De comunión con una banda de rock
El sábado fue día de comuniones. Miles de niños y niñas con trajes azul marino y vestidos blancos por la tarde, y miles de padres y madres con chupas de cuero negro por la noche.
Fue lo que se vivió el sábado por la noche (y el viernes) en la basílica de la Plaza de Toros de Granada, una comunión, una congregación de personas que profesan la misma fe religiosa, como dice la quinta acepción de la RAE.
Porque la relación entre 091 y los que allí estábamos solo se puede comparar a la de los fieles de una religión, con una fe inquebrantable, sellada a lo largo de 20 años.
091 nunca hubiera llenado dos días seguidos la Plaza de Toros cuando estaban 'vivos'. Pero la Maniobra de Resurrección obró el milagro de los panes y los peces, pues sus seguidores se han multiplicado desde aquella muerte en Maracena.
Y allí se congregaron para celebrar su vuelta. Miles de gargantas coreando cada canción, de ojos brillantes al borde de la lágrima, de sonrisas cómplices con la persona de al lado, aunque no la conocieras, pero sabías que era de los tuyos, fiel de los Cero.
Así transcurrieron dos horas y media de comunión. Liturgia y convite a la vez.
091 deja nos noches para la historia de la música en Granada. David Moya/ConciertosenGranada.es
Desde los primeros acordes de 'Palo Cortao' hasta la última nota de 'La vida qué mala es' la noche fue una celebración continua, sin tiempos muertos ni descansos.
Un recorrido por la historia musical de una banda de rock, pero, sobre todo, un viaje emocional por los recuerdos que cada seguidor ha ido sedimentando en 20 años, y que iban aflorando en cada canción.
Max, un joven australiano de paso por Granada que fue al concierto con unos amigos locales, no podía creerlo. No tenía ni idea de quiénes eran 091, pero la comunión entre el grupo y sus seguidores le emocionó.
Max no se explicaba lo que estaba pasando. Porque, como en cualquier religión, solo la fe puede explicar lo que sucede cuando vas de de comunión con una banda de rock.