Inagra en Navidad
HISTORIA DE UNA ESCULTURA MALTRATADA

De Emperador Carlos V a “manco de Lepanto”: diecisiete años amputado

Cultura - Gabriel Pozo Felguera - Domingo, 29 de Diciembre de 2024
Tras la inocentada de este sábado, Gabriel Pozo Felguera nos ofrece en este excepcional reportaje la historia de la estatua de Carlos V, en la Plaza de la Universidad, y de los actos vandálicos, de la inacción de Cultura y de los fracasados intentos de restauraciones sucesivas. En 2026 se conmemorará los quinientos años de la visita del monarca a Granada, con su principal estatua degradada, si alguien no lo remedia.
La estatua sigue mutilada desde hace tres lustros por la mitad del brazo. También le faltan el antebrazo, la mano y la cruceta del espadón.
Indegranada
La estatua sigue mutilada desde hace tres lustros por la mitad del brazo. También le faltan el antebrazo, la mano y la cruceta del espadón.
  • El año 2026 se conmemora el V Centenario de la estancia del rey Austria en Granada sin que nadie se ocupe de restaurar y proteger su estatua

  • Cultura rechazó colocarle medidas de protección o que sea reemplazada por la de bronce que hay en el Hospital Real

Lleva con el brazo y la espada destrozados desde hace más de diecisiete años. A cada arreglo sucedía un nuevo destrozo, una gamberrada. La estatua en homenaje del Emperador Carlos V en la Plaza de la Universidad sigue abandonada a su suerte por los responsables de mantenerla y protegerla (el Ayuntamiento). Ha sido un monumento nada respetado desde poco después de su instalación, en 1948, objeto de todo tipo de burlas y agresiones. El año 2026 se cumplirán cinco siglos de la estancia de la Corte carolina en Granada; estamos en el V centenario de la Catedral que aprobó a regañadientes y financió; será en 2031 el V Centenario de la Universidad creada por este primer rey de la Casa de Austria. Y su estatua no tiene visos de que vaya a ser arreglada y reforzada en fechas próximas. Fue colocada en un lugar descontextualizado, hecha de piedra blanda por escasez presupuestaria para copiarla en bronce. Un bizcocho a la puerta de un colegio. La gente ya no la llama estatua del Emperador, sino del “manco de Lepanto” tras llevar más de un cuarto de su existencia con el brazo y su arma perdidos.

Lo que vemos hoy en la Plaza de la Universidad no es lo que imaginó al principio el alcalde Antonio Gallego Burín. Una de sus principales obras de reforma interior consistió en dar una vuelta al aspecto de las calles que rodeaban la Catedral y aledaños

Lo que vemos hoy en la Plaza de la Universidad no es lo que imaginó al principio el alcalde Antonio Gallego Burín. Una de sus principales obras de reforma interior consistió en dar una vuelta al aspecto de las calles que rodeaban la Catedral y aledaños. Movió y recortó la verja de la Capilla Real; escalonó la Plaza de las Pasiegas con grandes losas de piedra de Sierra Elvira, separando claramente los espacios del atrio del templo y la plaza-mercado-aparcamiento. También habilitó el frontal del Sagrario con la colocación de la estatua de Alonso Cano (obra de Antonio Cano Correa, 1943).

El sitio que más sonaba era frente a la puerta de la Curia. La Plaza de las Pasiegas era por entonces un aparcamiento para carga y descarga de mercancías de los mercados próximos

Pasados unos años, el alcalde quiso poner de actualidad el importantísimo papel que el Emperador Carlos V había jugado en el diseño de la Granada cristiana y renacentista a principios del siglo XVI. Era propio del lenguaje imperial franquista del momento; además, en 1949 se iba a cumplir el IV centenario de las estatuas del Emperador, obras de los escultores Leoni, padre e hijo. El alcalde granadino ideó dedicar una a este rey y barajó el entorno de la Catedral como lugar más idóneo donde ubicarla. Era el sitio donde mayor y más importante número de edificios había creado durante su estancia de seis meses en Granada: la Catedral cambiada de traza gótica a renacentista; la Universidad Vieja (Curia); y los Colegios de la Santa Fe y Moriscos (solar de la actual Pasiegas). El sitio que más sonaba era frente a la puerta de la Curia. La Plaza de las Pasiegas era por entonces un aparcamiento para carga y descarga de mercancías de los mercados próximos.

No se sabe el motivo de su cambio de opinión, pero al final la ubicación de la estatua de Carlos V fue a parar a la Plaza de la Universidad. Ese punto surgió como segunda opción

No se sabe el motivo de su cambio de opinión, pero al final la ubicación de la estatua de Carlos V fue a parar a la Plaza de la Universidad. Ese punto surgió como segunda opción. Se justificó por estar enfrente del Colegio de San Pablo, desde 1769 sede de la Universidad Literaria. Pero que nada tenía que ver con Carlos V. Este espacio empezó a ser conformado por la Compañía de Jesús a partir de 1556 y se desarrolló durante el reinado de su hijo Felipe II. Es decir, el monumento a Carlos V fue colocado completamente fuera de lugar. A finales del XIX surgió la moda de erigir monumentos; siempre que se habló hasta entonces de colocar algún homenaje en la Plaza de la Universidad se barajaron nombres relacionados con los jesuitas. Pero también se descartaban por la maldición que pesaba sobre ellos desde su expulsión en 1767.

La situaron con el espacio mínimo necesario para permitir el paso del tranvía que transitaba por allí desde principios del siglo XX

La elección del punto donde colocar el pedestal no fue la más afortunada, entonces. La situaron con el espacio mínimo necesario para permitir el paso del tranvía que transitaba por allí desde principios del siglo XX. Los viajeros apostaban quién era capaz de alargar el brazo para tocar el monumento por lo cerca que pasaban los tranvías (cuyos raíles fueron retirados un poco). Los cables del trole sobrevolaban y chisporroteaban sobre la cabeza del Emperador.

La Plaza de la Universidad a principios de los años sesenta, despejada de automóviles y terrazas de bares. Se ve el tendido de raíles y catenaria del tranvía. FOTO PEPE ROMERO.

La peana ya fue puesta en el verano de 1948. Sólo faltaba que llegara la copia en piedra blanca arenisca desde los talleres de réplicas de la Real Academia de Bellas Artes San Fernando, en Madrid. Contrariamente a lo ocurrido con la estatua de Alonso Cano y otros monumentos de la “tanda Gallego Burín” hechas por artistas locales, en este caso se recurrió a pedir una copia al Museo del Prado

La peana ya fue puesta en el verano de 1948. Sólo faltaba que llegara la copia en piedra blanca arenisca desde los talleres de réplicas de la Real Academia de Bellas Artes San Fernando, en Madrid. Contrariamente a lo ocurrido con la estatua de Alonso Cano y otros monumentos de la “tanda Gallego Burín” hechas por artistas locales, en este caso se recurrió a pedir una copia al Museo del Prado. Esta institución es depositaria de las esculturas de cuerpo entero, bustos y cabezas que labraron Leone Leoni y su hijo Pompeo en Bruselas y Milán entre 1549 y 1565. Lo hicieron en variantes de bronce y mármol de Carrara. Fueron encargos personales de Carlos V; para la figura del emperador tomaron apuntes directamente, pero para las de la difunta emperatriz Isabel de Portugal se guiaron por retratos. Llevaba más de una década fallecida.

Dos eran las posibilidades que manejó Gallego Burín sobre la figura de Carlos V a copiar y traérsela a Granada. La más atractiva era la de bronce titulada 'El Emperador y el Furo'r; era una escultura hecha al estilo griego, con el cuerpo desnudo y controlando a sus enemigos vencidos y esclavizados a sus pies, representados por un turco caído y encadenado

Dos eran las posibilidades que manejó Gallego Burín sobre la figura de Carlos V a copiar y traérsela a Granada. La más atractiva era la de bronce titulada El Emperador y el Furor; era una escultura hecha al estilo griego, con el cuerpo desnudo y controlando a sus enemigos vencidos y esclavizados a sus pies, representados por un turco caído y encadenado. Este original estuvo colocado desde su entrega en varios lugares: Real Alcázar de Madrid, en los jardines de Aranjuez, en el Retiro, Palacio de Buena Vista, Plaza de Santa Ana, hasta acabar a finales del siglo XIX en el patio del Alcázar de Toledo; pero durante la guerra civil sufrió algunos daños que hicieron trasladarlo a Madrid para su reparación. Una vez reparado, las autoridades franquistas decidieron que el original pasara al Museo del Prado y se fundiera una réplica para el patio de la armería de Toledo y otra para el Palacio Real de Madrid. De esta estatua existe una coraza completa de quita y pon que se le ajusta con tornillos. El conjunto se completa con varios utensilios alusivos a la guerra; un escudo, un morrión, la coraza, una trompeta de órdenes, tridente, carcaj con flechas, etc.

Versión original del Emperador y el Furor, desnudo a la griega (izquierda) y la misma con armadura a lo romano. MUSEO DEL PRADO.

La segunda opción era la estatua de Carlos V en mármol blanco. En este caso el Emperador viste media armadura y capa pluvial que sujeta con su mano izquierda; tiene una pierna ligeramente adelantada y con la mano derecha sujeta la empuñadura de un espadón.

A Gallego Burín le gustó para Granada la primera opción, la del Furor. Pero en aquellos años el presupuesto andaba escaso

A Gallego Burín le gustó para Granada la primera opción, la del Furor. Pero en aquellos años el presupuesto andaba escaso. Debió conformarse con dos créditos que le dio Madrid, el primero para amoldar la peana y otro para afrontar el pago de la copia al Museo del Prado. En total, algo más de 42.000 pesetas de la época.

Esta segunda imagen en piedra ─al igual que la de Isabel de Portugal─ está amputada desde fecha desconocida. A la emperatriz le falta la mano derecha y a Carlos V el remate del espadón y la mayor parte de la hoja. Cada vez que se han hecho réplicas, tanto en piedra como metálicas, los que la han copiado han rematado el puño de la espada a su gusto. Tenemos ejemplos varios, unos con un mango relativamente corto y otros, mango del tradicional mandoble, de casi medio metro de longitud. Este último fue el caso elegido para la copia granadina. El mango de piedra era tan grande que estaba empalmado en dos tramos mediante un perno.

Original del Prado y copia de Toledo. Al de la izquierda, del XVI, le falta la hoja de la espada y el remate de la empuñadura. La reproducción de Toledo (1958) tiene un mango que se aparta del original; también la cabeza mirando al frente y la cara más alzada.

Diana del vandalismo granadino

El primer error que cometieron sus instaladores de Gallego Burín fue no protegerla con una verja como se estaba haciendo con los demás conjuntos monumentales. Aun ni así se libraban por completo de agresiones. Y eso que todavía no habían aparecido los grafiteros nocturnos ni los pegadores de carteles. Pero en este caso no se le pudo colocar verja alrededor porque las vías del tranvía no dejaban espacio para una cerca.

Ya en los años cincuenta se le perdió el respeto a este monumento. Era habitual incorporarlo a alguna caseta del día de la Cruz, a una barra

Ya en los años cincuenta se le perdió el respeto a este monumento. Era habitual incorporarlo a alguna caseta del día de la Cruz, a una barra. La imagen amanecía ataviada con distintos ropajes o máscaras. Pero al menos no se la dañaba. En Semana Santa se llegaron a contar hasta doce personas encaramadas en la estatua para ver el paso de los Estudiantes.

La piedra con que está esculpida no es precisamente dura, pronto empezó a deteriorarse. La primera rotura que se notó fue en el año 1960. No se tiene noticia cómo fue, pero en esa fecha se echó en falta la punta de un gavilán y el remate del mango del espadón; quedó al aire el perno que unía los segmentos. Le habían amputado ya unos veinticinco centímetros. Así permaneció durante muchos años.

En esta foto de 1961 se ven todavía los raíles del tranvía pasando muy cerca y el cableado por encima. El remate de la espada ya está cortado hasta el pomo, se ve la punta del perno que lo sujetaba (en el detalle). También rompieron el extremo de la cruceta izquierda. FOTOS DE PEPE ROMERO.

Luego vino la época en que los estudiantes le colocaban bufandas, antifaces, camisetas, etc. Todas bromas livianas que no contribuían a dañar la imagen. Humor blanco

Luego vino la época en que los estudiantes le colocaban bufandas, antifaces, camisetas, etc. Todas bromas livianas que no contribuían a dañar la imagen. Humor blanco.

A partir de la muerte del dictador Francisco Franco, las bromas empezaron a ser pesadas, tanto protagonizadas por estudiantes como por gamberros. El entonces consejero de Bellas Artes, Vicente González Barberán, escribió que eran como un ultraje. Amanecía con un cubo de plástico como casco, con paraguas, con botellas de vino atadas a la mano, etc. El alcalde de entonces prometió preocuparse y ponerle una discreta vigilancia, además de protegerla con algún tipo de verja.

Pero no se hizo ni lo uno ni lo otro. La Comisión Provincial de Patrimonio, a propuesta de González Barberán, barajó la posibilidad (mayo de 1976) de retomar la idea de Gallego Burín y trasladarla a la Plaza de las Pasiegas

Pero no se hizo ni lo uno ni lo otro. La Comisión Provincial de Patrimonio, a propuesta de González Barberán, barajó la posibilidad (mayo de 1976) de retomar la idea de Gallego Burín y trasladarla a la Plaza de las Pasiegas. Este sitio no era campo de juergas de los estudiantes y estaba más transitado. Esgrimía los mismos argumentos de ser el sitio más relacionado con las creaciones del Emperador en el siglo XVI. Y lo argumentó bastante bien: Madrid estaba trasladando sus estatuas (Quevedo, Bravo Murillo, Marqués de Salamanca) a los lugares donde estuvieron relacionados; Granada había hecho lo mismo con Fray Luis de Granada, Fuente de las Batallas, Fuente de los Gigantones, columna del Triunfo, Isabel la Católica, etc. ¿Y por qué no colocar frente al rectorado la figura de San Ignacio de Loyola? ─se preguntaba González Barberán─.

El resultado de aquella propuesta fue la tradicional polémica granadina. El asunto quedó olvidado para siempre

El resultado de aquella propuesta fue la tradicional polémica granadina. El asunto quedó olvidado para siempre. Pero el cachondeo continuaba: el Día de la Mujer Trabajadora de 1990, el colectivo feminista vistió de mujer a Carlos V; en el Corpus apareció con traje de lunares (varias veces).

Hasta que lo que lo que se temía que llegara, llegó en 1998. Ese año, con motivo de la fiesta de San Lucas, fue rota la mano que sujetaba la espada, así como toda la cruceta y parte de la hoja. Aquello debió caer en gracia y ya, a partir de entonces, pocos meses se ha vuelto a ver entero el monumento

Hasta que lo que lo que se temía que llegara, llegó en 1998. Ese año, con motivo de la fiesta de San Lucas, fue rota la mano que sujetaba la espada, así como toda la cruceta y parte de la hoja. Aquello debió caer en gracia y ya, a partir de entonces, pocos meses se ha vuelto a ver entero el monumento. El Ayuntamiento se afanaba en reponerla y el vandalismo se encargaba de destrozarla de nuevo. Parecía haber una competición por ver quién saltaba antes el cosido. En cada ocasión, los daños fueron aumentando hasta conseguir arrancar el brazo entero y toda la hoja de la espada.

Si con ese destrozo no fue suficiente, después apareció la moda de pintarrajearla. Incluso se le solían pintar dorsales de futbolistas en la espalda.

Verano de 2000. La mano y la espada habían sido repuestas tras comenzar los destrozos en octubre de 1998. FOTO PUBLICADA POR IDEAL.
Abril 2002. Las primeras veces le eran arrancadas la espada y la mano por el perno de la muñeca. PACO AYALA.
Agosto 2014. Carmen Tienza y el concejal Eduardo Caracuel hablan de la limpieza a que estaba siendo sometida de pintadas. JAVIER ALGARRA.
Diciembre 2024. Ya ni aparece la punta del antebrazo desde esta misma perspectiva.

Abandonada por imposible

El gobierno del tripartito del alcalde José Moratalla se responsabilizó de recoger los trozos por las inmediaciones y encargar su restauración. Varias veces. Después, a partir de 2003, con el gobierno de José Torres Hurtado, se continuó por la misma senda. Hasta que comprendieron que era tarea imposible y se abandonó el asunto. Se preocuparon de su cuidado los concejales de Patrimonio Juan García Montero y Eduardo Caracuel (éste incluso en el año 2014), pero nunca más se volvió a recomponer la parte amputada.

Con los trozos que se consiguieron reunir ha elaborado dos moldes, que deben estar guardados en algún almacén municipal. Con el primero se recompusieron y colocaron las partes en las primeras ocasiones; el segundo molde, más reforzado, no llegó a ser utilizado para hacer un nuevo brazo/espada. Ahí quedó la situación

La restauradora Carmen Tienza Durán se hizo cargo de ello varias veces. La primera en el año 2000; la última colocación fue en 2007. Con los trozos que se consiguieron reunir ha elaborado dos moldes, que deben estar guardados en algún almacén municipal. Con el primero se recompusieron y colocaron las partes en las primeras ocasiones; el segundo molde, más reforzado, no llegó a ser utilizado para hacer un nuevo brazo/espada. Ahí quedó la situación. Lo más que se ha venido haciendo es impregnar la estatua de un líquido antigrafitis para facilitar su limpieza. Diecisiete años ya en que la estatua de Carlos V presenta características de manco de Lepanto. De hecho, incluso guías turísticos la califican así a sus grupos de turistas.

Hace ahora diez años que Eduardo Caracuel se empeñó en rehabilitarla. Con la colaboración e ideas de Carmen Tienza. La opción era volver a hacer una nueva copia del brazo y la espada con el segundo molde. Pero no se garantizaba que fuese a resistir si era objeto de nueva agresión. Que seguramente lo sería, para no perder la tradición. La propia restauradora planteó que lo que había que evitar era que la gente se encaramase al pedestal, así no se agarrarían al brazo de la estatua. La propuesta incluía unas pletinas ocultas que hacían resbalar los dedos de los escaladores. Sería necesario instalar una escalera o cajas para conseguir auparse hasta arriba.

También se barajó la opción de permutarla por la copia de metal que hay instalada en el patio de los Inocentes del Hospital Real

También se barajó la opción de permutarla por la copia de metal que hay instalada en el patio de los Inocentes del Hospital Real. Es la estatua de bronce que encargó la Alhambra en 1966 y estuvo colocada frente al Palacio de Carlos V durante un tiempo. En el año 1980 fue bajada a la ciudad por el entonces presidente del Patronato de la Alhambra y rector, Antonio Gallego Morell. El motivo fue el traslado del Rectorado del Colegio de San Pablo al Hospital Real, edificio permutado a la Diputación.

Copias en bronce muy similares. La de la izquierda es la que está hoy en un patio del Hospital Real de Granada. La de la derecha es la de Gante, también objeto de burlas de los belgas con la continua colocación de sogas al cuello y otros objetos de chanza. En ambos casos, el mango de la espada es proporcional a la hoja. También la mirada se dirige a su derecha.

También se descartó construir una valla de protección con el pretexto de que eso era como bunkerizar la Plaza de la Universidad. Se ha preferido convertirla en un cochambroso aparcamiento de motos, sombrillas, estufas y sillas de terrazas de bares

Pero ni la primera opción ni la segunda fueron aceptadas por la Comisión Provincial de Cultura y Patrimonio. Así es que el asunto quedó pendiente de decisión. Y así está desde entonces. Se entendió que la mejor decisión era no hacer nada, dejar el asunto como símbolo de los tiempos. Del vandalismo que se ha apoderado de esta sociedad en las últimas décadas. También se descartó construir una valla de protección con el pretexto de que eso era como bunkerizar la Plaza de la Universidad. Se ha preferido convertirla en un cochambroso aparcamiento de motos, sombrillas, estufas y sillas de terrazas de bares.

De esta manera se presenta el V Centenario de la estancia de la Corte del Emperador Carlos V en Granada. Con su principal estatua destrozada y desidia de la autoridad competente por arreglarla para no servir de divertimento a lo mejor que puebla la noche granadina

En el catálogo de Patrimonio del Ayuntamiento de Granada figura una frase que da a entender que está pendiente de restauración… ¡desde hace nada menos que trece años! El texto dice: “La obra ha sufrido varias mutilaciones, la más reciente en el verano de 2007, cuando un grupo de gamberros amputaron el brazo derecho. La sección de Patrimonio encomendó a Carmen Atienza (SIC) que restituyera la obra que, a día de hoy, sigue presentando esta mutilación.” El informe municipal fue escrito el 28 de noviembre de 2011.

De esta manera se presenta el V Centenario de la estancia de la Corte del Emperador Carlos V en Granada. Con su principal estatua destrozada y desidia de la autoridad competente por arreglarla para no servir de divertimento a lo mejor que puebla la noche granadina.

Tampoco estaría de más una cartela con cuatro líneas explicando a propios y turistas quién es y el motivo por el que está ahí homenajeado.

Cultura no quiere que se bunkerice el monumento con una verja de protección… pero permite que esté sembrada de sillas, mesas y sombrillas que ocupan media plaza y otra parte la inundan las motos.