Síndromes y síntomas alarmantes
Realmente alarmantes los síntomas de descoordinación, falta de comunicación, incluso de recelos indisimulados que ofrecen los 14 concejales que propiciaron con su voto libre la elección del actual alcalde de Granada. Y aún mucho más preocupantes algunos síndromes que se vislumbran tras la actuación de dichos 14 ediles de la ciudad. Sin duda, el más grave de ellos, que no han asumido que son el "gobierno" de la ciudad con todo lo que ello supone, en alguna de las muchas facetas con que el común de los mortales identifica la tarea de "gobernar": dirigir, coordinar, impulsar, planificar, organizar, relacionarse, marcar pautas, establecer prioridades, señalar objetivos, compartir visiones y saber trasladarlas a la ciudadanía, etc.
Hablaba de síntomas y síndromes porque cualquier observador medianamente avispado de la vida municipal, advertiría que la tarea fundamental de esas 14 personas es, de un lado, ejercer de "oposición de la oposición de la oposición", tal es el desconcierto y desconocimiento con que se manejan en las tareas de gobierno, y, del otro, someterse entre ellos y ellas mismas, a un escrupuloso marcaje que, como decía al principio, dice bien poco de una mínima coordinación y comunicación entre dichas 14 personas
Hablaba de síntomas y síndromes porque cualquier observador medianamente avispado de la vida municipal, advertiría que la tarea fundamental de esas 14 personas es, de un lado, ejercer de "oposición de la oposición de la oposición", tal es el desconcierto y desconocimiento con que se manejan en las tareas de gobierno, y, del otro, someterse entre ellos y ellas mismas, a un escrupuloso marcaje que, como decía al principio, dice bien poco de una mínima coordinación y comunicación entre dichas 14 personas.
Apariciones públicas, con el más nimio de los motivos, en las que aparecen hasta el doble y el triple de concejales de los anunciados, unas veces para posar juntos y juntas, pero otras veces para atender unos lo que dicen los otros. Será que no tienen otra mejor ocupación a la que dedicarse. O será que para saber (unos) lo que piensan o hacen (los otros), aún no han encontrado un mecanismo mejor que la pura y dura presencia física para enterarse. Agendas públicas en las que parecen confrontar por obtener protagonismo, sin ningún criterio de reparto en base a cuestiones de competencia, interés específico o simplemente no acumulación de representación municipal.
Y mientras tanto, nadie al mando de las cosas de la ciudad. De la limpieza de sus calles, de las necesidades de sus vecinos, del cuidado de sus espacios públicos, nada
Y mientras tanto, nadie al mando de las cosas de la ciudad. De la limpieza de sus calles, de las necesidades de sus vecinos, del cuidado de sus espacios públicos, nada. Se anuncia una y otra vez que el "gobierno" está en proyectos muy importantes, sin especificarlos, con la peregrina intención de desviar la atención sobre lo único que, hasta la fecha, la ha llamado, y es saber quienes y cuando (el para qué da lo mismo) van a ser alcaldes de Granada. La ciudadanía granadina permanece totalmente ajena a esos "proyectos importantes", pero a la vez, permanece absolutamente dedicada a comentar, valorar y debatir el posible cambio en la alcaldía. Que le vamos a hacer.
No es la primera vez que lo digo, pero los hechos se muestran tozudos en acreditar, día a día, que la evidente legitimidad de la decisión adoptada por el Pleno de elección de alcalde del pasado 15 de Junio, en absoluto ha venido acompañada de una acción política medianamente seria y ordenada, de una actuación sensatamente pensada, ni siquiera de unos mínimos de confianza entre los componentes de la coalición ganadora. De los síntomas se ha pasado a los síndromes. Y lo peor de todo es que de éstos se pasa, sin solución de continuidad, a la desidia, al hastío y al encefalograma político plano. Y quien no tiene asumido que es gobierno, no está capacitado para darse cuenta de ello. Como cantaron Golpes Bajos, "malos tiempos para la lírica".