'El Querellas'

Cartas al director - Antonio José Checa Ros - Jueves, 6 de Junio de 2019

Quiero advertirle de que vengo constatando desde hace tiempo, como la gran mayoría de los granadinos, en esta Granada nuestra la presencia de elementos muy propios que hacen de esta ciudad un ente de carácter único y maravilloso, con extraordinarias bazas de carácter patrimonial y natural.

Sin embargo, algunos avezados observadores también nos hemos percatado que nuestra sociedad local también ha dado a luz a individuos únicos. Algunos tiernos y encantadores, otros de personalidad más aterradora y atormentada, pero únicos en esencia.

El Querellas tiene muchas cosas propias. Convienen los especialistas en que pudiera ser un objeto de estudio muy completo para los endocrinos y los psiquiatras especialistas en el campo de la psicopatía. Su sola presencia infude bastante temor entre los que lo conocen, hasta el punto de que aquellos, salvando alguna ánima valiente, han decidido guardar silencio sobre él por temor a represalias

Quiero dar testimonio del avistamiento por parte de algunos vecinos, de un ser muy particular al que los mentideros han convenido en denominar El Querellas. Se trata de una rara avis oriunda de algún paraje urbano del sureste peninsular de cuyo nombre no quiero acordarme, por ser la misma patria chica de la de muchos de nosotros.

El Querellas tiene muchas cosas propias. Convienen los especialistas en que pudiera ser un objeto de estudio muy completo para los endocrinos y los psiquiatras especialistas en el campo de la psicopatía. Su sola presencia infude bastante temor entre los que lo conocen, hasta el punto de que aquellos, salvando alguna ánima valiente, han decidido guardar silencio sobre él por temor a represalias. Represalias que nunca llegan, pues El Querellas comparte con estos individuos la falta de valor, en este caso para materializar sus amenazas.

El Querellas se dice muy amante de su tierra, aunque los hechos parecen confirmar que sus verdaderas pasiones pasan por viajar al Oeste, recibir prebendas de algunas esferas regionales, fastidiar a los auténticos amantes de la escena local, y aprovechar cualquier momento donde no mate moscas con el rabo para escaparse a Cádiz a ver esas chirigotas tan occidentales.

El Querellas posee una maestría única para dejar a todos sus amigos en el abandono, presagiando grandes eventos que nunca llegan y haciéndolos partícipes de sus intenciones. Entre sus grandes habilidades en la manipulación de aquellos que le otorgan su confianza, lamentablemente no cabe la perseverancia y la consecución de proyectos. Todo lo que empieza, todo lo que idea, nunca llega a buen puerto. Alguna tormenta lo desvía siempre hacia el abismo.

Su gran poder reside en la elevada capacidad de amenazar con poner querellas a aquellos que le incomoden o recuerden cosas que no le gusten. Sorprendentemente, sí suele aquí dejar la pereza a un lado y redactar demandas y denuncias de rica variedad, la mayor parte de ellas de escaso éxito, pero con esfuerzo considerable. De ahí el nombre de nuestro protagonista.

Ese abismo no es casual, pues El Querellas es pecador como todos los Hombres. La pereza se ceba con él, y la envidia le hace recibir de mala gana y con rencor aquellos que quieren abordar temáticas que él desearía tratar, pero que su pereza se lo impide. No es buen trabajador, y eso le permite dedicar su tiempo a procrastinar y escribir libros divulgativos, algunos de temas oscuros y de fuentes extrañas.

Su gran poder reside en la elevada capacidad de amenazar con poner querellas a aquellos que le incomoden o recuerden cosas que no le gusten. Sorprendentemente, sí suele aquí dejar la pereza a un lado y redactar demandas y denuncias de rica variedad, la mayor parte de ellas de escaso éxito, pero con esfuerzo considerable. De ahí el nombre de nuestro protagonista.

Esta especie se mueve con habilidad en los círculos sociales de ingenuos, vanidosos y pobres de espíritu. Su camaleonismo tan espectacular le permite camuflar y ocultar su faceta de Robespierre como tierno e inocente girondino, aunque los más agudos tienden a aparejarlo con Fouché. El tiempo pasa, su quijotera da la bienvenida a la nieve, y la sociedad lentamente empieza a conocerlo en suficiente cantidad. Pese a todo, le deseo lo mejor y que vea algún día la luz, aunque siento en ocasiones verdadera lástima por él.

Hay mucho más sobre él, pero conviene no ocupar más espacio. Sólo quería dar parte sobre él. ¿Seré alcanzado por su arma letal?