Sierra de Lújar, hacer de la necesidad virtud
Mientras nos vamos enterando de la causalidad del incendio que ha calcinado 2.000 has en la Sierra de Lújar, lamentamos que la casualidad haya querido que se produzca justo al día siguiente de la presentación de un libro en el que se recogían sus valores ecológicos y paisajísticos. Tenía pensado dedicar una columna al hilo de la presentación de esta publicación para avalar la declaración de parque natural, en el que viene trabajando desde hace tiempo una plataforma ciudadana con el liderazgo de la asociación Buxus, cuando ha sobrevenido el incendio que ha arrasado una de las zonas más valiosas que se incluían en la propuesta de delimitación como espacio protegido. Ya había redactado unas notas y además tengo casi ultimada una charla que me pidieron para apoyar esta idea, mostrando la “historia” de los 30 años de Sierra Nevada como espacio natural protegido desde que en 1986 entrara en la Lista de Reservas de la Biosfera de la Unesco, a lo que seguiría la declaración de parque natural en 1989 y la de parque nacional diez años más tarde y mi experiencia en el Equipo de Gestión del parque nacional y natural de Sierra Nevada en los últimos diez años.
Los impulsores de la declaración saben bien quien se había opuesto y quien no había hecho lo suficiente para apoyar la iniciativa y ahora deben de estar divirtiéndose con las declaraciones de muchos personajes públicos que ensalzan los valores de “el bosque perdido”.
Yo pienso que en estos momentos, dada la extensa y heterogénea Red de Espacios Naturales Protegidos de nuestra región, no es conveniente la declaración de nuevos parques naturales en Andalucía si no surgen con un amplio consenso social, como han declarado los responsables políticos de la Junta, pero hay que hacer un esfuerzo pedagógico en convencer a la población que los parques naturales no son un problema para el desarrollo local, pero pueden ser una parte importante de la solución basada en un nuevo modelo económico, ambiental y socialmente sostenible.
El nuevo parque natural podría surgir como un lugar en el que se ensayen fórmulas de participación ciudadana en la restauración de la zona incendiada, y en la gestión del resto del territorio. La enorme energía humana de solidaridad y de sensibilidad ambiental que ha despertado esta catástrofe ecológica, puede y debe ser una oportunidad que hay que saber aprovechar para que el nuevo espacio natural protegido sea sentido y querido por la ciudadanía en el futuro.
Convendrá empezar aclarando, aparte de las causas del incendio, que lo más importante ahora, no es tanto recuperar “el vuelo” sino que no se pierda “el suelo” y que no hay que acelerarse en poner plantas ni en retirar madera quemada sino que hay que tomar medidas para impedir la erosión y analizar la evolución de la vegetación, especialmente de los alcornoques. Y habrá que saber que no hay un modelo único para restaurar sino que habrá que aplicar diferentes y múltiples actuaciones en función de diferentes variables. Vamos que dice Jack el Destripador, “hay que ir por partes” dando a cada zona un tratamiento diferenciado.
Y aprendamos la lección: algunos de los propietarios particulares que se ponen a la cabeza de las peticiones de ayudas, directamente o utilizando “poderosos” interlocutores, no tenían sus fincas de acuerdo con las exigencias de los planes de autoprotección contra incendios. Baste como ejemplo comprobar que se ha salvado una propiedad que estaba bien cuidada y se dedica al turismo rural y como por el contrario han quedado arrasadas las abandonadas o mal cuidadas.
Un par de consejos finalmente. El primero comentar que sería una mala praxis derivar ayudas directas a los propietarios para que realicen la restauración. Es preferible que se realicen convenios con los particulares pero que sea la Administración la que ejecute las actuaciones necesarias. Es más económico y más ecológico. Segundo consejo: se ha despertado un caudal de solidaridad y de apoyo a la recuperación de la zona que hay que saber canalizar. Para ello propongo definir algunas actuaciones y una zona cero en la que se concentren las acciones de los voluntarios que se han ofrecido a participar en la restauración. Pero sobre todo deberían idearse acciones ex situ, de sensibilización sobre los incendios forestales, las causas y maneras de prevenirlos y sobre los valores ecológicos y paisajísticos de la zona afectada y del conjunto de la Sierra de Lújar para conseguir una movilización social que “obligue” a la declaración del parque natural, un parque que pasaría a la historia como el espacio natural protegido que nació para ser restaurado.
Propongo finalmente llamar Fénix a la Plataforma Ciudadana que se está organizando para apoyar la restauración de la Sierra de Lújar. Como el ave de este nombre esta Sierra resurgirá de sus cenizas.