Réquiem por el single

Blog - El camino equivocado - Guillermo Ortega - Jueves, 29 de Septiembre de 2016
citypeopleng.com

En mi casa, cuando era pequeño, había muchos más sencillos que elepés. Ya dije una vez en este foro que mi padre era lo más ecléctico del mundo y que se nutría de canciones sueltas, más que de discos. Y del español más que del inglés. La colección abarcaba desde Shocking Blue hasta María Ostiz, pasando por Carlos Mejía Godoy, Karina, Fórmula V, Camilo Sesto, Los Diablos, Los Pekenikes y un larguísimo etcétera. Mi relación con la música empezó ahí, así que por fuerza debo tenerles cariño.

No recuerdo cuál fue el primero que me compré, pero sí el que más me empeñé en tener: ‘You´re the one that I want’, el tema estelar de la película ‘Grease’. Guardé cola para hacerme con uno, aquello fue un auténtico alboroto. ¿Que si me arrepiento, que si ahora lo veo una horterada? No, nada de eso. En su momento fue el single perfecto. Tuvo el tiempo de vigencia que debió tener y punto.

Esa era la magia de los sencillos: te enganchaban por un tiempo, sus tres minutos escasos te atrapaban con fuerza y con el paso de los días, las semanas o como mucho los meses, iban soltando su abrazo, normalmente porque llegaba otro que te cubría de besos y desde ese momento se convertía en tu preferido. Y el anterior se marchaba sin rencor ni despecho, porque sabía que había cumplido su función.

Años después pillé algunas joyas que encontraba a precios de ganga (15 pesetas) en los añorados Almacenes Mérida de mi Algeciras natal. También me interesaba por los singles de grupos y artistas que tenían la buena costumbre incluir en la cara B un tema inédito, como The Police y The Clash. Completista que era uno.

Pero progresivamente el elepé fue ganándole la partida al single, un poco porque me daba pereza eso de estar continuamente subiendo y bajando la aguja y un poco porque no salí a mi padre y prefería escuchar cinco o seis temas seguidos de un mismo autor que ir dando saltos. Total, para eso ya estaban las recopilaciones caseras en formato casete, los bares, las fiestas...

Guardo los que aún me quedan, no sé exactamente cuántos son, y ahora que tengo tocadiscos nuevo igual me da por pincharlos de vez en cuando; pero dudo mucho que me vuelva la fiebre infantil. Eso sí, echo de menos lo de verlos por ahí, salvo en ferias y tiendas de segunda mano. No lo he confirmado pero me da la impresión de que sólo algunos aventureros se aferran a su pasión y siguen editándolos. La industria ya ha pasado de ellos.

Y no me refiero sólo al single en formato vinilo; también, me temo, ha desaparecido el cedé single, que por lo demás en España nunca llegó a tener demasiado éxito pero sí que vendió un montón en países como Inglaterra. Puede que aquí las discográficas sigan regalando copias a las emisoras de radio, pero no lo tengo claro.

Si es cierto lo de que ha desaparecido como formato, o casi, habrá que resignarse y, si acaso, echar una lagrimita nostálgica. Es el signo de los tiempos: me pregunto para qué quiere un muchacho (o una muchacha) de ahora llenar sus estanterías de cachivaches si pueden descargarse las canciones que les apetezca, o bien oírlas en spotify, o escucharlas en youtube mientras ve el vídeo… Son demasiadas opciones como para que permanezca lo de antes.

Aunque igual me estoy precipitando. Con tanta fiebre por lo vintage, no descarto que cualquier día de éstos se vuelva a poner de moda el comediscos, esa especie de bolso que te permitía llevar la música literalmente en bandolera y que sólo admitía singles. Pues fíjate tú que estoy pensando que, conectados a unos buenos auriculares para no obligar a los demás a escuchar lo que tú, igual hasta podría convertirse en el heredero del walkman, el discman y el ipod. Ya, ya, estoy proponiendo una estupidez, pero como sé que hay gente para todo, ahí lo dejo.

 

 

Imagen de Guillermo Ortega

Guillermo Ortega Lupiáñez (Algeciras, 1966) es licenciado en Periodismo. Empezó a trabajar en 1990 en el desaparecido Diario 16 y después pasó a Europa Sur y Granada Hoy. También lo hizo durante un breve periodo en la Ser y colaboró en El Mundo, Ideal y ABC. Durante algo más de un año fue columnista en Granadaimedia. Ha sido encargado de prensa en los grupos municipales de UPyD y Ciudadanos en Granada y ahora trabaja en prensa del PP. Ha publicado cuatro libros: Cuentos de Rock (2008), Los Cadáveres Exquisitos (2012), Horas Contadas (2014) y La vida sí que es una pelea (2016).