Sierra Nevada, Ahora y siempre.

'Zorras'

Blog - Punto de fuga - Cristina Prieto - Jueves, 8 de Febrero de 2024
Nebulossa, en el Benidorm Fest.
RTVE
Nebulossa, en el Benidorm Fest.

Creímos que no se enteraban pero saben muy bien lo que están haciendo. Esta es la agenda que tienen preparada para las mujeres a la vez que continúan con la labor de destrucción del Feminismo iniciada por el anterior equipo al frente del Ministerio de Igualdad.

Es difícil saber qué clase de anestesia se está administrando a esta sociedad de plexiglás para que, de la noche a la mañana, nos convenzan de que la palabra que más ha estigmatizado a cualquier mujer se haya convertido en un grito de rebeldía y poder

Ahora resulta que, lo que toda la vida ha sido uno de los insultos más recurrentes, más hirientes y que con más saña han lanzado generaciones y generaciones de varones contra las mujeres, empodera. Es difícil saber qué clase de anestesia se está administrando a esta sociedad de plexiglás para que, de la noche a la mañana, nos convenzan de que la palabra que más ha estigmatizado a cualquier mujer se haya convertido en un grito de rebeldía y poder. Que venga alguien a explicarlo, por favor. No paramos de preguntar por qué tanto odio contra las mujeres y no encontramos respuestas pero lo cierto es que el panorama se torna cada vez más negro e incomprensible.

Da vergüenza pensar que la imagen que va a ofrecer nuestro país en Eurovisión sea la de un dúo con una cantante que no canta, su compañero que aparece poco y dos maromos vestidos para una película porno con las cachas al aire y el fetiche de los tacones altos como fin de aderezo. ¡Qué mediocridad! Menos mal que el festival perdió hace años todo el prestigio posible y ahora no es más que un juego político con mucho brilli brilli y propiedad del colectivo gay que parece regocijarse con la horterada y la chabacanería. Eso sí, todo muy empoderante.

No hay que confundirse. Por mucho que intenten revestirlo de rebeldía y protesta, llamarse a una misma zorra no es nada transgresor

No hay que confundirse. Por mucho que intenten revestirlo de rebeldía y protesta, llamarse a una misma zorra no es nada transgresor. Así como los hombres gais suelen utilizar, entre ellos, calificativos que al resto nos han prohibido pronunciar por considerarse  insultos, las mujeres no recurrimos a la palabra zorra para nombrarnos entre nosotras. Nunca. No llamamos zorras a nuestras amigas ni a nuestras madres ni a nuestras hijas. Por el contrario, quienes la utilizan profusamente son los maltratadores que muelen a golpes a sus parejas mientras corean ¡zorra! con un chorro de voz mucho más potente que la de Nebulossa para que quede claro quién manda.

No, señor Pedro Sánchez, no sea tan irresponsable de atribuir esta reacción a una opción política. Quienes han protestado han sido las feministas, las mujeres, señor Presidente

Y anda embarrando con esto el Presidente del Gobierno. Dice que quienes han mostrado su indignación por la letra de la canción y su puesta en escena han sido quienes comulgan con las tesis de la derecha. No, señor Pedro Sánchez, no sea tan irresponsable de atribuir esta reacción a una opción política. Quienes han protestado han sido las feministas, las mujeres, señor Presidente. Esos seres humanos a los que a usted le cuesta nombrar y a los que se intenta borrar del mapa. Hartas estamos de que la palabra mujer vaya desapareciendo poco a poco fagocitada por las identidades diversas cuando no utilizada por todo aquel que guste de travestirse o, simplemente, de considerarse como tal en las profundidades de su ser.

Sabemos que todo esto es falso y que, en el fondo de todo, lo que subyace es lo de siempre. La pobreza y la utilización de nuestros cuerpos para el lucro de terceros

También estamos hartas de que todo lo que ha sido tradicionalmente malo para nosotras ahora se quiera vender como positivo, a pesar de que sabemos, por propia experiencia, que nada bueno trae a nuestras vidas. Nos quieren convencer de que ser puta es una carrera de éxito donde se gana mucho dinero con poco esfuerzo. Que someterse a procesos médicos muy invasivos para vender óvulos es un acto de amor infinito y de altruismo para favorecer a quienes no pueden tener hijos. Y que alquilar nuestro vientre es lo mejor que podemos hacer para ganar dinero y contribuir a la felicidad de parejas que no consiguen descendencia propia. Sabemos que todo esto es falso y que, en el fondo de todo, lo que subyace es lo de siempre. La pobreza y la utilización de nuestros cuerpos para el lucro de terceros.

¿Qué haremos entonces? ¿Les diremos que si se canta es divertido y rebelde pero en el patio no se puede llamar a las compañeras de clase zorras? Ya hemos descubierto que se trata de afianzar el machismo y la misoginia de siempre

Y ahora vienen a convencernos de que se puede resignificar el lenguaje utilizado durante cientos de años en los tres minutos que dura una canción. La ministra de Igualdad, Ana Redondo, ha asegurado que le parece “divertida” y que es una muestra más de la “pluralidad” y la “diversidad” de nuestro país. Es el feminismo disfrutón que diría la irrepetible Pam. Lo que no ha dicho es, si a partir de ahora, le gustaría que se refirieran a ella o a sus dos hijas con el título de la canción. No pasará mucho tiempo sin que veamos cómo los adolescentes e incluso los niños en los cursos iniciales de su aprendizaje educativo se dirijan a sus compañeras con el empoderante calificativo de zorra en todas sus versiones –zorrita o zorrón- ya conocidas. ¿Qué haremos entonces? ¿Les diremos que si se canta es divertido y rebelde pero en el patio no se puede llamar a las compañeras de clase zorras? Ya hemos descubierto que se trata de afianzar el machismo y la misoginia de siempre.

Lo que se le ha olvidado mencionar a la Ministra es que el teléfono del Observatorio de la Imagen de la Mujer, dependiente de su ministerio, se ha colapsado por las quejas recibidas y que son miles las mujeres que están rellenando el formulario preparado para este fin o las que han mostrado su rechazo vía email. No lo dejen pasar. Que se oiga nuestra voz.

 

 

 

 

 

 

Imagen de Cristina Prieto

Madrileña afincada en Andalucía desde 1987, primero en Almería y posteriormente en Granada donde he desarrollado mi carrera profesional como periodista. Me licencié en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, cursé mi suficiencia investigadora en la Universidad de Granada dentro del programa Estudios de la Mujer y leí mi tesis doctoral en la Universidad de Málaga.