'Orgulloso de ser'

Blog - El ojo distraído - Jesús Toral - Viernes, 24 de Junio de 2022
IndeGranada

Corren tiempos de cambios, de recesiones, de retracción. Después de décadas de lucha para conseguir la igualdad entre ambos sexos, todavía hoy hay voces que osan gritar que no es necesario defender a las mujeres, que el llamado techo de cristal para ellas no existe, que el término de «violencia machista» debería sustituirse por violencia intrafamiliar como si todo fuera lo mismo y se produjera con la misma regularidad, que hay que poner en valor los rasgos femeninos que supuestamente definen a las mujeres en un decálogo de intenciones abocado a interpretar que el varón tiene la función social de proteger y mandar y la hembra la de procrear, dedicarse a su familia y obedecer al esposo. Solo con profundizar someramente en los argumentos esgrimidos por estas personas detectaremos las incoherencias y detalles absurdos que contienen, pero el mensaje cala, desgraciadamente, en una parte de la sociedad. Y si no, solo hay que ver cómo suben en importancia electoral en los últimos años las opciones tradicionales que apoyan algunos de estos lemas. Por eso es necesario que tod@s los que apoyan el feminismo permanezcan alerta y no permitan que haya ni el más leve retroceso para las mujeres que todavía no han podido optar a la privilegiada situación de los hombres en nuestra sociedad.

Ya lo dijo Joseph Goebbles, el jefe de campaña de Adolf Hitler: «Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad». Y eso es lo que hacen desde distintas posiciones políticas apoyándose en internet y en toda una banda de productores de fakes que consiguen plantar cada mensaje en el lugar más idóneo para que germine

Algo semejante se produce con el colectivo LGBTI+. A veces escucho por la calle que los gais y las lesbianas están de moda, que la televisión está plagada de presentadores que alardean de su pluma o que el colectivo de transexuales está en ventaja con respecto al resto de la sociedad a la hora de obtener ciertos trabajos. No dicen estas mismas personas que el número de miembros del colectivo LGTBI+ en televisión se podría contar con los dedos de ambas manos, mientras que para enumerar la cifra de heterosexuales serían necesarias las manos de un pueblo entero. Tampoco hablan de las continuas agresiones, la última conocida sucedida en el municipio mallorquín de Capdepera, donde un chico gay recibió a principios de este mes una puñalada en el abdomen al grito de «maricón, maricón de mierda». Ni siquiera se refieren a la cantidad de personas que hoy en día, todavía, deben lidiar con la incomprensión en su puesto de trabajo y ocultar su orientación sexual por temor a ser señalado o incluso a ser despedido definitivamente. Ya lo dijo Joseph Goebbles, el jefe de campaña de Adolf Hitler: «Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad». Y eso es lo que hacen desde distintas posiciones políticas apoyándose en internet y en toda una banda de productores de fakes que consiguen plantar cada mensaje en el lugar más idóneo para que germine.

Así que: sí. Es necesario recordar al menos un día al año que valemos tanto como los demás, que no debemos sentirnos inferiores ni ocultar nuestros sentimientos solo porque a una parte de la población le incomode

Así que: sí. Es necesario recordar al menos un día al año que valemos tanto como los demás, que no debemos sentirnos inferiores ni ocultar nuestros sentimientos solo porque a una parte de la población le incomode. El día del Orgullo gay, que cada vez se extiende más en duración, parte de un grupo de neoyorkinos que se hartaron de sufrir las redadas indiscriminadas de la policía en un establecimiento que ha pasado por ello a la posteridad: Stonewall Inn, en Greenwich Village y se rebelaron produciendo un cambio en la historia del colectivo LGBTI+ en todo el mundo. Al año siguiente de los incidentes, los mismos afectados y sus amigos salieron en una marcha que se convertiría en la primera del Orgullo gay y todavía cuando uno visita ese pequeño establecimiento en el número 53 de Christopher Street, en pleno Manhattan, siente la energía de todos los que lucharon antes y pasaron por allí.

Conozco incluso a amigos homosexuales que están en contra de la celebración de este día, porque creen que no deberíamos llamar la atención, como si tuviéramos que seguir escondidos u ocultando nuestra esencia por no formar parte de la generalidad.

Siento que es necesario salir a la calle a reivindicar el orgullo de ser, más allá de razas, de culturas, de nacionalidades o de estatus sociales y, me encantaría recordar a los que están en contra de esta fiesta que gracias a ella hemos convertido nuestra rabia en alegría, hemos transformado la impotencia de recibir golpes indiscriminados en la plenitud de salir a la calle a reír, bailar y abrazarnos felices olvidándonos de nuestros agresores, hemos alcanzado el nivel de alquimistas al transmutar la paja en oro y lo hemos hecho con mucho esfuerzo y pocos apoyos, remetiendo el miedo entre nuestra camisa y aguantando la mirada de quienes trataban de avergonzarnos por elegir a alguien del mismo sexo para amarle.

Han sido muchos años de angustia desde que nos metían en la cárcel en este país y nos entregaban al escarnio público hasta que por fin la situación de muchos miembros del colectivo LGBTI+ se puede comparar a la del resto de la sociedad como para ceder ante las presiones de quienes mantienen que estamos de moda, que tenemos demasiada libertad o que deberían eliminarse las marchas del orgullo.

Gran parte de las ciudades civilizadas del mundo, en unos días comenzarán a llenarse de canciones, bailes, fiestas, de abrazos entre personas del mismo sexo, proclamas y alegría. Estamos necesitados de risas, de emoción, de amor… No podemos renunciar a una oportunidad que desde el principio fue incluyente porque no pide identificación a nadie y admite a todas las personas, al margen de cualquier supuesta diferencia entre ellas. Así que, que empiece la fiesta, le pese a quién le pese.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Imagen de Jesús Toral

Nací en Ordizia (Guipúzcoa) porque allí emigraron mis padres desde Andalucía y después de colaborar con periódicos, radios y agencias vascas, me marché a la aventura, a Madrid. Estuve vinculado a revistas de informática y economía antes de aceptar el reto de ser redactor de informativos de Telecinco Granada. Pasé por Tesis y La Odisea del voluntariado, en Canal 2 Andalucía, volví a la capital de la Alhambra para trabajar en Mira Televisión, antes de regresar a Canal Sur Televisión (Andalucía Directo, Tiene arreglo, La Mañana tiene arreglo y A Diario).