Sierra Nevada, Ahora y siempre.

'No nos cuenten milongas'

Blog - Punto de fuga - Cristina Prieto - Jueves, 25 de Agosto de 2022
Alberto Núñez Feijóo.
Jorge Gil/Europa Press
Alberto Núñez Feijóo.

Definitivamente, a Alberto Núñez Feijoo no le sienta bien vivir en Madrid lejos de los frescos vientos gallegos y las travesías en yate con algunos amigos para dorarse al sol. El calor que desprende en verano el asfalto de la urbe madrileña parece haberle licuado esa parte del cerebro dedicada a conservar los recuerdos y las acciones. Mala cosa para un político que pretende hacerse con las riendas del país el año que viene cuando la ciudadanía sea llamada a las urnas para elegir nuevo gobierno. Se le podría disculpar si su falta de memoria se ha debido a los rigores de las sucesivas olas de calor que hemos sufrido este verano porque, de lo contrario, podríamos estar ante un mentiroso de tomo y lomo.

De momento, y si realmente se cree lo que dice, ¿por qué no exige al Gobierno un debate público, abierto y transparente, con todos los sectores implicados, sobre el anteproyecto de la Ley Trans para que la ciudanía conozca, realmente, las implicaciones que conlleva?

El líder de la oposición, que apenas lleva cinco meses como presidente del Partido Popular, ha aprovechado los últimos días del mes de agosto para tantear al electorado feminista y ha decidido incluir entre sus propuestas la Ley Trans (esperemos que se haya leído el anteproyecto). Dice el orensano que, si llega a gobernar, la derogará. No corra tanto señor Núñez Feijóo porque, aún, no está aprobada. De momento, y si realmente se cree lo que dice, ¿por qué no exige al Gobierno un debate público, abierto y transparente, con todos los sectores implicados, sobre el anteproyecto de la Ley Trans para que la ciudanía conozca, realmente, las implicaciones que conlleva?

No, señora Montero, esas “algunas personas” a las que usted se refiere son una gran parte de la clase trabajadora que no puede alquilar un piso porque los precios están por las nubes, desempeña trabajos cada vez más precarios, constituye el 52% de la población –las mujeres-

La ministra de Igualdad, Irene Montero, que ha convertido este asunto en un reto personal, no ha tardado en contestar al líder de los populares, para decirle que su propuesta es “gobernar para que la vida de algunas personas no merezca la pena: para que tengan más difícil alquilar un piso, tener un trabajo o ir al cole, pasear por la calle, ir al médico o ser felices”. No, señora Montero, esas “algunas personas” a las que usted se refiere son una gran parte de la clase trabajadora que no puede alquilar un piso porque los precios están por las nubes, desempeña trabajos cada vez más precarios, constituye el 52% de la población –las mujeres- para las que las calles nunca han sido seguras y aglutina a quienes confían su salud a la sanidad pública en un ejercicio de paciencia infinito para soportar las demoras de hasta 15 días en atención primaria. De las especialidades ya ni hablamos. A mi madre, una mujer de 88 años, le han dado cita en la unidad del dolor para ¡junio de 2023! ¿De qué personas nos habla?

El actual presidente del PP se ha olvidado de que la primera Ley Trans en España –en la que se incluía el cambio de nombre en los registros autonómicos- se aprobó en Andalucía por unanimidad, es decir, con los votos favorables de los parlamentarios de su partido sumados a los del PSOE e Izquierda Unida en 2014

Pero, volvamos a Feijóo. El actual presidente del PP se ha olvidado de que la primera Ley Trans en España –en la que se incluía el cambio de nombre en los registros autonómicos- se aprobó en Andalucía por unanimidad, es decir, con los votos favorables de los parlamentarios de su partido sumados a los del PSOE e Izquierda Unida en 2014 (aún no habían entrado en el Parlamento de Andalucía ni VOX ni Podemos). La parlamentaria popular Esperanza Oña puso todo su empeño en sacar el texto adelante e, incluso, convenció al Ejecutivo de Mariano Rajoy para que no acudiera al Tribunal Constitucional. Esta normativa, que posteriormente se ha tomado como base para aprobar leyes similares en otras catorce comunidades autónomas, se ha mantenido intacta tras la primera legislatura del popular Juan Manuel Moreno Bonilla apoyado por Ciudadanos y no parece molestar mucho al presidente andaluz que podría derogarla, sin problemas, en este momento que cuenta con mayoría absoluta. La misma situación se da en Madrid o Murcia, comunidades autónomas gobernadas por el PP que cuentan con leyes como la andaluza auspiciadas por los populares. ¿Qué nos está contando Sr. Feijóo?

Las feministas están ya curtidas en mil batallas y, si piensan que pueden engatusarlas con declaraciones vacías y mentiras demostrables, ahórrense el esfuerzo

Las feministas están ya curtidas en mil batallas y, si piensan que pueden engatusarlas con declaraciones vacías y mentiras demostrables, ahórrense el esfuerzo. No vengan a buscar sus votos en una tierra –la andaluza- donde el nuevo ejecutivo de Moreno Bonilla ha eliminado la Consejería de Igualdad para incluir sus actuaciones entre las de familias, juventud e inclusión social. Una comunidad donde ha aumentado un 136% el número de menores que se declara trans desde la aprobación de la Ley del 2014 –y un 2.800% en niñas desde el año 2000- sin que el gobierno popular haya hecho nada mientras niños y niñas de corta edad están siendo sometidos a tratamientos experimentales con bloqueadores de la pubertad y hormonas con consecuencias irreversibles a los que se les niega un diagnóstico certero y profesional sobre la disforia que presentan. No nos cuenten milongas.

Lo que sí sería interesante es saber, de boca de Alberto Núñez Feijóo, de dónde van a sacar el dinero para pagar las indemnizaciones que tendrán que afrontar cuando las familias de los niños y las niñas que hoy se están sometiendo a estos tratamientos farmacológicos y quirúrgicos demanden al Estado por experimentar con sus vástagos

Lo que sí sería interesante es saber, de boca de Alberto Núñez Feijóo, de dónde van a sacar el dinero para pagar las indemnizaciones que tendrán que afrontar cuando las familias de los niños y las niñas que hoy se están sometiendo a estos tratamientos farmacológicos y quirúrgicos demanden al Estado por experimentar con sus vástagos, quedar estériles, con osteoporosis, anorgásmicos o, definitivamente, mutilados. No es ciencia ficción, ni una ocurrencia de final de verano. La clase política española, que tanto gusta de mirar lo que pasa allende nuestras fronteras para importar soluciones a los problemas de nuestro país –sólo en algunos aspectos, claro- dense una vuelta por el Reino Unido y observen lo que ha ocurrido con la clínica pública Tavistock y la demanda colectiva que más de mil familias preparan contra sus prácticas. No hace falta que vayan, sólo que lean (aquí un resumen en español para que sea más fácil) y preparen la billetera.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Imagen de Cristina Prieto

Madrileña afincada en Andalucía desde 1987, primero en Almería y posteriormente en Granada donde he desarrollado mi carrera profesional como periodista. Me licencié en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, cursé mi suficiencia investigadora en la Universidad de Granada dentro del programa Estudios de la Mujer y leí mi tesis doctoral en la Universidad de Málaga.