Prohibido abrirse de piernas
Hace unos días, un amigo, acompañado de una mujer en silla de ruedas, esperaba al autobús y después de 15 minutos, cuando al fin llegó, le pidió que activara la rampa para que la señora pudiera subir:
–Lo siento. Está estropeada.
Dijo tajante el conductor sin ofrecer la más mínima alternativa. Mi amigo, absorto, le respondió con inocencia:
–Bueno, ¿Y qué podemos hacer?
–Tendrás que esperar al próximo autobús.
Cerró la puerta en sus narices y se marchó sin darle tiempo para reaccionar. Es solo uno de los ejemplos de la poca paciencia que muchos conductores exhiben frente a los pasajeros. Parece que eso está permitido y no he visto ningún cartel en los vehículos que obligue al chófer a sonreír y a ser amable con los viajeros.
No obstante, parece que se está poniendo de moda una nueva norma que, como la mayoría, llega de Estados Unidos y por ello nos quieren obligar a aprendérnosla en inglés, una vez más. Se llama manspreading, que viene a ser algo así como hombre desparramándose. La norma, ya impuesta en los autobuses urbanos de Madrid en forma de pegatina, se traduce en que los hombres deben de abstenerse de abrir exageradamente las piernas para evitar invadir el territorio del pasajero contiguo, atendiendo a una petición de la asociación feminista “Mujeres en lucha y madres estresadas”. Y tiene toda la pinta de que podría extenderse al resto del país, porque es una de esas leyes que cuestan muy poco poner en marcha, dan buena imagen a las autoridades que deciden asumirlas y las víctimas, en este caso los hombres, tampoco vamos a quejarnos no vaya a ser que nos cataloguen de machistas.
¿No sería mejor empezar a educar desde pequeños a los niños y niñas, tanto en casa como en el colegio, para evitar abrir en exceso las piernas, sin distinciones, y sin tener que mantenerlas absolutamente cerradas?
Vaya por delante que siempre estoy a favor de los derechos de la mujer, que apoyo la igualdad, que considero que es necesario que haya paridad entre los puestos de máxima responsabilidad masculinos y femeninos para que el mundo cambie a mejor y que si las mujeres no arrebatan el poder a los hombres, nosotros me temo que no se lo vamos a regalar. Asimismo, he de decir que la alcaldesa de Madrid me despierta una enorme simpatía por su talante, su forma de trabajar y por su coherencia.
Dicho esto, en mi modesta opinión, esta iniciativa no es más que una tontería sacada de quicio. Es obvio que en el autobús hay que comportarse y no abrirse de piernas molestando al de al lado, ni rascarse las partes, que a nadie le apetece ver un gesto así, pero de ahí a colocar la pegatina hay un trecho, porque en definitiva nos están acusando a todos los hombres, nos reprochan una actitud aparentemente generalizada que nos convierte en maleducados por ser del sexo masculino.
No creo que sea necesario recordar que el varón guarda algo entre las piernas que es una enorme molestia cuando le obligan a cerrarlas completamente. Y al decir esto, estoy seguro de que habrá mujeres que se quejen y protesten porque “a nosotras desde pequeñas nos machacaban para que cerráramos continuamente las piernas, estuviéramos o no cómodas”. Efectivamente, es ahí donde creo que está el machismo: las mujeres se han visto obligadas a hacerlo siempre porque los padres entendían que al abrirlas se veían sus partes más íntimas cuando llevaban faldas y para evitarlo era mejor obligarlas a cerrarlas.
Yo también me he encontrado con mujeres que abren las piernas cuando llevan pantalones. ¿Tanto problema genera eso? Está bien regular lo que sea necesario regular, pero hay también que tener cuidado con excederse en este aspecto.
¿No sería mejor empezar a educar desde pequeños a los niños y niñas, tanto en casa como en el colegio, para evitar abrir en exceso las piernas, sin distinciones, y sin tener que mantenerlas absolutamente cerradas? Me refiero a que tal vez sea excesivo el hecho de que algunas mujeres estén siempre con las piernas cruzadas obligadas desde pequeñas, no tanto por respetar el espacio contiguo como por no ser consideradas mujeres fáciles. O sea, que los padres de antes temían que si la hija se abría un poco de piernas sería tachada de provocadora. Ese es el principal machismo que deberíamos atajar. Ahí es donde creo que las asociaciones feministas tendrían que poner ahínco.
La igualdad no debería ser que todos fuéramos con las piernas cruzadas para no molestar y fomentar así la incomodidad más extrema, sino que ambos sexos pudiéramos llevarlas abiertas, sin invadir el espacio del vecino.
Siento tener que decir que esta norma me parece tan absurda como si pusieran pegatinas para prohibir escupir, echarse pedos o eruptos en el autobús…
Tal vez me gustaría más una pegatina que obligara al conductor a ser amable con los viajeros u otra que prohibiera a todos los pasajeros ser antipáticos con el resto…puestos a colocar pegatinas hay muchas que podrían hacernos a todos un poco más felices.
Y mientras seguimos hablando de las pegatinas que prohíben abrirse de piernas a los hombres, se van acallando los ecos de corrupciones políticas castigadas judicialmente o no, y vamos restando espacio en los medios de comunicación a movilizaciones ciudadanas por una vida digna, por un trabajo, por un piso o por el pago excesivo de la luz en este país. Si no se habla de ellos, deja de existir.