Susana Díaz de Vivar
Susana Díaz lo ha conseguido. La presidenta del Gobierno socialista andaluz, la Venus orgánica, el aparato hecho hembra ha impuesto sus condiciones y ya ha salido el ex de Administraciones Públicas Jordi Sevilla a pregonar que, tras las elecciones del próximo día 26, gobierne el partido que cuente con más apoyo parlamentario. Lo cual vendría a significar que, salvo que Unidos Podemos derrote al Ibex 35, a la patronal, al complejo financiero-mediático, a la Conferencia Episcopal, a la oposición venezolana, a la difamación, al resto de partidos y a todas las encuestas, la derecha gobernará otros cuatro años en España. Y que en el PSOE hay señoras y señores partidarios de mantener las políticas feroces y el sufrimiento de gran parte de la población si con ello consiguen prolongar la agonía, ganar tiempo y evitar que otra organización los suplante y aplique las políticas de progreso social que ellos abandonaron el día en que decidieron circular por la tercera vía de Tony Blair (Dios y Murdoch se lo paguen) en cuyas curvas han descarrilado la práctica totalidad de los partidos socialdemócratas europeos.
La noticia es capital por lo que adelanta y por lo que significa. De entrada supone que en la cúpula del PSOE ya poseen encuestas crudas, información suficiente como para entender que se va a perder la hegemonía de la izquierda. Y de salida trasluce que, políticamente hablando, la foto no engaña y Pedro Sánchez es lo que aparenta, un jefe de planta del Corte Inglés, un buen comercial con un producto deteriorado, un mandado puesto ahí por Susana Díaz y la poderosa federación andaluza, que lo consideraron más moldeable que Eduardo Madina o José Antonio Pérez Tapias, hombres de aspecto menos resultón pero con mayor cualificación cultural y convicciones ideológicas. ¿Pero quién es Susana Díaz? ¿Quién es esta mujer a la que se le ha puesto en el moño que en España no haya un gobierno de izquierdas si no lo lidera su partido? Pues la misma que hace apenas un cuarto de hora gobernó Andalucía con el apoyo de Izquierda Unida, con el comunismo convertido de nuevo y en un repente en el fantasma que recorre Europa.
Susana Díaz nació mayor y echó las muelas del juicio antes que los dientes de leche. Se desconoce si de niña tuvo un muñeco al que llamó Felipe y otro al que llamó 'Arfonso', pero hay noticia de que en la adolescencia redujo casi exclusivamente sus relaciones a la chiquillería socialista, a las Juventudes de las que llegó a ser jefa de pandilla. Después se integró en el PSOE, cursó estudios de Derecho, pasó años trotando desde su casa a la sede y desde la sede a su casa y, en el camino, fue escalando posiciones, empujando, poniendo codos, ocupando cargos y deshaciéndose o distanciándose cuando le convino de los que antes fueron sus valedores.
Quiero decir con esto que la señora encarna algunos de los errores que han conducido al PSOE a su actual laberinto, que es una auténtica profesional de la política y puede que albergue la intención de agotar en ella su vida laboral. Como todos los afectados por el virus de la endogamia del partido, como todos aquellos sin otro horizonte laboral que el de transitar de las juventudes a las senectudes socialistas y que han hecho de la organización una selva nutricia en la que se mueven con obediencia ciega o con celeridad despiadada, Susana Díaz es tan buena táctica como mala estratega. Lo demostró el año pasado, cuando decidió romper el pacto con IU y adelantar las elecciones autonómicas para sorprender a Podemos a contrapié. Y lo confirmó al apoyarse en Ciudadanos para formar gobierno en Andalucía e imponer después el mismo pacto a escala nacional a Pedro Sánchez, con lo cual antepuso su comodidad e interés en Andalucía a la tarea de lograr la recomposición y fortalecimiento del PSOE nacional.
Susana Díaz es una política mandona, faltona y de potentes luces cortas, pero con escasa capacidad de seducción frente a un adversario inteligente al cual pueda necesitar en un futuro que no sea inmediato, de ahí que el martes llamara Mortadelo a Pablo Iglesias y de ahí que haya roto relaciones con Teresa Rodríguez, la líder de Podemos en la comunidad y su particular Blancanieves parlamentaria.
Susana Díaz es una intelectual orgánica si quitas lo de intelectual. Puede citar con autoridad y conocimiento de causa a Epi y Blas o a personajes del TBO, pero uno, que la ha sufrido en algunas conferencias y 'funciones teatrales', jamás la ha oído improvisar una cita o un pensamiento culto, inteligente o digno de reflexión. ¡Por estas! La información que atesora no procede de libros de historia, ensayo o filosofía, sino de los documentos oficiales, de los recortes de periódicos que le sirven cada mañana desde su gabinete de prensa y de lo que oye a quienes saben… y quienes saben, para ella, son los viejos barones desnortados del socialismo y muy especialmente Felipe González, quizás el mayor de los lastres que soporta en la actualidad la organización. La astucia, el azar, el perfecto conocimiento de los mecanismos internos del partido y la ley de conservación de las especies políticas que desaloja a los mejores la han aupado al pedestal de la historia, pero el PSOE cuenta con decenas de técnicos, asesores, alcaldes y concejales con más criterio, ilustración y sensatez que ella.
A Susana Díaz le pones un gorro frigio, la envías a la plaza de un pueblo de 1.500 habitantes, remoto y alejado de todo, hasta de sí mismo, tira de argumentario, empieza a largar latiguillos y topicazos con acento trianero, se abraza a los viejecitos, besa a sus esposas, se rasga las vestiduras y monta una coreografía tuneada del cuadro de Delacroix: 'La Demagogia conduciendo al pueblo'.
Susana Díaz presume de roja, pero es muy 'respetada' en las tertulias de 13 TV y la heroína de Eduardo Inda, vocero mayor y campeón periodístico del neoliberalismo, que lleva haciéndole la hagiografía en televisión desde poco después de su llegada al poder. También cuenta con el reconocimiento y la idolatría de los 'susanícolas', de toda la colección primavera-verano-otoño-invierno de cargos públicos y dirigentes del PSOE y de buena parte de los medios de comunicación con presencia en Andalucía. ¿Por qué? Porque posee dos virtudes incuestionables: el BOJA y el presupuesto. Uno le facilita nombrar y cesar, decidir sobre el presente y el futuro de las personas, y el otro le permite hacer “de piedras pan sin ser el Dios verdadero”, subvencionar y vencer líneas editoriales e infinidad de voluntades.
Lejos de la taifa andaluza quedaría desnuda, con sus dos principales virtudes anuladas y todos los defectos al descubierto. Si impone su voluntad y su consejo, si decide los pasos a seguir, el PSOE emprenderá un camino hacia el ensimismamiento y la lucha por el pan de muchos de sus dirigentes que hará imposible durante años cualquier alianza de la izquierda. Y más que como la campeona de la reconquista de los territorios y el prestigio perdidos por el socialismo se la recordará como la que nos condenó a otra década de gobierno de la derecha. No ganará una batalla ni viva ni después de muerta. No será, como algunos ilusos piensan, Susana Díaz de Vivar, sino la papisa negra. Después de ella, el Armagedón.