¿La salud es lo primero?

Blog - El ojo distraído - Jesús Toral - Viernes, 3 de Febrero de 2017
El doctor Candel, en la última concentración.
P.V.M.
El doctor Candel, en la última concentración.

Que no me hagan cabalgar con ruedas de molino: la fusión hospitalaria en Granada ha sido  un desastre, una decisión nefasta y cuenta con la confrontación de médicos, enfermeros y de gran parte de la población general. Esto no significa que esté en contra de la sanidad pública y gratuita, al contrario, estoy a favor de la mejor calidad posible para ella, porque es lo que se merecen los granadinos.

Esta semana he vivido la experiencia de acudir a un especialista en el flamante nuevo complejo hospitalario del Campus de Ciencias de la salud. Al margen de que la cita me la dieron a dos meses vista, y gracias, de excesivos tiempos de espera, de una desorganización palpable y de la sensación de estar solo y perdido, lo que más me llamó la atención fue la actitud de mi médico en cuestión: desde el primer momento sentí que estaba a la defensiva, que quería solucionar cuanto antes y apenas me dejaba explicar lo que me ocurría. Estaba estresada, sobrepasada y sobre todo muy decepcionada. Afortunadamente, conseguí calmarla y creo que ella misma se dio cuenta de su actitud a mitad de consulta y la cambió. Fue entonces cuando me reconoció que la situación que atravesaban por culpa de esa famosa fusión hospitalaria era desesperante, que tanto sus compañeros como ella estaban al borde de la depresión y que ya no podían más.

No puedo culpar a un profesional por el hecho de sentirse tan presionado y angustiado que no pueda desarrollar su trabajo con total soltura. Pero estamos hablando de mi salud, y de la de miles de granadinos que se están viendo afectados por una desgraciada gestión mientras nuestros gobernantes están dejando pasar el tiempo sin llegar a una solución. De lo que no parecen darse cuenta es de que en estos meses hay muchos pacientes que se mueren esperando a que se produzca.

El susurro inicial se ha convertido en un clamor de la población que no está dispuesta a creerse lo que nos dicen

Primero se dedicaron a reducir la cifra de manifestantes para minimizar las consecuencias de unas marchas multitudinarias. Después, han tratado de atacar al que se ha convertido en cabeza visible de las protestas, el doctor Jesús Candel, “Spiriman”. Poco podían imaginar estos políticos que alguien anónimo fuera capaz de movilizar a tanta gente, así que se le ha catalogado de “payaso” y de otros tantos adjetivos despectivos con tal de desacreditarle para que la gente deje de seguirle. Y no lo han conseguido.

En la última manifestación los drones descubrieron una Granada plagada de asistentes pese a que los datos oficiales dieron la cifra de 55.000, muy inferior a la que obviamente se podía ver en esas imágenes. Se ha convertido en la tónica desde que comenzó la crisis: una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad. Y si continúan las protestas se hacen leyes para evitarlas.

En este caso, sin embargo, no hay nada que hacer: el susurro inicial se ha convertido en un clamor de la población que no está dispuesta a creerse lo que nos dicen.       

La madre de un niño con un implante coclear explicaba que la última vez que el pequeño tuvo problemas con él estuvo varios meses sin poder oír  hasta que se lo solucionaron, cuando antes de la fusión hospitalaria se resolvía de inmediato, con el perjuicio que esto le supone al menor en el colegio y en su vida diaria. ¿Quién le va a devolver a ese chiquillo el tiempo perdido?

Todos hemos escuchado casos desgarradores: horas de espera en una sala para que cuando te vayan a atender descubras que el médico ya no está porque su jornada terminó y nadie te avisa de ello; falta de material, de recursos, de tiempo…

Lo primero que nunca entenderé es por qué si yo contrato a un abogado para que lleve mis problemas legales, o a un arquitecto para que me construya mi casa, y no me considero tan inteligente, quienes nos mandan, que se supone que tienen una mente mucho más entrenada, deciden dictar leyes sin consultar con los expertos. ¡Ya está bien! De que nos cuelen nuevas normativas de educación sin contar con los profesores; de que decidan sobre el campo sin hablar con los agricultores o de que tomen la iniciativa de fusionar hospitales sin tener en cuenta a los médicos.

Escucho al consejero de turno reconocer que se han cometido errores pero que no se pueden lanzar mensajes catastrofistas para desprestigiar la sanidad pública andaluza. ¿Y la solución es callarse y apechugar con los recortes y la merma de servicios? Ese desprestigio llega a causa de esas decisiones erróneas que, pese a ello no se subsanan y que a los ciudadanos, a los de siempre, nos obligan a sufrir una atención deficiente. El hecho de que haya partidos que lo utilicen políticamente no significa que el problema no exista. Es la postura fácil: matar al mensajero para desvirtuar el mensaje.

Dicen que el proceso de anulación de la fusión hospitalaria va a ser largo… sin embargo, tardaron muy poco en ponerlo en pie. Da la sensación de que es extremadamente fácil sacar un decreto, o una ley, o se hace con suma ligereza pero después echarla atrás se convierte en una quimera. Si no que me expliquen por qué aún sigue en vigor una ley mordaza que prohíbe manifestarse ante el Congreso y el Senado, donde supuestamente nos representan a todos, o por qué una reforma laboral que constriñe a tantos españoles no se ha tocado aunque muchos políticos se hayan pasado meses hablando del daño que ha provocado a la sociedad.

Lo que parece que no han tenido en cuenta nuestros gobernantes es que cuando la cuerda se tensa demasiado tiene el peligro de romperse y que la sociedad granadina parece estar demasiado cansada de que se la obvie, de que se la margine y que cada manifestación a favor de una salud de calidad en la provincia se convierte en más multitudinaria que la anterior.

Hacer oídos sordos, evitar hablar del tema, dejar que se amansen las aguas, esperar al cansancio, como hacen siempre, parece que esta vez no les está funcionando, si no que más bien está produciendo el efecto contrario: que el resto de Andalucía se una a la marcha y por mucho que se ataque a Spiriman o a cualquiera que critique una gestión sanitaria tan penosa me da la impresión de que esto no va a parar. Granada ha despertado de un letargo de años y cualquiera que valore la democracia debe sentirse orgulloso de escuchar la voz del pueblo, la que no deja de lanzar una y otra vez el mismo mensaje, porque…en definitiva, esto es la democracia en su estado más puro.

 

Imagen de Jesús Toral

Nací en Ordizia (Guipúzcoa) porque allí emigraron mis padres desde Andalucía y después de colaborar con periódicos, radios y agencias vascas, me marché a la aventura, a Madrid. Estuve vinculado a revistas de informática y economía antes de aceptar el reto de ser redactor de informativos de Telecinco Granada. Pasé por Tesis y La Odisea del voluntariado, en Canal 2 Andalucía, volví a la capital de la Alhambra para trabajar en Mira Televisión, antes de regresar a Canal Sur Televisión (Andalucía Directo, Tiene arreglo, La Mañana tiene arreglo y A Diario).