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UNO DE LOS HOMBRES MÁS PODEROSOS ESTUVO DOS VECES EN GRANADA

El día que Kissinger “me contrató”

Comunicación - Gabriel Pozo Felguera - Martes, 5 de Diciembre de 2023
Gabriel Pozo Felguera nos ofrece una crónica muy especial sobre la primera visita de Henry Kissinger a Granada, en el verano de 1982, en la que el periodista, en los inicios de su carrera, como becario, empleó su ingenio para poder hablar con el que era uno de los hombres más poderosos del mundo, lo que le valió un contrato fijo. No te lo pierdas.
Fotos de portada con Kissinger en el Rectorado; de espaldas, Gallego Morel; al fondo aparece Domingo Sánchez Mesa.
Ideal, 10.07.1982
Fotos de portada con Kissinger en el Rectorado; de espaldas, Gallego Morel; al fondo aparece Domingo Sánchez Mesa.
  • Henry y Nancy no querían entrevistas ni fotos en su visita privada a Granada de 1982, pero aceptaron posar para mí y decirme unas palabras cuando les dije que perdería mi trabajo por su culpa

Henry Kissinger me ha caído bien desde que le conocí. Más aún su esposa Nancy Maginnes. Y no por afinidades políticas, sino por una cuestión muy personal. Por eso -sin que sirva de precedente- en este comentario voy a abusar de verbos y pronombres en primera persona.

Quien fuera uno de los hombres más poderosos del mundo en la segunda mitad del siglo XX sólo estuvo (que se sepa) dos veces en Granada. En las dos tuve la ocasión de estar cerca de él. La primera fue en el verano de 1982; la segunda, el 20 de mayo de 1992, en que vino a ver la exposición “Al-Andalus”, las migajas que recibió Granada de la Expo-92

Quien fuera uno de los hombres más poderosos del mundo en la segunda mitad del siglo XX sólo estuvo (que se sepa) dos veces en Granada. En las dos tuve la ocasión de estar cerca de él. La primera fue en el verano de 1982; la segunda, el 20 de mayo de 1992, en que vino a ver la exposición “Al-Andalus”, las migajas que recibió Granada de la Expo-92. Voy a centrarme solamente en la de 1982, en la que me ocurrió una anécdota con el matrimonio Kissinger.

Kissinger y Nancy, su segunda esposa, llevaban casados poco más de ocho años. España estaba de moda tras superar una Transición modélica. El mandatario norteamericano había influido por entonces en la llegada y fortalecimiento de la Democracia española. Aprovechó el Mundial de Fútbol’82 para darse una vuelta por estadios de Madrid y Barcelona. Venían como aficionados y seguidores de la selección de Brasil. Pero los cariocas cayeron en cuartos de final ante Italia (estadio de Sarriá, 5 de julio, por 3-2, quedaron quintos).

La pareja vio truncado su programa como hinchas futboleros. Completaron sus entrevistas de carácter personal con el Rey, el presidente del Gobierno y jefes de los principales partidos e instituciones. Kissinger, aunque de vacaciones, no daba puntada sin hilo. Y se les ocurrió venirse a Granada el día 9 de julio para realizar visita privada de dos días largos. La UGR les preparó un programa turístico-cultural a toda prisa.

Comieron y cenaron, además de en su hotel (Parador de San Francisco), en el restaurante Sevilla; y quisieron ver una zambra, para lo cual los llevaron a la Peña la Platería (también firmaron en su libro de honor)

Lo de privada, en Granada, fue decir mucho. En cuanto el gobernador civil lo supo, le faltó tiempo para comentárselo a todo el mundo. Kissinger no aceptó reuniones oficiales en Granada, solamente se relacionó con la Universidad y su equipo rectoral. Como dos turistas más, sin apenas escolta (al menos aparentemente), repartieron sus dos jornadas en Granada recorriendo la Alhambra y el Generalife, donde firmaron en su libro de visitas. Continuaron por la Capilla Real, la Catedral, la Madraza, el Albayzín nocturno para ver la Alhambra iluminada. Comieron y cenaron, además de en su hotel (Parador de San Francisco), en el restaurante Sevilla; y quisieron ver una zambra, para lo cual los llevaron a la Peña la Platería (también firmaron en su libro de honor). Y se acercaron unos minutos a ver el Sacromonte por fuera.

Noticia de Diario de Granada con Kissinger y Gallego Morell cenando en el restaurante Sevilla. (10.07.1982).

El único agasajo que aceptó fue el escudo de la Universidad de Granada. Se lo dio el rector Antonio Gallego Morell durante la visita al Hospital Real, edificio recién rehabilitado para sede del Rectorado. La pareja quedó impresionada por el hospital de sangre del XVI y los magníficos artesonados de los cruceros. Amén de la valiosísima biblioteca de la planta superior. Él era profesor de Historia Contemporánea en la Universidad de Columbia y no paraba de preguntar.

Visita privada, nada de prensa

Kissinger no era secretario de Estado norteamericano en aquel momento. Pero continuaba siendo uno de los hombres más influyentes en la política mundial. Se negó durante toda su estancia en España a conceder entrevistas de tipo político, a lo sumo se le oyó hablar de monumentos españoles y de fútbol. Y lo repitió al llegar al Aeropuerto de Granada y ver allí al fotógrafo oficial José Garrido. El gobernador civil granadino se encontraba también en el Aeropuerto sin saber nada de la visita; esperaba al director de la Guardia Civil, Aramburu Topete. La primera autoridad de la provincia consiguió, a lo sumo, que los fotógrafos de prensa locales y algunos redactores le sacaran fotografías desde una distancia prudencial, y le siguieran por el recorrido en las calles del centro. Ni siquiera se permitió que los fotografiaran dentro de los monumentos, solamente en el paseo callejo. (A excepción del restaurante Sevilla, que consiguió hacerle una foto para colocar en sus paredes entre los famosos que lo visitaban).

El director de IDEAL por entonces, Melchor Sáiz-Pardo Rubio, no se conformaba con publicar una simple fotonoticia de Kissinger paseando por una calle. Podría ser por cualquier lugar del mundo. Su periódico tenía que ofrecer fotografías en exclusiva y, a poder ser, unas palabras de Kissinger para sus lectores. La tarea se presentaba difícil, por no decir imposible

El director de IDEAL por entonces, Melchor Sáiz-Pardo Rubio, no se conformaba con publicar una simple fotonoticia de Kissinger paseando por una calle. Podría ser por cualquier lugar del mundo. Su periódico tenía que ofrecer fotografías en exclusiva y, a poder ser, unas palabras de Kissinger para sus lectores. La tarea se presentaba difícil, por no decir imposible.

Ninguno de las dos docenas de periodistas con pedigrí que había en el diario católico debieron prestarse a intentarlo. Comentaron que el competidor falangista (Patria) había tirado de influencias del Régimen descompuesto, e incluso de un colaborador que había sido guardia civil escopetado del País Vasco. Y el joven Diario de Granada echó mano de autoridades de su cuerda. Pero nada.

Alguien debió mencionar mi nombre en la redacción: “¿Yo?”, respondí cuando me propusieron que lo intentara. Pensé que uno, o quizás los dos redactores jefes, me querían gastar una inocentada. O hartarse de reír a mi costa: Yo llevaba solamente nueve días de contrato temporal, a prueba o de becario, en el periódico IDEAL

Alguien debió mencionar mi nombre en la redacción: “¿Yo?”, respondí cuando me propusieron que lo intentara. Pensé que uno, o quizás los dos redactores jefes, me querían gastar una inocentada. O hartarse de reír a mi costa: Yo llevaba solamente nueve días de contrato temporal, a prueba o de becario, en el periódico IDEAL. Era el último mono de los redactores que habíamos venido a reforzar el periódico tradicional ante el temor al Diario de Granada, de ideología marcadamente progresista en sus orígenes.

Yo venía de becario del YA de Madrid. Como reportero autosuficiente. Con mi cámara Cannon AV1 y mi magnetófono Toshiba de dos kilos, casi un radiocasete de macarra. Yo me lo guisaba y me lo comía. Antes de salir del edificio de San Jerónimo, me llamó aparte un alma caritativa: era Antonio Márquez Villegas, subdirector relegado en la oficina del fondo. Dijo que me iba a ayudar para que no me estrellara. “Verás cómo sales de ésta, te harán fijo en la empresa y te casarás con mi hija Arancha” -aseguró con retranca-. Echó mano de una emisora de radioaficionado que tenía en el despacho, contactó con alguien y me animó, que me esperarían a la entrada del Hospital Real.

Interior de Ideal con el desarrollo de la noticia y dos fotos más de Henry y Nancy.

Un decano, a quien no conocía por entonces, me cogió de la mano. Me llevó permanentemente a su lado durante la visita de la comitiva con Kissinger por el Hospital Real. Allí estaban el rector Gallego Morell, Domingo Sánchez Mesa, Vicente Pedraza, Fermín Camacho… y yo pegadito a mi mentor: era José Cazorla Pérez, decano de Derecho. Iba escuchando todas las explicaciones y comentarios, en inglés. Casi sin enterarme.

Puse cara de pedigüeño y eché mano del viejo truco: “Estoy a prueba en el periódico y de ustedes depende mi futuro profesional”. Nancy me miró de arriba abajo (casi me saca una cabeza de estatura), me sonrió y me contestó en castellano de México: “Veré qué puedo hacer”

No paraba de comentarle a José Cazorla que necesitaba sacar la cámara y la grabadora del bolso, y conseguir unas fotos y unas palabrillas de Kissinger. El decano disimulaba, miraba hacia otro lado y casi intentaba refrenarme. Seguro que se arrepintió de haber cogido la llamada a Antonio Márquez.

En un instante en que Cazorla hablaba con Nancy Kissinger en una posición retrasada, en inglés, aproveché para pedirle si podía mediar para que su esposo y ella hablasen un minuto conmigo y posaran para una foto. Puse cara de pedigüeño y eché mano del viejo truco: “Estoy a prueba en el periódico y de ustedes depende mi futuro profesional”. Nancy me miró de arriba abajo (casi me saca una cabeza de estatura), me sonrió y me contestó en castellano de México: “Veré qué puedo hacer”.

Unos minutos más tarde me pidió que me acercara a su marido. Por supuesto que puedes hacernos las fotos que gustes, o algo así, me respondió Henry Kissinger. Sólo puso una condición: “Que me saques favorecido y me envíes copia a casa”. Añadió que él no iba cargar con el remordimiento de ser la causa de pérdida de mi empleo

Unos minutos más tarde me pidió que me acercara a su marido. Por supuesto que puedes hacernos las fotos que gustes, o algo así, me respondió Henry Kissinger. Sólo puso una condición: “Que me saques favorecido y me envíes copia a casa”. Añadió que él no iba cargar con el remordimiento de ser la causa de pérdida de mi empleo.

Aquella tarde me hinché de hacer fotos a Kissinger y al grupo en el Hospital Real de Granada. Incluso posó con la estatuilla en la mano. No me dejaron grabar con el enorme radiocasete, pero sí poner el oído, hacer tres o cuatro preguntas intrascendentes y tomar nota de lo que se hablaba. Me respondió con comentarios generalistas, unas cuantas alabanzas a la belleza y la historia de Granada.

Corrí nervioso al laboratorio fotográfico de IDEAL. No quise decir una palabra a nadie hasta que estuvo revelado el negativo; temblaba pensando que se hubiera velado el carrete o con los nervios se hubiese malogrado en los líquidos. Sólo cuando tuve los positivos en mi mano, llamé al despacho de Melchor Sáiz-Pardo y le dije que teníamos foto de Kissinger posando solo para nosotros, con el escudo de la Universidad en la mano. Ya había foto de portada demostrativa de que uno de los hombres más poderosos del mundo había estado en Granada.

Sólo me quedaban por hacer dos cosas: enviar una copia de aquellas fotos a la dirección que me dieron en EE.UU. Y recordar al subdirector del periódico que tenía que renovarme el contrato. No fue necesario hacer lo segundo, Melchor Sáiz-Pardo me contrató indefinidamente

Sólo me quedaban por hacer dos cosas: enviar una copia de aquellas fotos a la dirección que me dieron en EE.UU. Y recordar al subdirector del periódico que tenía que renovarme el contrato. No fue necesario hacer lo segundo, Melchor Sáiz-Pardo me contrató indefinidamente; permanecí a su lado durante un cuarto de siglo, hasta que se jubiló como director y yo busqué aires nuevos fuera del polígono Asegra.

Cuando volví a ver a Kissinger diez años más tarde, intenté darle las gracias. No sólo por ayudarme a consolidar mi trabajo, sino para decirle que me habían hecho fijo en mi trabajo y subí de categoría… No me fue posible, su círculo de seguridad lo impidió.

El día 10 de julio de 1982, el matrimonio Henry Alfred Kissinger y Nancy Sharon Kissinger estuvieron recorriendo la Alhambra y el Generalife. Lo hicieron temprano, para evitar el intenso calor de aquellos días, que rozaba cuarenta grados. El mandatario y su esposa estuvieron acompañados por Antonio Gallego Morell, por entonces Rector de la Universidad y Presidente del Patronato de la Alhambra y Generalife; actuó como cicerone el catedrático de Historia del Arte de la Universidad, Domingo Sánchez Mesa.

Henry y Nancy quedaron boquiabiertos por lo que estaban viendo. Comentaron que parecían estar reviviendo la cultura hispanomusulmana de hacía seis siglos. El séquito que les seguía no era muy aparatoso; no fue restringido el acceso al público visitante en general, aunque sus guardaespaldas procuraban mantenerlo rodeado en todo momento. Tanto el Rector como su esposa Nancy propusieron despojarse de las chaquetas por el calor que empezaba a experimentarse, pero Henry declinó la observación y continuó absorto con los mocárabes de la sala de Comares. Junto a la taza de la Fuente de los Leones preguntó si alguien conocía la leyenda que figuraba. Hizo una observación sobre la probable influencia del arte babilonio en el diseño de los leones y la taza.

Después pasaron a refrescarse a la parte administrativa, donde les fue ofrecido el libro de firmas de visitantes ilustres. Ambos estamparon sus nombres en el libro 52, página 131. Henry escribió, en inglés, lo que parece ser la expresión: “Nunca olvidaremos este testimonio de las culturas del amor y deseo del ser humano”.

Debajo de la captura del libro de firmas de la Alhambra hemos estampado la firma de Henry A. Kissinger tomada documentos oficiales de EE UU. Nancy firmó con la abreviatura de Married Kissinger.

En Granada flexibilizó su negativa

El cardiólogo que pidió vigilarle durante su estancia en Granada no fue necesario. Dijo haberse repuesto del enfriamiento y ajetreo de dos semanas en Madrid y Barcelona viendo partidos. Gallego Morell, Fermín Camacho Evangelista y Domingo Sánchez Mesa ejercieron de cicerones durante toda su visita a los monumentos. Nancy se hartó de comprar souvenirs en la Alcaicería en el Corral del Carbón.

Dijo encontrarse muy bien en Granada, mejor que en Madrid y Barcelona. No quiso ir a ninguna otra ciudad española. Alabó la combinación de las culturas árabe y occidental. Por la tarde de su segundo día de visita ya aceptó hablar unos minutos con los periodistas locales y corresponsales que lo desearan. (Sólo dos medios acudieron a hablar con él)

Dijo encontrarse muy bien en Granada, mejor que en Madrid y Barcelona. No quiso ir a ninguna otra ciudad española. Alabó la combinación de las culturas árabe y occidental. Por la tarde de su segundo día de visita ya aceptó hablar unos minutos con los periodistas locales y corresponsales que lo desearan. (Sólo dos medios acudieron a hablar con él). A su regreso a Madrid volvía a cerrar la boca. Pero fue prácticamente igual de parco que la noche anterior en el Hospital Real. No se salió del guion, fue muy poco expresivo: la crisis de Oriente Medio había que solucionarla dialogando; en España todos los partidos dicen que van a ganar las elecciones de octubre; de EE. UU. se negó a hablar; sólo fútbol y más fútbol. Era todo un entendido y analista de partidos. Vino a España apostando por una final entre Francia y Brasil, que ganarían los canariños. Pero ante la sorpresa de Italia-Alemania, apostó porque ganaría el que marcara el primer gol. Y no se equivocó; en el minuto 57 marcó Tardelli el 1-0 y ya fue todo rodado para la escuadra azzurra.

A primera hora de la mañana del día 11 pasó a recogerlo el avión de su amigo Ahmet Ertegun, propietario del Cosmos de EE. UU., y multimillonario. El magnate también permaneció en Granada la tarde-noche del día 9, pero el 10 se fue a Alicante a ver el partido por el tercer y cuarto puesto entre Polonia y Francia. Tras ver la final en el Bernabéu Kissinger y Nancy se despidieron de España.