Picha
La sentencia del TSJA que ha anulado la tasa de la basura inventada por la Diputación se parece a la piedrecita que se colocaban antiguamente los sofistas para entrenar sus habilidades en el arte de la oratoria. La tasa, convertida en molesto chinito, ha llevado de repente a los políticos a confundir picha con lengua y a hacerse, como se suele decir, la tasa un lío.
A los muñidores de la tasa, los cien mil hijos de Sebastián (Pérez), la sentencia les ha pillado apurando el cáliz de la amargura aunque han tenido una reacción lógica, es decir, una reacción cínica: han dicho que la tasa es legal porque el texto descalificado por el tribunal no es el mismo que el vigente: antes de acribillar los bolsillos de los granadinos le dieron una mano de laca con la muñequilla para que el atraco se notara menos. Pero no es verdad. El cambio fue aparente y los puntos cuestionados por el TSJA siguen allí. Ergo, la tasa es ilegal.
Sus compañeros del PP del Ayuntamiento se han apuntado, en cambio, a la tesis de la ilegalidad. No han dudado en desmentir a su partido y en afear la gestión de su jefe provincial con tal optar a la devolución. El concejal Curro Ledesma, una especie de tecnócrata con brillantina, ha confundido la lealtad con la pasta, igual que otros se hacen un lío con la tasa y con la picha.
En el PSOE reaccionaron con unanimidad al conocer la sentencia del TSJA: qué bien que los tribunales anulen las decisiones injustas del PP. Sin embargo, suspender el cobro de diez millones de euros a quien va a joder vivo no es al PP ni a Sebastián Pérez sino al nuevo presidente de la Diputación, el socialista José Entrena, a quien, antes de ocupar el despacho, se le ha venido abajo el presupuesto anual. Empezar el mandato con diez millones de euros menos de lo presupuestado es un lío político tremendo, de manera que ya no se sabe qué es peor si confundir la tasa con la lengua o hacerse una picha con el lío.