'Granada ¿adónde vas sin escopeta?'
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Hasta 1980 todas las ciudades andaluzas reconocían de facto a Granada como capital cultural; hoy esa percepción ha quedado rebasada y obsoleta
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Desde 1986, nuestra ciudad es la más insistente: ha estado presentando, retirando y volviendo a barajar candidatura a los turnos que han correspondido a España
La capitalidad cultural antes del Estatuto. En tiempos A. de E. (antes del Estatuto de Autonomía) existieron Andalucía y el Reino de Granada. Luego sustituidos por las expresiones Andalucía Oriental y Andalucía Occidental. Llamar Andalucía Oriental a Granada me valió una reprimenda del primer presidente de la Junta condenado por los EREs durante una entrevista. Para él, sólo hay una Andalucía, con sus partes Este, Oeste, Costa e interior. Le acepté pulpo como animal de compañía.
Una de las principales que siempre definieron a Granada fue reconocerla históricamente como capital cultural de las Andalucías. Se vino haciendo de facto históricamente y creo que de manera bastante incuestionable. En tanto que en Granada se aceptaba, también de facto, que Sevilla era la capital representativa
Cada una de esas partes de Andalucía tienen sus propias características. Una de las principales que siempre definieron a Granada fue reconocerla históricamente como capital cultural de las Andalucías. Se vino haciendo de facto históricamente y creo que de manera bastante incuestionable. En tanto que en Granada se aceptaba, también de facto, que Sevilla era la capital representativa.
En el año 1979, cuando se empezó a negociar la redacción del Estatuto de Autonomía de Andalucía, casi nadie cuestionó que Sevilla era la capital política y debía ser la sede del Consejo de Gobierno. Se cuestionó tímidamente la sede del Parlamento, pero se aceptó también Sevilla. Aunque hubo tiras y aflojas para repartir las consejerías. Que finalmente también cayeron todas en Sevilla.
Llegado el momento de hablar de la tercera pata, la administración de Justicia, pocos cuestionaron que Granada debería ser sede del Tribunal Superior de Justicia (TSJA). Por aquello de la tradición de ser la segunda Real Chancillería desde 1505. Otra cosa muy distinta ha sido la realidad; la sala de gobierno está en Granada, pero la potencia de salas es mucho mayor en Sevilla y Málaga. Simplemente, por aquello de que hay mayor tráfico judicial.
No se habló en el Estatuto del poder militar. Eso no era competencia autonómica ni materia trasferible. Y ahí nos la clavaron; de ser histórica capitanía militar se perdió en 1984 esta institución por cuestiones de rediseño estratégico. A cambio, Granada recibió migajas con el MADOC, la Universidad Euroárabe y el Consejo Consultivo.
Durante la negociación del Estatuto, la representación granadina planteó que se nos reconociera la capitalidad cultural en el texto. Que pocos cuestionaban por entonces por tradición. Pero ahí levantó su voz la potente representación malagueña y también quiso que se nombrara a Málaga como capital económica de Andalucía
Durante la negociación del Estatuto, la representación granadina planteó que se nos reconociera la capitalidad cultural en el texto. Que pocos cuestionaban por entonces por tradición. Pero ahí levantó su voz la potente representación malagueña y también quiso que se nombrara a Málaga como capital económica de Andalucía. ¿Y por qué no Jaén como capital del aceite?, añadió un jienense. La solución final fue no abrir ese melón, dejar el Estatuto como está, reconociendo la posibilidad de que “por ley del Parlamento andaluz se podrán establecer sedes de organismos o instituciones de la Comunidad Autónoma en distintas ciudades de Andalucía, salvo aquellas sedes establecidas en este Estatuto” (art. 4.3).
En suma, que Granada no fue reconocida como capitalidad cultural de Andalucía por ley en 1980. Aquella situación de primacía cultural de facto que decía ostentar Granada hace 44 años ha dado un vuelco radical en la actualidad. En este casi medio siglo, el tren cultural de Granada ha continuado avanzando a su misma velocidad, o incluso menor, en tanto que Sevilla, Málaga, Córdoba y Jerez lo han hecho a otro ritmo. Bastante más fuerte y acompasado, con mejores inversiones privadas y públicas.
Aquella capitalidad de facto que nadie o pocos discutían a Granada hace medio siglo hoy nos la disputan casi todos. Y, lamentablemente, nos mojan la oreja en muchos casos
Aquella capitalidad de facto que nadie o pocos discutían a Granada hace medio siglo hoy nos la disputan casi todos. Y, lamentablemente, nos mojan la oreja en muchos casos. Porque en Granada nos hemos dedicado a mirarnos el ombligo y hacer política cultural de camarilla. Guardo dos docenas de artículos en los que ya desde aquellos tiempos se denunciaba ese empobrecimiento a base de políticas pesebristas. Los escritores más beligerantes fueron Juan José Ruiz Molinero y José García Ladrón de Guevara. Sus temores y premoniciones se han ido cumpliendo. No quiero abrir la caja de los botones, repletos de muchas muestras para abrochar ojales y cerrar bocas de la hornada de gestores políticos mediocres que hemos soportado. Y continuamos padeciendo.
En el año 1985, los parlamentarios socialistas granadinos alzaban sus voces para reivindicar ante el Gobierno Andaluz la capitalidad cultural para Granada. Pero quedó sólo en eso, palabras que ya no alcanzaron ser recogidas en el Estatuto ni en ninguna ley que lo desarrolle
Ya en 1983 lo advertía el alcalde Antonio Jara durante su primera campaña electoral como cabeza de lista de su partido: “Si no se dinamiza culturalmente la sociedad granadina, hablar de capitalidad cultural será una falacia” (Mayo de 1983). Bien sabía que en otras capitales andaluzas empezaba a moverse algo que aquí estaba mortecino. Al menos, se consiguió que la Biblioteca de Andalucía viniese a Granada. En principio iría en el edificio de Niñas Nobles, aunque años después hubo dinero para hacer la sede actual.
En el año 1985, los parlamentarios socialistas granadinos alzaban sus voces para reivindicar ante el Gobierno Andaluz la capitalidad cultural para Granada. Pero quedó sólo en eso, palabras que ya no alcanzaron ser recogidas en el Estatuto ni en ninguna ley que lo desarrolle.
Un evento de tipo europeo era, sin duda, el mejor escaparate de promoción y pretexto para modernizar infraestructuras de toda clase. Sobre todo, si se hacían con ayuda de dineros comunitarios y estatales
Capitalidad Cultural después de la UE. En 1986 España entró como miembro de pleno derecho en la Comunidad Europea (UE). Justo cuando la griega Melina Mercuri se inventó señalar cada año una o dos ciudades de sus países miembros como capitalidad cultural. Con lo que eso llevaría acarreado para promocionar y vender sus atractivos patrimoniales, culturales y turísticos al resto del mundo. Se haría de manera rotatoria, de manera que a España le tocaría por vez primera en el año 1992. Aquel de las Olimpíadas para Barcelona y la Expo Universal para Sevilla.
Un evento de tipo europeo era, sin duda, el mejor escaparate de promoción y pretexto para modernizar infraestructuras de toda clase. Sobre todo, si se hacían con ayuda de dineros comunitarios y estatales.
Las aspirantes fueron Córdoba, Sevilla, Madrid, Salamanca, Granada y Santiago de Compostela. Tres reinos taifas andaluces compitiendo con otras tres de Despeñaperros hacia arriba
Ya en enero de 1986, nada más salir la convocatoria del Parlamento Europeo, Granada se lanzó a apuntarse para competir por la capitalidad cultural europea en su edición del año 1992. Asieron el asunto con toda ilusión la concejala Mariló García Cotarelo y José Miguel Castillo Higueras. Al día siguiente se nos sumaron Córdoba y Sevilla. Quedaba claro que en tan pocos años desde la firma del Estatuto, nuestras “hermanas” andaluzas habían dejado de reconocernos y respetarnos como capital cultural de facto e histórica. Lo de Córdoba era medio entendible, además de ser convertida en principal nudo ferroviario del AVE del Sur, también quería parte de migajas del riego millonario que la Expo llevó a Sevilla. El caso de Sevilla fue menos entendido en Granada; no sólo acaparó la Expo, también competía contra Granada por la capitalidad. Las Andalucías, la Oriental y la Occidental, peleaban por el mismo objetivo. Y el Gobierno andaluz sin mover un dedo en busca de solución. En 1987, Presidencia del Gobierno cerró el plazo de admisión de candidaturas españolas para enviar sólo una a Bruselas. Las aspirantes fueron Córdoba, Sevilla, Madrid, Salamanca, Granada y Santiago de Compostela. Tres reinos taifas andaluces compitiendo con otras tres de Despeñaperros hacia arriba.
La desilusión y el descalabro fueron terribles en Granada cuando en 1988 se conoció la decisión adoptada por el Gobierno: Madrid obtendría la capitalidad cultural europea para 1992. Era lógico en cierto modo, tras Sevilla con su Expo y Barcelona con sus juegos olímpicos
La desilusión y el descalabro fueron terribles en Granada cuando en 1988 se conoció la decisión adoptada por el Gobierno: Madrid obtendría la capitalidad cultural europea para 1992. Era lógico en cierto modo, tras Sevilla con su Expo y Barcelona con sus juegos olímpicos. Madrid recibía un premio de consolación que, por otra parte, no precisaba apenas de inversiones adicionales. Porque la capital de España acumulaba más infraestructuras y programación que entre todas las demás candidatas juntas.
De aquel año me quedó la imagen que da título a este artículo. A pesar de todo el trabajo hecho por José Miguel y Mariló, se dieron cuenta de que era imposible competir con Madrid. Lo comprendieron cuando se les secaron las lágrimas de los ojos. Me contaba José Miguel Castillo, con su retranca personal, que aquel día de 1988 se sintió como el joven gañán que va a proponer matrimonio a la hija de un terrateniente de pueblo; el padre, al conocer sus pretensiones le espeta: “Blas ¿A dónde vas sin escopeta? Este conejo no es para ti”. Evidentemente, aquella era mucha pieza para tan poca arma como llevaba Granada.
Granada decidió lamerse entonces sus heridas concentrando sus expectativas en el Campeonato del Mundo de Esquí Alpino 1995
Granada decidió lamerse entonces sus heridas concentrando sus expectativas en el Campeonato del Mundo de Esquí Alpino 1995. Ésa iba a ser la nueva percha en la que colgar las expectativas de desarrollo de infraestructuras. En el Ayuntamiento de Granada habían descubierto que esta ciudad era propietaria de buena parte de los terrenos de Solynieve, adquiridos por el alcalde Manuel Sola en los años sesenta. El esquí estaba de moda y con futuro. Así es que aquel pretexto sí resultó efectivo para la provincia de Granada. En aquella percha del Campeonato de Esquí se colgaron mejoras en infraestructuras y se consiguió el Estadio Municipal de los Cármenes, Palacio de Congresos, etc. Hubo varias realidades palpables. Sólo sufrimos el contratiempo de falta de nieve para 1995 y su traslado a 1996.
El siguiente turno de capitalidad cultural que tocó a España fue en el año 2000; fue un año en que se regalaron candidaturas a nueve países, por aquello del Milenio. La ciudad de Granada no se consideró curada del anterior disgusto y no presentó candidatura a la preselección nacional. Se la llevó la ciudad de Santiago de Compostela.
La elegida por Moncloa aquel año 2002 fue la ciudad de Salamanca. De la candidatura granadina trascendió que el gobierno municipal sólo se había molestado en presentar un informe de dos folios
En el turno de 2002 se decidió que fuesen dos países, Bélgica y España. Granada empezó a tontear con su presentación. La entonces consejera de Cultura, Carmen Calvo, mostró su apoyo explícito al gobierno municipal de Díaz Berbel (PP) para que se presentara. El alcalde, que también era senador, pidió al Senado su apoyo explícito a Granada. También se barajaban los nombres de Valencia y Salamanca. La elegida por Moncloa aquel año 2002 fue la ciudad de Salamanca. De la candidatura granadina trascendió que el gobierno municipal sólo se había molestado en presentar un informe de dos folios.
Aquella decepción fue la que creó en mi memoria una nueva metáfora, la del avutardo. Me pareció que los próceres de Granada habían estado entretenidos durante meses con su parada nupcial, ahuecando alas y emperifollándose para pisar una avutarda que creían rendida a sus pies; luego llegó otro pavo y acertó en la diana.
Los años siguientes sirvieron para constatar ─y así lo contaba la prensa─ que la supuesta potencia y capitalidad cultural de facto granadina había sido rebasada al menos por Sevilla y Málaga
Los años siguientes sirvieron para constatar ─y así lo contaba la prensa─ que la supuesta potencia y capitalidad cultural de facto granadina había sido rebasada al menos por Sevilla y Málaga. El Museo Picasso, la Aduana, la Orquesta Sinfónica, el Teatro la Maestranza, la bienal de Flamenco, etc., etc. eran muestras palpables. En tanto que en Granada se continuaba derrochando saliva y tinta con el imaginario teatro de la ópera, el museo de la ciudad, etc. Menos mal que la iniciativa privada en música y otros campos compensaba la parálisis institucional. También una gran oferta de asociaciones y colectivos particulares. Porque, desde el poder, se sigue confundiendo oferta y actividad cultural con ofertas turística, semanasantera y tapera. Y en esto último sí que Granada es una potencia.
Granada ha estado cancaneando y yendo de calamonazo en calamonazo cada vez que se ha hablado de capitalidad cultural. Sin ningún rubor
Granada ha estado cancaneando y yendo de calamonazo en calamonazo cada vez que se ha hablado de capitalidad cultural. Sin ningún rubor.
En el año 2005, con la llegada de José Torres Hurtado a la alcaldía, volvió a desempolvarse el nuevo proyecto de capitalidad cultural. En este caso para la edición de 2016, cuarto turno que tocaba a España. Desde la Junta de Andalucía y desde el Gobierno de Madrid se invitó a Granada a sumarse a la iniciativa y a competir con otro puñado de capitales españolas. Habían anunciado también su presentación nuestras vecinas Córdoba y Málaga (Andalucía es curiosamente la única comunidad que siempre presenta candidatos que compiten entre sí). Los platos fuertes de nuestra candidatura iban a ser la Escuela del Circo y el Museo de la Ciudad en el edificio Banco de España. Al menos eso se publicaba en octubre de 2005.
Pero, sorpresivamente, un mes más tarde, el Ayuntamiento renunció a presentar candidatura. Retiraba lo dicho hasta entonces. Nunca se explicaron claramente los motivos
Pero, sorpresivamente, un mes más tarde, el Ayuntamiento renunció a presentar candidatura. Retiraba lo dicho hasta entonces. Nunca se explicaron claramente los motivos. Se culpó a extrañas maniobras del llamado Bureau Internacional de Capitales Culturales practicados en el cobro de comisiones en Hispanoamérica. Los grupos políticos de la oposición municipal quedaron asombrados, toda vez que habían apoyado la iniciativa.
En las elecciones municipales de 2007 volvió a esgrimirse la capitalidad cultural europea. El candidato socialista Javier Torres Vela centró en ello buena parte de su programa y sus mítines. Además de construir 10.000 viviendas para bajar el precio de los hogares. Perdió, volvió a repetir Torres Hurtado; no hubo diez mil viviendas, pero sí empezó a mover otra vez la candidatura a capitalidad cultural para Granada. Esta vez para el turno de 2031.
Hasta que al alcalde Torres Hurtado lo arrojaron por la ventana sus propios partidarios y trajeron la inestabilidad al Ayuntamiento. La candidatura debía seguir larvada e inerte por algún cajón municipal. O quizá in péctore de algún político.
Nuevamente, Andalucía vuelve a presentarse con dos reinos taifas. Esto hace que el gobierno regional tenga el corazón 'partío', no ponga paz y silbe mirando al cielo
Y en junio de 2023 tocó otra vez el turno al PP con mayoría absoluta de Marifrán Carazo. A los seis meses de tomar posesión empezó a mover la candidatura de 2031. Esta vez parece que iba más en serio. Se nombraron comités, comisarios, se empezó a recabar apoyos, a definir un proyecto de enjundia. Y en eso están enfrascados. Tienen todo este año por delante para armarse de argumentos. Los necesitarán, porque cada vez hay más competencia y las ciudades se lo toman más en serio.
A Granada la van a acompañar también otra media docena de ciudades en esta preselección. Serán Oviedo, Las Palmas, Cáceres, Jerez, Burgos y Toledo. Nuevamente, Andalucía vuelve a presentarse con dos reinos taifas. Esto hace que el gobierno regional tenga el corazón partío, no ponga paz y silbe mirando al cielo.
Por lo pronto, nos encontramos en lo que yo llamaba fase de parada nupcial un poco más arriba: impresionar, seducir, asombrar, conmover, calar
Las candidaturas en esta ocasión están más equilibradas en cuanto a potencia de sus ofertas. Pero a partir de aquí, todo es impredecible. El comité de diez sabios que analizarán los proyectos es inescrutable. Bien sabemos que en estas decisiones se sopesan muchos factores, entran en juego muchos contrapesos y repartos de poder. Cada una tiene sus ventajas competitivas y sus lastres. También habrá componendas. Muchos intereses creados. Dicen que tienen ligera ventaja Toledo y Granada, por este orden. Por lo pronto, nos encontramos en lo que yo llamaba fase de parada nupcial un poco más arriba: impresionar, seducir, asombrar, conmover, calar.
Granada no debe creerse nada por anticipado. Pero tampoco tener el complejo de Blas, el que iba a cazar si escopeta
Granada no debe creerse nada por anticipado. Pero tampoco tener el complejo de Blas, el que iba a cazar sin escopeta. Debemos ser conscientes de que contamos con una posibilidad entre siete (1/7ª) de ser nominados ciudad ganadora y candidata ante la Comisión de Bruselas. Nada más. Y no va a ser sólo una lotería.
No quiero revivir la tercera imagen que arrastro desde muchos años con esta capitalidad. A ver si esta vez no somos persona crédula, sino asno que no tropieza dos veces en la misma piedra.