió sentir una sensación de liberación por aquella carga cuando se fue el catedrático, con sólo 51 años, camino del cementerio; era el 11 de julio de 1920. Curiosamente, fue enterrado en un panteón prestado del segundo patio del cementerio de San José de Granada, justo en la bóveda de encima donde también están enterrados Antonio Gallego y Burín y su hijo Gallego Morell, sucesores en la cátedra de Literatura de la Universidad.
Como últimas anécdotas cabe señalar que García Lorca ya no asistió nunca más a las clases de Berrueta ni fue a sus excursiones. El 1918 se incorporó al grupo de discípulos la primera mujer que pisó la Facultad de Letras de Granada, Joaquina Eguaras. Los problemas políticos al comienzo de 1919 acabaron con el proyecto educativo excursionista de Domínguez Berrueta en la Universidad granadina.
Hoy nada recuerda en Granada la importante labor realizada por Martín Domínguez Berrueta en la ciudad y su influencia en García Lorca. Al menos, Margarita Xirgu da nombre a una calle.
-Margarita Xirgu y su teatro, de Antonina Rodrigo.
-Muerte de un poeta, de Francisco Vigueras.
-Martín Domínguez Berrueta, de María Jesús Jabato Dehesa (2014).
-Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca, de Ian Gibson.
-Recuerdos míos, de Isabel García Lorca.
-El giro ideológico de Francisco Oriol Catena a través de sus artículos en la prensa granadina (1923-38), de Mercedes Oriol Vico (tesis inédita, 2014)
Otro reportaje de la serie dedicada a Federico García Lorca en la semana que se cumple el 81 aniversario de su asesinato: