Tomarse las cosas con filosofía

Blog - La soportable levedad - Francis Fernández - Domingo, 22 de Septiembre de 2019
Miguel de Unamuno, interpretado por Karra Elejalde, en un fotograma de 'Mientras dure la guerra', de Alejandro Amenábar.
E.P.
Miguel de Unamuno, interpretado por Karra Elejalde, en un fotograma de 'Mientras dure la guerra', de Alejandro Amenábar.
'Vencerás, pero no convencerás'. Miguel de Unamuno

Que levante la mano, metafóricamente hablando, aquél que en algún momento, resignado ante la inevitabilidad de alguna situación, harto de que las cosas no salgan como debieran, acepta resignadamente el destino que se le viene encima, y utiliza la expresión: mejor tomarse las cosas con filosofía. Las cosas son como son, y ya que no puedes cambiarlas, mejor aceptarlas que desesperarse y perder el tiempo en una interminable rebelión ante aquello que no podemos cambiar. Es una formulación aceptada en nuestro lenguaje, en su uso común, pero eso no quiere decir que sea acertada. Si algo no es la filosofía, es resignación. Si algo es, es rebelión. Si algo es, es lucha contra el dogma. Si algo es, es lucha contra la estupidez. Si algo es, es lucha contra la barbarie. Ni siquiera la resignación forma parte de la corriente filosófica del estoicismo, que en un principio es la que más podría identificarse con esa actitud de qué le vamos a hacer si las cosas son así. La realidad es que en el fondo de la filosofía estoica no se reniega de la acción, sino de permitir que los golpes de la vida, por azar o malicia, afecten al núcleo de lo que en verdad eres, un corazón guiado por la razón, que debería enfrentarse con serenidad a esos avatares de la vida, pero nunca renunciar a los principios, a los valores que en tu interior te sustentan. Y desde luego, tampoco renunciar a cambiar aquello que se encuentra en tus manos, o como poco, intentarlo.

La filosofía, los filósofos, siempre han sido vistos con cierto desdén por aquellos que consideran que la acción precede a la reflexión, y no, que sin reflexión previa, la acción está ciega. Desprecian a los intelectuales aquellos que creen que reflexionar lleva a la resignación, al pasotismo, a la renuncia a la acción

La filosofía, los filósofos, siempre han sido vistos con cierto desdén por aquellos que consideran que la acción precede a la reflexión, y no, que sin reflexión previa, la acción está ciega. Desprecian a los intelectuales aquellos que creen que reflexionar lleva a la resignación, al pasotismo, a la renuncia a la acción. Que la vida pasa sin que importe por el mero hecho de darle vueltas a las cosas, de pretender ver con claridad. Como afirmaba Pío Baroja, ver con claridad es filosofía. Prestar atención a los detalles, analizarlos, no solo no hace que la vida pase de largo, sino que descubrimos que la vida es algo más que actuar como un toro embistiendo a todo lo que se nos pone por delante. El artista lo dijo, la filosofía lo ha repetido con insistencia después: basta mirar algo con atención para que se vuelva interesante, significativa frase de Eugeni D´Ors, que nos advierte que sin prestar atención, sin la escucha filosófica que nos enseña a ver detrás de la niebla de aquello que se nos presenta como real, pero es tan solo apariencia, nos perdemos lo más valioso que hay en la vida, y nos dejamos llevar por la falsedad que pretende manipularnos, convertirnos en rebaño, no en individuos con criterio propio.

En uno de los episodios más emblemáticos de la guerra civil española, en sus inicios, se encuentra el enfrentamiento en la Universidad de Salamanca entre el escritor e intelectual Unamuno, acompañado por compañeros académicos, y el fundador de la legión Millán Astray, acompañado a su vez por jóvenes legionarios y de la falange, exhibiendo impúdicamente sus armas, y pretendiendo intimidar al intelectual con gritos e insultos. Dado los pocos testimonios fiables que hay, no sabemos realmente qué pasó, si se pronunció o no ese muera la inteligencia tan conocido, gritado por el militar fascista. Aunque hay testimonios de asistentes que lo refrendan, o al menos que se pronunció la frase de ¡Mueran los intelectuales! Lo que sí parece claro a la luz de los testimonios es que Unamuno pronunció ese vencerás, pero no convencerás, y que en su discurso se negaba a refrendar que unos, los rebeldes ante el orden legítimo republicano, eran representantes de España, y los otros, los que defendían la legalidad democrática, eran antiespañoles.

Qué creen que va a ocurrir aquellos que siguen con este discurso, con la convivencia en nuestro país. No parecen reparar en el daño que se está haciendo, no ya a esta generación, sino a la que ha de venir y heredar esta división entre buenos y malos, entre españoles y antiespañoles

Lo que nos queda claro, es que con sus armas y sus metralletas, Millán Astray y los jóvenes falangistas que estuvieron en el acto, pretendían acallar a  esos intelectuales que no se plegaban, que no se resignaban, a que la violencia de las armas se impusiera a la razón. Unamuno con el corazón desgarrado, habló de una España que se volvía contra sí misma, tan españoles unos como otros.  No parece que aquellos que hoy día recuperan ese discurso de patriotas contra antipatriotas, de españoles contra antiespañoles, sean conscientes de los peligros, de las tragedias, de los abismos a los que nos están abocando con su irresponsabilidad, por un puñado de votos. Un abad italiano, y escritor, del siglo XVIII, Ferdinand Galiani, definía a la buena filosofía como aquella que comienza con la duda y nunca acaba con la obstinación. Cómo no iba a incomodar la inteligencia a aquellos que ven en la duda un peligro, y hacen bandera de la obstinación. La reflexión auspiciada por intelectuales como Unamuno, que no querían dividir a España en dos, era una amenaza contra su fascista llamada a la acción. Qué creen que va a ocurrir aquellos que siguen con este discurso, con la convivencia en nuestro país. No parecen reparar en el daño que se está haciendo, no ya a esta generación, sino a la que ha de venir y heredar esta división entre buenos y malos, entre españoles y antiespañoles.

Seguro que muchos de los herederos espirituales, hoy día, de ese desprecio a la inteligencia, igualmente desconfían en estos tiempos de aquellos que pretenden que cualquier acción sea impulsada por la reflexión, guiada por una ética de la justicia,  por el respeto a la libertad y las normas democráticas que nos hemos dado

Seguro que muchos de los herederos espirituales, hoy día, de ese desprecio a la inteligencia, igualmente desconfían en estos tiempos de aquellos que pretenden que cualquier acción sea impulsada por la reflexión, guiada por una ética de la justicia,  por el respeto a la libertad y las normas democráticas que nos hemos dado. No cabe mucha duda de que les gustaría, que ante sus ataques a la convivencia, nos tomásemos las cosas con filosofía, en el sentido popular al que me he referido antes, que nos resignásemos a la fuerza de los hechos que predican como inevitables, a ese enfrentamiento entre patriotas y antipatriotas, entre españoles y antiespañoles, a criminalizar a inmigrantes que contribuyen con su trabajo al bienestar y futuro de nuestra sociedad. A las mujeres por denunciar que las matan. Y lo mismo, se puede aplicar a aquellos nacionalistas catalanes, o de cualquier otro sitio, que son tan pródigos en dar carnets de patriotas catalanes a aquellos que piensan como ellos y siguen dócilmente sus proclamas, y delegan al resto de catalanes a ciudadanos de segunda categoría, o les llaman anticatalanes, o traidores a su patria. Todo por no querer ser bautizados en las sagradas aguas patrias, por no pensar como ellos. Bárbaros unos y otros, que buscan el enfrentamiento y no el diálogo, la división y no la concordia.

En Granada hemos visto estos días un paso más de esta ignominia que alimentan los bárbaros con la mirada cómplice de sus aliados de la derecha. Una chica de origen marroquí, de tan solo 16 años, plenamente integrada en el pueblo de Otura, al ser elegida reina de las fiestas fue recibida con este tuit por Vox: Reina de las fiestas de Otura. Chica marroquí, joven, dos años viviendo en Otura. Ayuntamiento: PSOE Mayoría absoluta. Comentario Particular: Por lo visto en Otura no había otra chica del pueblo, otureña española, y más guapa...VAYA TELA. Ese era el contenido del Tweet, criminalizar a una adolescente por su etnia. Y a esta gente se le legitima su participación en las instituciones democráticas, y se les da espacio para que sigan expandiendo sus políticas de odio. Qué vergüenza de sociedad si no somos capaces de reaccionar ante este tipo de actitudes, si las permitimos sin mostrar nuestro más absoluto rechazo.

Qué podemos hacer el resto, la inmensa mayoría que nos negamos a esta ceguera, aquellos que nos negamos a  ver las cosas en blanco y negro, a enfrentarnos unos contra los otros, a permitir que políticos racistas nos impongan su despreciable visión del mundo

Y así se encuentra nuestro país, tomándose con filosofía que a unos nos pongan en contra de los otros, porque tenemos líderes políticos, líderes sociales, que en el mejor de los casos, son tan irresponsables de lanzarse a la acción sin antes pasar por la reflexión, y en el peor de los casos, azuzan a que otros se lancen a la acción sin la reflexión, para servir a sus idílicas patrias tan llenas de esencias y coloridas banderas,  a su xenofobia, a su incultura, a su falta de humanidad, de sentido común. A su falta de  reflexión sobre los valores que importan, aquellos que ponen a la persona por encima de la bandera, sea cual sea esta. Qué podemos hacer el resto, la inmensa mayoría que nos negamos a esta ceguera, aquellos que nos negamos a  ver las cosas en blanco y negro, a enfrentarnos unos contra los otros, a permitir que políticos racistas nos impongan su despreciable visión del mundo. Debemos tomarnos las cosas con filosofía, pero en el sentido auténtico;  el sentido al que hacía referencia Albert Camus en su lapidaria frase en El hombre rebelde; yo me rebelo, luego somos. Tomemos las cosas con filosofía y dejemos que nuestra acción la guie la reflexión. Tomemos las cosas con  filosofía y apostemos por la ética que antepone el diálogo al enfrentamiento, por la concordia antes que la división. Tomemos las cosas con filosofía y preocupémonos por el bienestar de la persona, de cualquier persona, por encima de cualquier abstracción y esencia. Tomemos las cosas con filosofía y busquemos la justicia antes que la injusticia, la equidad antes que la desigualdad, la libertad antes que las cadenas, el intelecto antes que la burda emoción, y la razón antes que la sinrazón.

 

 

 

 

Imagen de Francis Fernández

Nací en Córdoba, hace ya alguna que otra década, esa antigua ciudad cuna de algún que otro filósofo recordado por combinar enseñanzas estoicas con el interés por los asuntos públicos. Quién sabe si su recuerdo influiría en las decisiones que terminarían por acotar mi libre albedrío. Compromiso por las causas públicas que consideré justas mezclado con un sano estoicismo, alimentado por la eterna sonrisa de la duda. Córdoba, esa ciudad donde aún resuenan los ecos de ése crisol de ortodoxia y heterodoxia que forjaría su carácter a lo largo de los siglos. Tras itinerar por diferentes tierras terminé por aposentarme en Granada, ciudad hermana en ese curioso mestizaje cultural e histórico. Granada, donde emprendería mis estudios de filosofía y aprendería que el filosofar no es tan sólo una vocación o un modo de ganarse la vida, sino la pérdida de una inocencia que nunca te será devuelta. Después de comprender que no terminaba de estar hecho para lo académico completé mis estudios con un Master de gestión cultural, comprendiendo que si las circunstancias me lo permitirían podría combinar el criticado sueño sofista de ganarme la vida filosofando, a la vez que disfrutando del placer de trabajar en algo que no sólo me resultaba placentero, sino que esperaba que se lo resultase a los demás, eso que llamamos cultura. Y ahí sigo en ese empeño, con mis altos y mis bajos, a la vez que intento cumplir otro sueño, y dedico las horas a trabajar en un pequeño libro de aforismos que nunca termina de estar listo. Pero ¿acaso no es lo maravilloso de filosofar o de vivir? Tal y como nos señala Louis Althusser en su atormentado libro de memorias “Incluso si la historia debe acabar. Si, el porvenir es largo.”