El tren de Cuenca
En una ciudad sin trenes el tren de Cuenca ha pasado tres veces.
El quince de enero el alcalde en minoría, Francisco Cuenca, perdió el último tren que lo legitimaría como el alcalde de la mayoría que gobierna en minoría.
Tres veces faltó a las más grandes movilizaciones por la sanidad pública que jamás se hayan visto. El castigo coreado y aprobado por aclamación es su expulsión del equipo del granadinismo. “Cuenca, dimite, Granada no te admite,” se coreó al paso por la Plaza del Carmen.
"Nunca tuvo Granada un alcalde al que se le presentase una, ni tres veces, la oportunidad monumental de convertirse en héroe de masas"
En el futuro veremos si se va solico (lo dudo), lo echa una moción de censura, lo esconde su partido antes de las próximas elecciones municipales cuando las encuestas digan que se hunde, o sencillamente queda arrollado por las urnas (lo afirmo). Su derrota será la historia de una derrota anunciada.
Como anunciado era el éxito de la tercera manifestación masiva por nuestros hospitales completos, com ple tos. Los responsables de salud, el alcalde y los sindicatos que se desmarcaron del acuerdo unitario inicial albergaron, con ceguera palaciega la esperanza de que Granada se desinflase. No ocurrió, el pueblo volvió a petar el tren de la dignidad. Los drones que sobrevolaron la manifestación se acojonaron ante el paso en vuelo rasante del masivo Halcón Milenario pilotado por el Dr. Jesús Candel. Cuenca no estaba allí.
El Sr. Cuenca fue invitado a sumarse a las movilizaciones por el mismísimo Spiriman. Declinó todas las invitaciones con la pose del mediador en un asunto que no necesita mediaciones. No es que se pusiese de perfil, no, es que sencillamente actúo con servilismo al poder del aparato de partido de matriz sevillana. Sus declaraciones afirmando que no tiene competencias en salud sencillamente dan risa. Tampoco tiene competencias en infraestructuras ferroviarias y no ha perdido la oportunidad de lucir foto en las pancartas de AVE soterrado. Si no tiene fuerza ante los suyos serviles a Sevilla, ¿qué fuerza tendrá ante quienes su partido se entregó en Madrid? Si el no apoya a su pueblo, ¿cómo puede esperar que su pueblo lo apoye?
Nunca tuvo Granada un alcalde al que se le presentase una, ni tres veces, la oportunidad monumental de convertirse en héroe de masas, pasar a la historia, sin mover una neurona, como la que Cuenca ha eludido tres veces.
Tres, tres veces se le paró el tren de la gloria delante de sus narices. Sólo tenía que subir. Las y los trabajadores de la salud, Spiriman y Granada entera le regalábamos el billete. Prefirió ser vilipendiado por “su” Granada antes que enfrentarse al poder de su partido.
El tren de Cuenca no era el AVE, un tren de ricos que la mayor parte de las y los granadinos no vamos a usar nunca. El tren de Cuenca era el de la lucha por los dos hospitales completos que nos han robado los recortes con la engañifa del decreto de fusión hospitalaria.
Ya no habrá una cuarta oportunidad, aunque la presidenta de la Junta mandase rectificar (forzada por el pueblo) y asumir responsabilidades, ningún tren será el tren de Cuenca.