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'Realidades'

Blog - Punto de fuga - Cristina Prieto - Jueves, 25 de Abril de 2024
La doctora Hillary Cass.
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La doctora Hillary Cass.

La gran Rocío Jurado cantaba que se nos rompió el amor de tanto usarlo. Esta enorme señora, en el escenario y en su vida privada, decía a través de sus canciones verdades como puños y, tengo que reconocer que, aunque no soy una gran amante de este género, hay canciones que me encanta escuchar porque son la vida misma. La sarta de calificativos lanzados en el título Ese hombre no deja indiferente. Necio, estúpido, engreído, egoísta, caprichoso, payaso, vanidoso, inconsciente, presumido, falso y rencoroso completan una lista difícil de superar. La letra de este tema, como muchos otros de aclamados intérpretes, lleva la firma de Manuel Alejandro, pero poco se habla de que su esposa, Purificación Casas -que rubricaba estas letras como Ana Magdalena-, tenía mucho que ver en los mensajes. Y se nota. Pero, no nos perdamos.

La única diferencia es que en Alemania el cambio de sexo registral debe llevar aparejado en el registro un nombre masculino si el cambio en la documentación es de mujer a hombre y al revés para el caso contrario. Nada de llamarse Juanito, lucir las barbas del profeta y declararse legalmente mujer como ocurre en nuestro país

Aludía a lo de la rotura del amor debido al uso por la última locura del transgenerismo y las identidades cambiantes. Alemania, país que todos vemos como el paradigma del pragmatismo, la eficiencia y la calidad de sus productos, acaba de aprobar una ley de autodeterminación del sexo legal sin requisito alguno más que notificarlo al registro de manera oral u escrita tres meses antes de la declaración. Las personas mayores de 18 años podrán hacerlo por sí mismas mientras que los mayores de 14 podrán presentar la documentación con la aprobación de sus padres y para los menores de esta edad la Ley dice que deberán ser sus padres quienes presenten la documentación pertinente. No se echen las manos a la cabeza porque en España el proceso es similar y está vigente ya desde hace un año. La única diferencia es que en Alemania el cambio de sexo registral debe llevar aparejado en el registro un nombre masculino si el cambio en la documentación es de mujer a hombre y al revés para el caso contrario. Nada de llamarse Juanito, lucir las barbas del profeta y declararse legalmente mujer como ocurre en nuestro país.

Toda esta locura llevará a los países que están adoptando estas medidas a implementar políticas erróneas porque será imposible corregir unas desigualdades que se escapan a la realidad

Otra diferencia entre la Ley alemana y la española es que en el país centroeuropeo se puede elegir entre tres opciones -hombre, mujer y diverso- e incluso se puede obviar en la documentación contenida en el Registro los datos referentes al sexo. Piensen, entonces, cómo se van a elaborar estadísticas para conocer la realidad social y económica de un país si no sabemos, a ciencia cierta, quiénes conforman esa ciudadanía y en qué porcentajes. Toda esta locura llevará a los países que están adoptando estas medidas a implementar políticas erróneas porque será imposible corregir unas desigualdades que se escapan a la realidad. O, lo que es peor, desistir de buscar soluciones para terminar con los desequilibrios esperando que cada situación busque su propio encaje. Y ya sabemos quiénes salen perdiendo siempre. Están estirando tanto el chicle que va a romperse.

La propia ministra de Igualdad, Ana Redondo, asegura que estar en contra de la Ley Trans es estar en contra de dar calidad de vida a "personas en una transición hacia una realidad que es la que sienten”. Ahí queda eso. Analicen bien la afirmación

Pero, resulta, que ahora debemos adaptarnos a las realidades sentidas y no a la tangibles porque, claro, podemos infligir sufrimiento a esos seres de luz tan desvalidos que vemos, cada 8 de Marzo, atacando a las feministas en las manifestaciones para reivindicar el día de las mujeres. La propia ministra de Igualdad, Ana Redondo, asegura que estar en contra de la Ley Trans es estar en contra de dar calidad de vida a "personas en una transición hacia una realidad que es la que sienten”. Ahí queda eso. Analicen bien la afirmación.

La conclusión de su trabajo certifica que los fármacos empleados eran experimentales y que la denominada afirmación de género no es ética ni está respaldada por la evidencia

Sin embargo, las que parece que sufrimos bien la realidad, no la sentida sino la que reina en nuestras ciudades, centros de trabajo, calles o lugares de ocio seguimos siendo las mujeres. Y, si no, que se lo digan a la doctora Hillay Cass. Ella ha estado durante los últimos cuatro años realizando un informe sobre las prácticas llevadas a cabo en la Clínica Tavistock, el centro de referencia de la sanidad pública en Reino Unido para el tratamiento de la disforia de género en infancia y adolescencia. La conclusión de su trabajo certifica que los fármacos empleados -principalmente bloqueadores de la pubertad y tratamientos con hormonas cruzadas- eran experimentales y que la denominada afirmación de género no es ética ni está respaldada por la evidencia. La noticia, que se publicó en portada en toda la prensa británica y ha tenido una gran repercusión internacional, ha sido prácticamente ocultada en España. A la doctora Cass, que realizó este informe como experta independiente, le han recomendado que, por su seguridad, no viaje en transporte público. Esta es la realidad.

Con estos datos, la madres de la asociación AMANDA, que están luchando por apartar a sus hijas e hijos de estos  tratamientos tan nocivos para sus cuerpos sanos, y otras organizaciones feministas se han reunido con el Defensor del Pueblo de Madrid, Ángel Gabilondo, quien ha presentado un recurso de inconstitucionalidad por la modificación de la Ley Trans de la Comunidad de Madrid, para explicarle que mantener una espera atenta apoyada por profesionales de la salud ante los problemas de disforia presentados por menores y adolescentes es la mejor opción frente a la medicalización de cuerpos sanos con secuelas irreversibles. Gabilondo dice que esto es estigmatizar a los y las jóvenes. El hijo de Gabilondo trabaja en una gran empresa farmacéutica que realiza importantes donaciones a entidades transgeneristas. Saquen sus conclusiones. La realidad.

 

 

 

Imagen de Cristina Prieto

Madrileña afincada en Andalucía desde 1987, primero en Almería y posteriormente en Granada donde he desarrollado mi carrera profesional como periodista. Me licencié en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, cursé mi suficiencia investigadora en la Universidad de Granada dentro del programa Estudios de la Mujer y leí mi tesis doctoral en la Universidad de Málaga.