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'La muerte silenciosa'

Blog - El ojo distraído - Jesús Toral - Viernes, 17 de Diciembre de 2021
Despedida a Verónica Forqué en el Teatro Español.
IndeGranada
Despedida a Verónica Forqué en el Teatro Español.

No es casualidad que la mayoría de las personas que conocieron a Verónica Forqué incidan en que iluminaba cada lugar en el que asomaba, que destaquen esa sonrisa eterna que regalaba al mundo o que la califiquen como un ser extraordinario, un ángel en la Tierra y nos hayamos enterado de que su sufrimiento interior fue tan insoportable que después de decenas de veces en las que lo pensó, de pronto, un día, decidió dejar de pensarlo y lo hizo. No es casualidad porque era evidente la extrema sensibilidad de esta mujer y eso, seguramente, le ayudó a ser una gran actriz y al mismo tiempo la condenó a una vida cargada de amargura. Su suicidio ha llegado cuando su popularidad entre la gente más joven había crecido gracias a su intervención en un programa de televisión y eso ha propiciado una marea incontenible de comentarios acerca de su estado de salud mental y si era el idóneo para haber entrado a formar parte de dicho espacio televisivo.

Y el suicidio es la consecuencia más grave de enfermedades como la depresión, que impiden ver el sol de la mañana para fijarse en las contadas nubes que oscurecen el cielo

Más allá de estas polémicas, que solo llegan para llenar minutos de información, lo cierto es que la salud mental es la gran olvidada en esta sociedad. Con la llegada de la pandemia ya nos avisaron de que estaba creciendo exponencialmente la cifra de personas con problemas mentales. Y el suicidio es la consecuencia más grave de enfermedades como la depresión, que impiden ver el sol de la mañana para fijarse en las contadas nubes que oscurecen el cielo.

Hablar de suicidio es todavía tabú, no es agradable reconocer que un familiar ha decidido que en este mundo no encuentra un solo motivo para seguir adelante, ni siquiera nuestra compañía. El suicidio conlleva el sufrimiento de toda la familia por no haber podido hacer nada para evitarlo, por tenerlo ante nuestros ojos y sentir la impotencia de no saber ayudar a nuestro ser querido, por imaginar el extremo dolor en el que ha tenido que imbuirse para considerar que esta vida no merece la pena ser vivida. Las connotaciones y matices que acarrea el fallecimiento por este motivo han servido para que durante muchos años se haya ido ocultando bajo la apariencia de un accidente o de muerte natural. De hecho, ni siquiera los medios de comunicación hablábamos jamás de ello, quedaba velado en la noticia, como si no fuera importante o se pretendiera que fuera el lector quien lo dedujera. A los periodistas se nos contaba que era un modo de respetar la decisión de los fallecidos, pero en realidad daba la sensación de que se trataba más bien de esconderlo para que nadie tuviera que asumir ningún tipo de responsabilidad.

A los periodistas se nos contaba que era un modo de respetar la decisión de los fallecidos, pero en realidad daba la sensación de que se trataba más bien de esconderlo para que nadie tuviera que asumir ningún tipo de responsabilidad

Seamos sinceros: el suicidio es responsabilidad única y exclusiva de quién lo acomete. No significa eso que sea culpable de nada, solo que él es el único con la capacidad de hacerlo o evitarlo, los demás solo podemos acompañarlo, darle cariño y ayudarle a buscar profesionales cualificados. Y aun así, ni siquiera hay garantías de nada.

En el caso de Verónica Forqué, estamos hablando de una mujer que fue una niña aparentemente querida, con sus necesidades primarias más que cubiertas, popular, famosa por herencia y por méritos propios, reconocida como una de las mejores actrices de este país, simpática, graciosa, querida por su entorno… Nada de eso ha sido suficiente como para retenerla definitivamente entre los suyos. Y digo definitivamente porque al final ha acabado marchándose, pero hace un año explicaba que había pensado muchas veces en acabar con todo y lo había descartado por su familia, porque no quería hacerle daño. Por desgracia, en el último momento, ni siquiera eso ha servido para disuadirla, así de grande debía de ser su dolor.

Nos hemos acostumbrado tanto a escuchar las mentirosas respuestas de todos los que nos rodean cuando preguntamos sin un verdadero interés «¿cómo estás?» que hemos aprendido a repetir nosotros las mismas mentiras para no molestar, agobiar, ni ser tachados de bichos raros

A esta sociedad no le gusta mirar a los ojos de los problemas mentales. Cuando preguntamos a nuestro vecino con cordialidad por su estado anímico, únicamente pretendemos que nos responda con un bien o mal y mejor aún si es bien  para no dar pie a más preguntas. Si por casualidad decide confiar en nosotros y soltar una retahíla de problemas que le asedian nos agobiaremos y nos arrepentiremos de haber preguntado. Igualmente, si un amigo nos taladra cada día con sus problemas, acabaremos separándonos de él e incluso si nuestro hermano se pasa la vida demandando unos oídos para desahogarse dejaremos de llamarle o visitarle. Es así. Nos hemos acostumbrado tanto a escuchar las mentirosas respuestas de todos los que nos rodean cuando preguntamos sin un verdadero interés «¿cómo estás?» que hemos aprendido a repetir nosotros las mismas mentiras para no molestar, agobiar, ni ser tachados de bichos raros.

¿Cuántas veces nos preguntamos al día cómo estamos? ¿Cuántas veces nos detenemos a verlo con sinceridad? La mayoría del tiempo nos conformamos con respondernos mecánicamente que estamos bien y eso es lo que decimos al resto, pero si nos permitiéramos parar el tiempo y contemplarnos encontraríamos matices: bien, pero un poco triste; bien, aunque preocupado… y esas emociones que están ocultas son las que intentamos negar a cada instante, porque creemos que no tienen derecho a existir y que como somos positivos debemos ignorarlas. El problema es que haciéndolo solo colocamos el foco en ellas, las mantenemos dentro, las cuidamos para que se hagan más fuertes y nos obliguen a resistir más.

Es necesario hacer salir del armario a la enfermedad mental, poner a disposición de la sociedad más herramientas, más medios, más profesionales para que cada vez tengamos menos miedo y vergüenza a reconocer que no estamos bien, que necesitamos ayuda, que nuestros problemas nos están asediando y que solos no nos vemos capaces de superarlo

Todos sufrimos, todos tenemos problemas y todos creemos que son los más graves, los más difíciles de solucionar o los más injustos y, al mismo tiempo, pretendemos solventarlos en solitario, porque no queremos hacer daño o mostrar nuestra vulnerabilidad.

Verónica Forqué fue una valiente capaz de reconocer que padecía depresión, que había pensado en el suicidio muchas veces y que desde pequeña la vida le costaba demasiado y, ni siquiera así pudo salir del hoyo, aunque nunca sabremos si llegó a sus sesenta y seis años gracias a ese carácter, esa sinceridad y esa capacidad de lucha.

Es necesario hacer salir del armario a la enfermedad mental, poner a disposición de la sociedad más herramientas, más medios, más profesionales para que cada vez tengamos menos miedo y vergüenza a reconocer que no estamos bien, que necesitamos ayuda, que nuestros problemas nos están asediando y que solos no nos vemos capaces de superarlo.

Si la muerte de la actriz sirviera para abrir un debate que concluyera con una mayor sensibilidad hacia la salud mental sería una ayuda para poder evolucionar, aunque me temo que nos quedaremos en la superficie de señalar con el dedo a un supuesto culpable porque da más audiencia aunque no sirva para nada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Imagen de Jesús Toral

Nací en Ordizia (Guipúzcoa) porque allí emigraron mis padres desde Andalucía y después de colaborar con periódicos, radios y agencias vascas, me marché a la aventura, a Madrid. Estuve vinculado a revistas de informática y economía antes de aceptar el reto de ser redactor de informativos de Telecinco Granada. Pasé por Tesis y La Odisea del voluntariado, en Canal 2 Andalucía, volví a la capital de la Alhambra para trabajar en Mira Televisión, antes de regresar a Canal Sur Televisión (Andalucía Directo, Tiene arreglo, La Mañana tiene arreglo y A Diario).