'¿Tiene estado la ciudad?'
Apenas una escueta nota anunciando que el 11 de febrero se celebraría el Debate sobre el estado de la ciudad de Granada. Era el 28 del mes pasado y nuestro ínclito alcalde lo anunciaba, con una solemnidad similar a la que se utiliza para anunciar el inicio del periodo de cobro de alguna tasa o la publicación de algún edicto en el boletín oficial. Como un engorroso trámite más que sumar a la pesada carga que ya le supone a nuestro primer edil el tener que dar explicaciones sobre su quehacer, y lo que es peor, tener que escuchar las explicaciones de los demás. Desde entonces, ni la más mínima muestra de buscar espacios de participación, debate, intercambio o contraposición de pareceres. Ni el menor amago de pretender involucrar a la ciudadanía, fuerzas sociales, vecinales, sindicales, económicas, y para qué decir los grupos de la oposición municipal, en la búsqueda de puntos de encuentro (o desencuentro), de acuerdos sobre proyectos o iniciativas a desarrollar, de demandas o reivindicaciones a plantear, etc. Un triste anuncio y ya está. El 11 de febrero.
Debería servir para medir el grado de compromiso y de implicación que nuestros 27 representantes municipales tienen respecto a la ciudad a la que representan. No tanto respecto a ellos y ellas mismas y al resto de ediles. Se trata del estado de la ciudad, y no tanto del estado del Ayuntamiento, por muy conectados que ambos estén
Al fin y al cabo no deja de ser un Pleno extraordinario, previsto en la reglamentación municipal, dirán nuestros gobernantes locales, que seguramente pensarán como un antiguo alcalde que “los plenos son un invento de la oposición”. Pero también es cierto que su celebración es un síntoma de cómo está el Ayuntamiento y de cómo el gobierno ve a la ciudad, sus problemas, sus expectativas, su pulso, su presente y su futuro. Desde esa óptica es y debería ser, mucho más que un Pleno extraordinario más que el calendario obliga a celebrar. Debería servir para medir el grado de compromiso y de implicación que nuestros 27 representantes municipales tienen respecto a la ciudad a la que representan. No tanto respecto a ellos y ellas mismas y al resto de ediles. Se trata del estado de la ciudad, y no tanto del estado del Ayuntamiento, por muy conectados que ambos estén. Y dando por hecho (que es mucho dar), que para el gobierno municipal importe algo el estado de la ciudad. A la vista del devenir de estos casi 2 años de permanencia en el poder del bipartito PP-C,s, se antoja más que evidente que para ellos son cosas diferentes la estancia en el poder y el ejercicio del gobierno.
El Ayuntamiento y la ciudad parecen entes desconectados. Por un lado, el Ayuntamiento aparece paralizado, solo mecido por la rutina administrativa que ella va sola, al margen de directrices políticas, que, caso de existir, existen sin dirección global de nadie. Cada cual va a lo suyo, en unos casos, intentando de buena fe, cumplir mínimamente con las responsabilidades encomendadas. En otros, procurando que los 4 años pasen rápido y ya veremos. En la mayoría, intentando no chocar con los intereses o las parcelas de poder asignadas al resto, vayamos a tener que coordinarnos, o lo que sería peor, tener que someternos al superior arbitrio de quien legalmente está llamado a dirigir la orquesta, y no tiene el más mínimo interés en coger la batuta, salvo a mayor gloria suya.
La desatención y el abandono de los sectores ciudadanos que peor lo están pasando con esta grave crisis, son algo palmario y que encuentra a diario eco en nuestros medios de comunicación. El Ayuntamiento, como institución pública dotada de competencias y recursos, no existe para la mayoría de granadinas y granadinos
La desatención y el abandono de los sectores ciudadanos que peor lo están pasando con esta grave crisis, son algo palmario y que encuentra a diario eco en nuestros medios de comunicación. El Ayuntamiento, como institución pública dotada de competencias y recursos, no existe para la mayoría de granadinas y granadinos. Ni soluciona, ni reivindica soluciones, ni exige recursos, ni emplea los que tiene. Es como un ente aparte, en el cual, una serie de personas están, porque estar si están, se personan seguramente a diario (salvo quienes están desaparecidos), firman papeles y tienen reuniones, ofrecen ruedas de prensa anunciando cosas y de vez en cuando aparecen en fotos. Pero la sensación cada vez más extendida es que esa realidad tiene muy poco que ver con la verdadera ciudad, con las gentes de los barrios de Granada, con sus necesidades y con su realidad diaria.
No es de extrañar, por tanto, que la realidad paralela que el gobierno municipal se ha creado a sí mismo, importe bien poco a la ciudad, sin duda preocupada y pendiente de asuntos más importantes que cual sea el estado del Ayuntamiento y en el Ayuntamiento. A la ciudad le importa y le preocupa el estado de la ciudad. Bien haría el gobierno municipal en ocuparse y preocuparse de la ciudad. Aunque sólo fuera, para empezar, aprovechando las previas y las posteriores al debate sobre el estado de la misma.