Existe un contexto político y mediático en España, que es el que es, nos guste o no. Me he referido a él en innumerables ocasiones, pues dudo mucho que se puedan hacer análisis con ciertas dosis de realismo, sin tenerlo en cuenta. Hay quien lo denomina “polarización", incluso "embrutecimiento" de la política, con sus naturales consecuencias de desafección ciudadana, pues los términos normales del debate político (propuesta, contrapropuesta o crítica, diferencia de opiniones y posiciones, búsqueda de acuerdos y consensos, desde el disenso, y regla de la mayoría parlamentaria para la adopción de acuerdos) se ven sustituidos por una sucesión de descalificaciones ruidosas, de bronca continua y de ruido que casi todo lo tapa. Y eso, obviamente, no es casual. Obedece, indudablemente, a una estrategia política de las derechas nacionales que, empezando por deslegitimar al legítimo gobierno de España, termina por convertir el debate político en un lodazal que hastíe a la ciudadanía, a la par que impida la normal observancia y comprensión de las medidas políticas del gobierno, que, sin duda, son beneficiosas y positivas para la mayoría de la población. La fundación de las Cajas de ahorro ha sido una de las últimas instancias en acreditarlo con datos sobre la mesa.

Ante eso, bien se podría actuar con sosegada didáctica explicativa y haciendo valer las virtudes y objetivos de todas y cada una de las acciones gubernamentales. Se aduce (y no con falta de razón) que una adecuada y continuada acción explicativa aportaría al debate político esa sensatez y mesura demandadas

Ante eso, bien se podría actuar con sosegada didáctica explicativa y haciendo valer las virtudes y objetivos de todas y cada una de las acciones gubernamentales. Se aduce (y no con falta de razón) que una adecuada y continuada acción explicativa aportaría al debate político esa sensatez y mesura demandadas. Quizá se olvida que esa posible estrategia necesitaría una correcta (sin más) actuación de los medios de comunicación, que deberían reducir considerablemente el espacio destinado al ruido y aumentar el destinado a la contraposición educada de políticas. Obviamente, quedaría al descubierto la espantosa carencia de proyecto político de nuestras gritonas y broncas derechas. Por eso, el contexto político es el que es, como decía al inicio.

De modo, que toca asumirlo. Esto es política, no es buenismo ingenuo ni inocencia beatífica. Por tanto, hay que saber identificar y denunciar las causas y los causantes, aunque eso contribuya al ruido. En la sociedad del espectáculo en la que vivimos, si no respondes a un infundio, lo das por cierto

De modo, que toca asumirlo. Esto es política, no es buenismo ingenuo ni inocencia beatífica. Por tanto, hay que saber identificar y denunciar las causas y los causantes, aunque eso contribuya al ruido. En la sociedad del espectáculo en la que vivimos, si no respondes a un infundio, lo das por cierto. De hecho, incluso respondiendo y aportando evidencias, hay quienes lo dan por cierto. Hay que multiplicar los altavoces que identifiquen y denuncien, que contrarresten y repliquen. Que se defiendan de los ataques. Que respondan a las mentiras. En definitiva, que impida que salga gratis el embarrar el terreno de juego. Y que ponga ante el espejo las incongruencias y las desfachateces de las derechas nacionales, incapaces de asumir democráticamente que gobierna quien gobierna, porque así lo ha querido la ciudadanía y su representación parlamentaria.

No hay previsión económica favorable ni proyección de datos de empleo y cotizaciones sociales que haga variar un ápice la estrategia embarradora de las derechas. Se les va a hacer largo. A mejores perspectivas para el país, más ruido y más bronca

La situación queda perfectamente reflejada en el comentario de un columnista de uno de los medios afines a la estrategia de las derechas. Venía a decir que el presidente del Gobierno controla la situación y los tiempos políticos, hasta el punto de tener la capacidad de poder pactar a derechas e izquierdas, además de profundizar en su imagen de líder consolidado europeo. Que, por supuesto, había que seguir "atizándole", pero que convenía que el PP tomara nota de esa citada capacidad, que auguraba una legislatura más larga de lo soñado por las derechas (y por el propio columnista). Pues en esas estamos. No hay previsión económica favorable ni proyección de datos de empleo y cotizaciones sociales que haga variar un ápice la estrategia embarradora de las derechas. Se les va a hacer largo. A mejores perspectivas para el país, más ruido y más bronca.

Creo que las derechas no están por la labor. pero sí considero que la opción socialista ha de procurar una mejora en sus estrategias, un reforzamiento de sus posiciones políticas y una puesta en valor de sus capacidades transformadoras de la realidad

Podría pensarse que la finalización (tocaremos madera) del largo ciclo electoral que hemos vivido, y que no ha variado sustancialmente las cosas (si acaso, se ha producido una ligera ventaja para el PSOE), provocaría una relajación de las cosas. Creo que las derechas no están por la labor. pero sí considero que la opción socialista ha de procurar una mejora en sus estrategias, un reforzamiento de sus posiciones políticas y una puesta en valor de sus capacidades transformadoras de la realidad.

La defensa de las políticas del Gobierno ha de expandirse a todos los ámbitos y ha de corresponder a todas las posibles voces que tengan capacidad de expresarse. Se debe multiplicar la explicación y la justificación de lo que hacemos, puesto que es positivo y mejora la vida de la gente. No hay que cejar en el empeño de contraponer nuestras propuestas frente a cualesquiera otras, con presencia activa en toda la sociedad, que puede llegar a sentir orfandad del PSOE.

La conformación de una oferta programática y un proyecto político nítidamente socialdemócrata en aquellos territorios donde gobierna la derecha y, a la vista está, pone en grave peligro los servicios públicos esenciales. Desmontar con argumentos las falacias propagandísticas en las que nuestras derechas son maestras: eficiencia, desburocratización, simplificación, etc. que sólo esconden la eliminación de lo público y lo que garantiza la igualdad de todas y todos.