Tengo buena memoria, y pese a ello ya ni recuerdo la última vez que pisé los estudios de TG7. Lo que si recuerdo es la última frase que pronuncié en dichos estudios, al término de un debate sobre los "escraches" en el que participé junto a Pepe Torrente. La frase fue "en el próximo debate, supongo que hablaremos de los pelotazos urbanísticos del PP en Granada". Por supuesto, no existió ese próximo debate, y tal y como me vaticinó un buen amigo, yo no he vuelto a pisar los estudios de la tele municipal. Un ente, por cierto,  que debía estar al servicio del interés público, fomentando la cultura, la educación, la democracia y la pluralidad social.

Nunca se ha sabido qué órgano establece la programación, ni sobre que criterios, ni en base a que consideraciones. La Comisión de Control, prevista en la normativa reguladora de la tele municipal, se ha reunido 2 veces en los aproximadamente 6 años de existencia. La primera, al inicio de la andadura. La segunda, el pasado Martes, a petición del PSOE, y ante el escándalo de las denuncias hechas por trabajadores,  y los despidos arbitrarios que han acompañado a las mismas. Difusamente recuerdo algunas mañanas de Lunes, en las que una llamada telefónica del ¡concejal Fuentes! solicitaba la presencia de algún representante socialista en la grabación vespertina del debate nocturno, a veces incluso sin temática definida. "Ya veremos el tema que nos interesa" parecía deslizar sibilina aunque descaradamente.

Desde el inicio, TG7 ha sido un "juguete" en manos del PP, diseñada y pensada como instrumento de propaganda política, sometida a un régimen opaco de gestión que imposibilitaba el más mínimo y democrático control, pese a los esfuerzos que hemos realizado. Si la llegada del "nuevo tiempo", sin mayoría absoluta, impide que continúe esa senda, bienvenido sea el nuevo tiempo transparente, democrático y plural. Salvo que estemos hablando, lisa y llanamente, de un nuevo reparto del "cacho" mediático entre el PP y su socio municipal. Para ese viaje no necesitamos ningunas alforjas