ENCUENTRO CASUAL EN GRANADA EL DIA DE REYES DE 1893

Jacinto Benavente y la Emperatriz Sissi de Austria coincidieron con sus 'amantes' en la Alhambra

Cultura - Gabriel Pozo Felguera - Domingo, 4 de Junio de 2017
El periodista y escritor Gabriel Pozo Felguera nos desvela en esta nueva entrega de la historia de Granada menos conocida o que permanece en el anonimato la estancia en Granada que unió al Nobel Jacinto Benavente y a la Emperatriz de Austria Sissi, un día de Reyes de 1893. No te pierdas este fascinante relato.
Un reportaje que revela cómo Sisi la emperatriz y Jacinto Benavente coincidieron en la Alhambra.
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Un reportaje que revela cómo Sisi la emperatriz y Jacinto Benavente coincidieron en la Alhambra.
  • El dramaturgo vino acompañado de un amigo íntimo a visitar el monumento; la Emperatriz, rodeada de jóvenes efebos marineros de su yate Miramar
  • 84 hombres encendieron 400 bengalas en la Alcazaba y los Palacios para que Elisabeth de Austria contemplara el monumento nazarí iluminado por la noche
El Nobel Jacinto Benavente y la Emperatriz de Austria Sissi tuvieron algo en común: los dos coincidieron en una visita muy restringida a la Alhambra de Granada el día de Reyes de 1893; los dos iban acompañados de sus íntimos amigos (a quienes hoy calificaríamos abiertamente de amantes); los dos pasaron un tanto desapercibidos. Y ninguno de ellos regresó jamás a Granada. El primero estuvo “en espíritu” a través de las centenares de representaciones de sus obras en los teatros de la ciudad. La segunda, porque fue asesinada pocos años después. Sus firmas quedaron estampadas casi juntas en el libro de visitantes de la Alhambra de aquel día.

Aunque esta historia no empieza realmente en Granada, sino en el famoso Café Chicote de la Gran Vía de Madrid, en fecha imprecisa de la década de los años cuarenta o principios de los cincuenta, siglo XX. Allí se daba cita una tertulia de la gente de la farándula y literatura, al calor del barman Perico Chicote. Fue lugar de visita obligada para toda personalidad o actor de Hollywood que pisara Madrid.

A aquella tertulia era asiduo Jacinto Benavente (1866-1954), ya bien cargado de años, sabiduría y fama. Hacía más de un cuarto de siglo (1922) que había recibido el Premio Nobel de Literatura. Por allí deambulaba también el músico y compositor granadino Ángel Barrios (1882-1964), quien se había autoexiliado de Granada en busca de mejor ambiente para su futuro profesional (Su etapa madrileña se extendió entre 1939 y la fecha de su muerte).



Benavente-Barrios. Esta foto de la tertulia del Chicote está tomada hacia finales de la década de años 40 ó principios de los 50 del siglo XX. En el centro, marcado con una circunferencia, Jacinto Benavente a una edad avanzada. En el extremo derecho, el músico y compositor granadino Ángel Barrios. Ambos entablaron amistad por aquellos años en que Barrios se fue a vivir a Madrid. Foto propiedad del Archivo de la Alhambra (Autor: M. Santos Palas).

Ángel Barrios, embajador de Granada en Madrid

Ángel Barrios siempre hacía de embajador de las bellezas monumentales y musicales de su ciudad, tan inspiradoras de pintores, literatos y músicos que habían ido a inspirarse a ella. Benavente viajaba poco y odiaba asistir a los estrenos de sus obras, menos aún a provincias. Ángel Barrios debió recriminarle que el Nobel jamás hubiese venido a Granada. Benavente estuvo presto a contestarle que sí, que había estado una vez en Granada, cuando era muy joven, en compañía de un amigo íntimo de juventud; de esto hacía ya casi medio siglo.

El compositor Ángel Barrios le contó que su padre, Antonio Barrios El Polinario, tuvo una taberna-tienda enclavada en el corazón de la Alhambra, cuando la ciudadela era un pueblo dentro de un pueblo. Ya no existía, porque el Estado se la había expropiado en 1934 para restaurar aquel lugar (en realidad era baño de tiempos nazaritas; hoy acoge el Museo Ángel Barrios).

Y él tenía un pergamino de El Polinario, su padre, en el que habían firmado todos los artistas y personajes de fama que recalaron por la Alhambra entre finales del XIX y principios del siglo XX. Porque casi todos iban a parar a su tasca y desde allí se les buscaba alojamiento, manutención y guía. El pergamino había sido elaborado por Santiago Rusiñol en una de sus últimas estancias en Granada.



Pergamino de El Polinario. Este pergamino fue elaborado, posiblemente, por Santiago Rusiñol, cliente y amigo de Antonio Barrios, El Polinario. En él lo declara “Cónsul del arte en la Alhambra”. Aunque no hay seguridad, debió dibujarlo en la primera década del siglo XX. En el pergamino iban firmando los artistas y famosos que acudían por entonces a su taberna. Hay rúbricas identificables y otras ilegibles; las primeras fueron hechas en la propia taberna, hasta que fue expropiada en 1931. La de Jacinto Benavente aparece rodeada de un óvalo, aunque estampada ya en Madrid, adonde se lo llevó Ángel Barrios en 1939. Este pergamino es propiedad del Patronato de la Alhambra y se exhibe en el Museo Ángel Barrios.En la conversación entre Benavente y Barrios el primero recordó que su visita a Granada había tenido lugar el mismo día que la Emperatriz Sissi y que no firmó en el pergamino porque para entonces Benavente todavía no era nadie en el mundillo literario; acababa de publicar su primera obra. Y se alojó en una pensión a pocos metros de el Polinario. ¿Podría ser Pensión Alhambra? Podría haber sido.

Barrios y Benavente se citaron para después, con el famoso pergamino de por medio, y el escritor estampó su firma en él. Ocurría en Madrid casi cincuenta años después de haber visitado Granada por primera y única vez.

 El enigmático amigo íntimo de juventud

Jacinto Benavente explicó al compositor que viajó a Granada en compañía de un amigo íntimo de juventud. Y lo había hecho por recomendación de Nicolás María López Fernández (1863-1936), otro granadino que deambuló entre Granada-Madrid-Granada y fue amigo de Benavente. Nicolás María, durante los cinco años (1884-89) que estuvo en Madrid haciendo el doctorado en Filosofía y Letras, y opositando, había trabado amistad con Unamuno, Juan Ramón Jiménez, Benavente, etc. También con el granadino Ángel Ganivet que tuvo una historia paralela a la de su compañero por ser los dos miembros de la Cofradía del Avellano.

Todo el mundo de aquellos ambientes madrileños conocía perfectamente la opción homosexual de Jacinto Benavente. Suponemos que Ángel Barrios también. Pero a la edad que tenía Benavente en la tertulia de Chicote no era cuestión de ponerse a hablar de la vida sexual de cada uno. El dramaturgo recordaba perfectamente que el día de su visita a la Alhambra, junto con su amigo íntimo, firmaron en el libro de visitas del monumento. Lo hicieron inmediatamente después de la Emperatriz de Austria y de su séquito. Y aquel día no vieron a ningún visitante más por los palacios alhambreños. Eran fechas frías y la Alhambra apenas recibía turistas.



Pensión Alhambra. Era una casona de planta triangular con tres puestas y tres escaleras, situada junto al arco de acceso al actual Parador San Francisco. Fue adquirida por el Patronato de la Alhambra a comienzos de los años cincuenta y demolida. Su solar sirvió para dar continuidad a la calle Real, ampliar la placeta actual y dar acceso al Generalife. Esta pensión es probablemente el lugar que Benavente apunta como probable lugar de su estancia en Granada. Esta fotografía fue tomada por Torres Molina en 1925; pertenece al Archivo de la Alhambra.

Lo que no supo Benavente es que la Emperatriz Sissi hacía el viaje de incógnito, incluso utilizaba otro nombre, había pedido que no se revelase su identidad y se la molestara lo menos posible. La firma de la Emperatriz de Austria Elisabeth quedó estampada al comienzo de la página 143v del libro cuarto de visitas; el resto de la página fue dejado en blanco por cortesía. En la hoja enfrentada, la 144r, estamparon sus firmas una dama de compañía, el capitán del yate de Sissi y varios miembros de su personal de protección y compañía. También un malagueño que les acompañaba.

Justo debajo de ellos firmaron Jacinto Benavente y su amigo íntimo: Enrique de los Ríos. Y aquí es donde entramos en el resbaladizo terreno de quién era aquel misterioso acompañante de un Benavente que tenía 26 años cuando visitó la Alhambra por única vez. El dramaturgo fue muy cuidadoso en proteger su condición homosexual, aunque jamás la negó. Pero tampoco hizo ostentación de ella.





Firmas de Sissi y Benavente. El libro de visitas de la Alhambra correspondiente al 6 de enero de 1893. En el folio 143v figura sólo la firma de la Emperatriz de Austria, Elisabeth. Una condesa de su compañía firmó en la página enfrentada, la 144r; debajo figuran el capitán del Miramar y algunos oficiales de su tripulación y personal a su servicio. También el traductor malagueño que les acompañó. Justo debajo de la tripulación estamparon su firma Jacinto Benavente y su amigo Enrique de los Ríos. Curiosamente, Benavente hizo a sus 26 años la misma rúbrica que solía utilizar para firmar sus obras al final de su vida.

Cabe la posibilidad de que el misterioso Enrique de los Ríos pudiera haber sido un familiar de la escritora Blanca de los Ríos Nostench, quien tuvo cierta amistad y relación literaria con Benavente por aquella época (Incluso llegó a colaborar en la revista La vida literaria que dirigió Benavente en 1899). Blanca de los Ríos era sobrina del arqueólogo y escritor Amador de los Ríos. Esta amplia familia De los Ríos era originaria de Baena y Sevilla, aunque Blanca residió la mayor parte de su vida en Madrid. Pero hasta ahí podemos conjeturar.

La homosexualidad de Benavente

Los tiempos que tocó vivir a Jacinto Benavente no fueron los más apropiados para salir del armario. Más bien todo lo contrario, la homosexualidad era un estigma que te marginaba y te podía llevar a la muerte, como ocurrió con cientos de homosexuales cuarenta años después. De hecho, en los primeros tiempos del franquismo (hasta 1947) sufrió represalias de tipo político (por haberse amoldado a todos los regímenes anteriores) y por ser homosexual; se le prohibió poner su nombre en las carteleras de los teatros.

La crítica literaria habla de aires homoeróticos en sus Versos ya desde el mismo año de su visita a Granada, 1893. Luis Antonio de Villena escribe abiertamente de poesía gay de Benavente en Antología de la Poesía Gay y Lésbica (2002). Pero, sin duda, su homosexualidad nunca reconocida no le llevó a los límites que rozaron poetas de la siguiente generación, la del 27.

Uno de sus mejores biógrafos, F. Lázaro Carreter, aun dudando de la condición homosexual de Benavente llegó a decir que el dramaturgo nunca alardeó de serlo, simplemente nunca habló en público de ello. En cambio, Vicente Aleixandre sí se atrevió a reconocerlo como no heterosexual.

Sin embargo, sería Valle-Inclán quien abiertamente se lo dijo en la cara y en público. Por supuesto, ambos fueron enemigos literarios irreconciliables. (Otros autores adjudican la siguiente anécdota al crítico José  María Carretero Novillo (a) El caballero Andaluz): fuese con uno u otro, Benavente coincidió con su enemigo íntimo al salir de un espectáculo; nuestro dramaturgo no le cedió el paso, sino que se puso por delante de manera ostentosa. Benavente le quiso dar un zasca diciéndole “Lo siento, es que yo no cedo el paso a maricones”. Valle-Inclán o El caballero Andaluz le habría contestado: “Pues yo sí”.

A la única persona de su círculo que parece no le ocultó su condición fue a la actriz Margarita Xirgú. Así lo detectan los biógrafos de la gran actriz catalana. Llegó a decir que era homosexual no declarado y siempre lo ocultó.

Al menos, en el caso de su viaje a la Alhambra calificó a su acompañante de íntimo amigo. Que cada cual saque su conclusión. Enrique de los Ríos escribió su firma en el libro de visitas al lado de la de su amigo, con suave trazo de pluma.

El Nobel de Literatura que no olvidó Granada

Jacinto Benavente ya nunca más regresó a Granada. Al menos yo no he hallado ninguna nueva referencia a su presencia en esta ciudad. Y así me lo asegura Andrés Molinari, el hombre más erudito sobre temas teatrales granadinos. Por supuesto que la mayoría de sus obras fueron representadas en los teatros granadinos durante el medio siglo de vida largo que el maestro vivió del XX.

El mayor homenaje que recibió Benavente de otro granadino de su cuerda corrió por cuenta de Pepe Tamayo, director de teatro y zarzuela. Organizó uno de los mejores montajes de los Los intereses creados (sin duda la mejor producción de Benavente) y la estrenó en el Festival de Música y Danza de 1966, en el anfiteatro del Generalife. El montaje de José Tamayo se estrenó la noche del 5 de julio en el XV Festival; después estuvo de gira por toda España con su Compañía Lope de Vega.

Benavente mantuvo durante muchos años una magnífica relación con el granadino Nicolás María López Fernández (1863-1936). Este miembro de la Cofradía del Avellano se desenvolvió por el barrio de Atocha madrileño, donde también lo hacía Jacinto Benavente. Entablaron una relación durante los cinco años de licenciatura en Filosofía y Letras del primero (Nicolás estuvo en Madrid entre 1884 y 1889) que perduró toda su vida. Nicolás María regresó a Granada al conseguir plaza de bibliotecario en la Universidad, pero siguió manteniendo correspondencia con escritores que luego conformaron la base la Generación del 98. Acabó su vida en 1936 siendo notario.

Jacinto Benavente fue director (durante sus primeros 11 números) de la revista La vida literaria. En ese periodo vemos artículos y reportajes enviados desde Granada por Nicolás María; leemos uno de dos páginas referidos a Sierra Nevada (4 de febrero de 1899). Durante varios números de junio de 1899, la Vida anunció repetidamente que estaba preparando un suplemento especial sobre Granada, que suponemos elaboraba Nicolás María. El 27 de julio de 1899 también contemplamos un dibujo albaicinero firmado por G. Faura.





Revista La vida literaria. Páginas de la revista que dirigió Benavente en 1899 y en la que colaboró su amigo granadino Nicolás María López (sus artículos y firmas aparen en una misma página). Esta revista anunció un suplemento especial sobre Granada (que nunca fue publicado). En cambio, dedicó cuatro páginas a una “Estampa granadina”, con ilustraciones del Albayzín y del Sacromonte. Jacinto Benavente dirigió esta revista durante los once primeros números; le siguió en la dirección Leopoldo Alas Clarín.Poco después vemos que un tal José Ignacio de Alberti firmó una especie de cuento titulado “Escenas Granadinas, ¡Un ingrés”. Lleva tres ilustraciones típicas del Albayzín y del Sacromonte. Las páginas especiales sobre Granada debieron consistir en ese cuento o se quedaron sin publicar. ¿Qué pudo ocurrir? Pues que la dirección de Jacinto Benavente sólo duró hasta el número 11; los otros 20 números que sobrevivió la revista estuvieron bajo la dirección de Leopoldo Alas Clarín. Y éste ya no era amigo de Nicolás María López.

La emperatriz 'encantada de la grandiosidad de los monumentos de Granada'

La otra protagonista de nuestra historia en la Alhambra de aquel lejano día de Reyes de 1893 fue Elisabeth de Austria (1837-1898), la hermosa Sissi de las películas románticas. Siempre había sido una mujer desencajada en un tiempo que no era el suyo. Emperatriz de uno de los mayores imperios del momento, el Austro-Húngaro. Casada con el emperador Francisco José de Austria (1830-1916), todo le fue más o menos bien hasta que su único hijo varón, el príncipe heredero Rodolfo de Habsburgo-Lorena (1856-1889) murió de manera trágica: la versión romántica cuenta que se suicidó junto a su joven amante (¡tradición de familia!) la baronesa Vetsera (de 18 años); la versión más probable: murió asesinado por motivos políticos.

La realidad es que la emperatriz Sissi decidió huir de Viena. Se mandó construir un palacio en la isla de Corfú (el Achileon) y se hizo de un yate, el Miramar, para recorrer el Mediterráneo. Quizás huyendo de sus muchos fantasmas. Dicen que era mujer hermosísima y que, cuando consideró que envejecía, no se dejó retratar ni fotografiar. Admiraba la cultura griega, se rodeó de jóvenes efebos que la adulasen y compartieran con ella lo que quedaba de su antigua hermosura. El emperador quedó en Viena; desde tiempo atrás sus relaciones venían siendo más que frías; los dos buscaban emociones fuertes fuera del matrimonio. No obstante, a partir de la huida de Sissi al Mediterráneo, su correspondencia se volvió amistosa e incluso cálida. Los mejores amigos de la emperatriz eran el capitán del Miramar, un tal Wathel, y su joven profesor de griego, Constantin Christomanos.



Yate Miramar. En realidad, antes de ponerlo al servicio personal de Sissi, fue un buque de guerra de la marina imperial austrohúngara, con base en el puerto de Trieste. Su capitán titular era un tal Wathel. Tenía más de ochenta metros de eslora. Contaba con tres palos, dos chimeneas y dos ruedas paletas que le conferían una velocidad considerable. Precisaba de 167 tripulantes para su manejo. Esta embarcación llamaba la atención en el puerto que atracaba. 

Viaje de incógnito, pero publicado en los periódicos

A finales de 1892 le apeteció visitar el litoral mediterráneo de España. Pidió a la reina madre María Cristina de España, pariente suya, que se mantuviera su anonimato en las visitas a Mallorca, Valencia, Málaga, Granada, Córdoba, Sevilla, etc. y Aranjuez (donde pensaban encontrarse las primas, aunque finalmente no hubo encuentro). Decía ser la Condesa de Yuly.



Vagón de lujo. Desde 1874 Granada estuvo comunicada por ferrocarril con Málaga y Madrid a través de Bobadilla. En la foto (propiedad de F. F. E.) nos podemos hacer una idea de cómo pudo ser el vagón de lujo de Jorge Loring en que se desplazó Sissi a Granada. Medía poco más de siete metros. Todos los viajeros ilustres que llegaron a Granada hasta bien entrado el siglo XX lo hicieron por esta línea que acababa en la actual estación (por donde ahora construyen el AVE), pues la de Moreda aún no existía.

Pero el yate Miramar llamaba mucho la atención: era de los poquísimos que se veían con ruedas laterales, además de tener palos. Casi como un barco fluvial. Por eso la gente curioseaba en los puertos donde atracó. El incógnito no se mantuvo en ninguno de los muelles  españoles por los que fue pasando, salió en todos los periódicos. Le seguimos el rastro de su recorrido secreto:

28 diciembre 1892. El periódico Las Provincias de Valencia dio cuenta entre el 28 y 30 de diciembre de la presencia de la Emperatriz en su ciudad. Llamó mucho la atención su navío, el paseo y las compras que efectuó Sissi por las tiendas de la ciudad; y la visita a sus monumentos. También de que la única persona que subió al barco fue el cónsul de Austria.

1 enero 1893. Periódico Don Quijote: “La emperatriz de Austria se halla actualmente en España, en la isla de Mallorca, adonde ha ido a visitar a su pariente el archiduque Luis Salvador, que está allí establecido hace unos cuantos años”.

1 enero. La Correspondencia de España: (Valencia, 30. 9,15 horas). “La emperatriz de Austria ha visitado los edificios más notables de esta ciudad. Ha persistido en no recibir a las autoridades. La egregia viajera lleva como incógnito el título de Duquesa de Yuly. Probablemente marchará mañana, no sabiendo hacia dónde, pues se guarda la más absoluta reserva”.

2 enero. La Unión Católica (Málaga, 2. 8,15 noche): “Acaba de regresar a bordo de su magnífico yacht de recreo Miramar la emperatriz de Austria que esta mañana llegó a esta ciudad, saltando a tierra enseguida y recorriendo casi todas las calles y paseos de Málaga.

Ha visitado la Catedral y elogiado su mérito. El comandante del puerto ha visitado a Su Majestad imperial, la cual le manifestó deseos de no se le hicieran honores de ninguna clase.

Dícese que permanecerá en Málaga varios días, marchando luego a Granada”.

5 de enero. La Dinastía (Barcelona). “Una distinguida dama, la Emperatriz de Austria, ha visitado durante los últimos días del pasado mes algunos puertos del litoral del Mediterráneo, aunque siempre revestida del más riguroso incógnito.

La figura de la Emperatriz Isabel es una de las que destacan con mayor relieve en las cortes de Europa. Antes del trágico fin de su hijo el Príncipe imperial (…) dedicaba gran atención a su corte y al esplendor de su casa imperial (…)

Tal es la angustia de la viajera, que desde la tragedia del Mayerling (lugar de la muerte del Príncipe) una nube de tristeza amarga su vida y busca frecuentemente la distracción a sus pesares y recuerdos en las brisas del Mediterráneo embarcada a bordo de su yate”.

6 enero. El Día de Málaga: “Ayer salió de Málaga para Granada la emperatriz de Austria, que durante su estancia en la primera de dichas capitales ha visitado las posesiones “San José” de Heredia y “La Concepción” de Loring, y paseado por la Caleta y Valle de los Galanes.

Acompañan a S. M. imperial hasta Granada tres damas de la servidumbre y el jefe y oficiales del yate Miramar.

La Emperatriz permanecerá en Granada hasta el domingo y el mismo día regresará a Málaga para embarcarse en el yate, que zarpará inmediatamente”.

¡Por fin en Granada!

El séquito de la emperatriz Sissi llegó en tren a la Estación de Andaluces a bordo del vagón personal de la familia Loring el mismo día 5 de enero por la noche. Conocemos bastantes detalles de su estancia en Granada, que se prolongó hasta el día 9 de enero por la mañana. El Defensor de Granada publicó dos noticias sobre aquella regia visita, una extensa y confusa el día 7 y otra más breve y explicativa al día siguiente. El diario no hizo mayor seguimiento del tema, quizás por las presiones gubernativas. Las crónicas se pueden leer enteras en los recortes que reproducimos del periódico, pero voy a destacar algunos aspectos.



Crónicas en El Defensor de Granada. Este periódico granadino dedicó una amplia crónica a la visita de Sissi a Granada, aunque confusa e incompleta. Conocemos que visitó el Carmen de los Mártires, el Generalife y la Alhambra el día 6 de enero. Para los días 7 y 8 tenía previsto bajar a la ciudad a visitar los monumentos más importantes. Se fue encantada de la grandiosidad monumental de la ciudad. Por el otro recorte sabemos que las autoridades locales le obsequiaron con una iluminación nocturna de la Alhambra la noche del sábado 7, a base de 400 bengalas encendidas por 84 hombres.El hospedaje lo hizo en el hotel Washington Inving, el más lujoso de la ciudad, propiedad de los herederos de Ortiz. Por entonces, la planta hostelera era bastante deficiente en Granada; casi todas las pensiones y fondas estaban situadas en la calle Real de la Alhambra y aledaños. El segundo establecimiento hostelero más grande fue el Hostal Siete Suelos, situado pegado a la puerta de la muralla del mismo nombre, por su cara externa; había sido levantado hacia 1870.

Las visitas de aquel 6 de enero de 1893 fueron poquísimas en el monumento (sólo se ven tres más, además de las del cortejo de Sissi, Benavente y su amigo); ocurrieron a primera hora de la tarde, pues la noticia de El Defensor especifica que la Emperatriz visitó por la mañana el Carmen de los Mártires del general Calderón, almorzó y después se encaminó al Generalife y los Palacios.

La crónica periodística anunciaba que para los días siguientes, 7 y 8 de enero, Sissi tenía previsto bajar a la ciudad a visitar los principales monumentos. El Defensor se limitó a reproducir párrafos de lo publicado anteriormente por otros periódicos. Incluso cometió el error de confundir a su marido con su cuñado, pues dice que es la viuda del emperador Maximiliano de México fusilado en 1862.

También habla de que “en medicina es partidaria del sistema homeopático”. Con ello se refería a que fue una mujer casi vegetariana, obsesionada por cuidar su figura al máximo y andar todos los días al menos cinco kilómetros a paso ligero. A pesar de que tenía 55 años, su aspecto físico no debía estar demasiado deteriorado. Más bien al contrario, era esbelta (1,73 m.) y no llegaba a pesar cincuenta kilos. Una mujer que retenía parte de lo que mucho tuvo. Exigía que tanto sus damas de compañía como su personal del barco y servicio no sobrepasaran la treintena.  

Los amantes que tuvo se los llevó en secreto a la tumba. La emperatriz había hecho un pacto con el emperador desde muchos años atrás: cada uno sería permisivo con la vida sexual del otro, incluso colaboraría. Sissi conoció las relaciones de su esposo Francisco José con Anna Nahowski y Katharina Schatt; él conoció las de la emperatriz con el conde Gyula Anchassy (incluso se apuntó que la última princesa imperial se parecía demasiado a él).

Iluminaron la Alhambra para ella

Quizás la noticia más destacable sobre la visita de la Emperatriz de Austria a Granada sea la que nos ofrece El Defensor en su edición del día 8 de enero de 1893, refiriéndose al algo insólito ocurrido la noche anterior, sábado: LA ALHAMBRA ILUMINADA NOCTURNA. Es la primera referencia escrita que tenemos a un hecho similar; aunque probablemente ya se hubiera practicado tal ocurrencia en ocasiones anteriores.



Hotel Washington Irving. Hotel W. Irving (a la derecha). Aquí se alojó la Emperatriz con todo su séquito. Este fue el panorama que vio por 1893, cuanto todavía estaba en pie el Hostal Siete Suelos de la acera de enfrente. Este hotel parte de una fonda en las Ventillas a comienzos del siglo XIX, luego pasó a hostal Ortiz. Para 1893 era ya el hotel más lujoso de Granada, con sus sesenta habitaciones. Estuvo cerrado por reforma desde 1999 hasta 2016, en que reabrió con categoría de cinco estrellas. Esta fotografía fue tomada por José García Ayola hacia 1890-95.

El periódico decía: “La Emperatriz de Austria había manifestado deseos de ver iluminado el Alcázar árabe y enterados los señores alcalde accidental [Tejeiro había dimitido dos meses antes por la negativa de la Regente María Cristina a venir a Granada] y gobernador civil, dispusieron por su parte contemplar el cuadro de hermosura que disponía la realización de aquel propósito.

El Sr. Peña ordenó se hicieran los preparativos oportunos, y a las seis de la noche había ayer 84 individuos en todos los paseos de la Alhambra esperando la señal convenida para quemar 400 bengalas”.

Esta crónica del segundo día fue más detallada: nos permite conocer que la visita a la Alhambra iluminada de noche fue guiada por el entonces director, Mariano Contreras. Comenzaron encendiéndole las bengalas por el Patio de la Alberca, Salón de Embajadores y Patio de los Leones. El recorrido del bosque se lo fueron iluminando a medida que se dirigía al hotel propiedad de la familia Ortiz.

El programa del día siguiente, el 8, consistió en visitar la Cartuja, Catedral, Capilla Real, San Jerónimo, San Juan de Dios, la Alcaicería, el Corral del Carbón, el palacio del Duque de Gor (actual Condes de Gabia) y de Francisco Medina. Efectuó compras en las calles céntricas y la Alcaicería.

Tras tres extenuantes días de visita turística por Granada, la última emperatriz europea del romanticismo abandonó Granada en dirección Málaga a las nueve de la mañana del día 9. Tardó casi doce horas en el camino de regreso a Málaga. Lo sabemos por la crónica de otro periódico: 10 enero. El Liberal (Málaga, 9. 10 noche): “Ha regresado de Granada la emperatriz de Austria. Viene encantada de la grandiosidad de los monumentos granadinos y se cree que mañana marchará de Málaga con desino a Cádiz. Sigue guardando riguroso incógnito. Elogia mucho la benignidad de nuestro clima”.

Si puedes ampliar estas informaciones: redaccion@elindependientedegranada.es