'La ruina de nuestra Universidad II'
La UGR debería de cumplir. Nosotras hemos cumplido. Hemos sido acreditadas a nivel nacional por la agencia de evaluación ANECA. Y hemos esperado los dieciocho meses que desde el rectorado nos pidieron para que se convocaran las plazas. Eso a pesar de que, sin embargo, en todas las universidades de Andalucía —salvo en Málaga, que también parece que anda mal— el tiempo de espera son cuatro, seis, o siete meses.
Lo que pedimos no es mucho y es más que razonable, teniendo en cuenta el agravio comparativo con las universidades vecinas y cómo la carrera investigadora de todas las acreditadas aúpa a la UGR en los rankings, y en muchos casos proporciona una importante inyección económica a través de proyectos.
La Universidad se hace y crece con las personas, PDI, PAS, estudiantes... Esa es siempre la prioridad, y eso es lo que persigue el Rectorado en su difícil tarea del día a día. Lo que se pide, lo que pedimos, es que se convoquen ahora al menos 67 plazas de cátedra y sus correspondientes de titular, para que ninguna acreditada tenga que esperar más de dieciocho meses y pueda seguir con su actividad docente e investigadora sin estar pendientes de cuándo y cómo sacarán las plazas.
Una Universidad (la nuestra, con mayúscula) no puede estar tan pobre como para caer en la injusticia de mantener a su profesorado en esta situación de incertidumbre. Una Universidad no puede estar tan pobre como para no convocar esas plazas que corresponden por derecho propio. Una Universidad no puede estar tan pobre como para no poder afrontar una cifra que supondría solo el 0,2 por ciento del presupuesto total anual.
O sea, haciendo una comparativa con una economía familiar que, por ejemplo, tuviera unos ingresos de 60.000 euros anuales, serían menos de 150 euros; qué sentido tendría dejar a los hijos sin regalo de Reyes. Esperamos el nuestro con muchas expectativas, ilusión, agradecimiento y buen humor. Eso que no nos falte.
Consuelo Vallejo Delgado es profesora de la Universidad de Granada.
