Morir antes de vivir
No es fácil imaginar la cara que se les quedaría a los técnicos del vertedero de Alhendín cuando al abrir una bolsa de basura cualquiera, donde siempre encontraban residuos, desperdicios, objetos inservibles, de pronto emergió la carita angelical de aquel bebé inerte de apenas unas horas, desnudo, con el cordón umbilical cortado y ennegrecido por el contacto con la suciedad. Probablemente, a ninguno de esos profesionales se les olvidará esa imagen durante el resto de sus días y en las próximas semanas trabajar tendrá para ellos un plus de incertidumbre por lo que puedan localizar.
Quisiera tener la capacidad de comprender a una madre o a unos padres que son capaces de decidir semejante atrocidad, sin recurrir antes a la adopción, el abandono ante un convento o ante cualquier vecino, como se hacía hace décadas, o buscar otra solución. Por desgracia, no estoy preparado para entenderlo
Quisiera tener la capacidad de comprender a una madre o a unos padres que son capaces de decidir semejante atrocidad, sin recurrir antes a la adopción, el abandono ante un convento o ante cualquier vecino, como se hacía hace décadas, o buscar otra solución. Por desgracia, no estoy preparado para entenderlo.
Tengo que retener mis ganas de gritar y llamar monstruos a quienes son capaces de abandonar a su suerte a alguien tan indefenso, de clamar ante tamaña irresponsabilidad, de escrutar las entrañas de los perpetradores de tal inmundicia para cerciorarme de que entre ellas exista un corazón. Y digo que tengo que retenerme porque estoy seguro de que esa madre o esos padres que impunemente han acabado con la vida de su bebé de una forma tan horrible serán capaces de darse a ellos mismos una explicación que les ha servido para concluir sus planes, aunque a nadie más les parezca un motivo suficiente de justificación de algo semejante.
Tengo que retener mis ganas de gritar y llamar monstruos a quienes son capaces de abandonar a su suerte a alguien tan indefenso, de clamar ante tamaña irresponsabilidad, de escrutar las entrañas de los perpetradores de tal inmundicia para cerciorarme de que entre ellas exista un corazón
No hay ningún atisbo de duda de que ese bebé es una víctima, pero tal vez su madre también lo sea. ¡Quién sabe si está limitada por alguna discapacidad, si tiene problemas mentales, si ha vivido en un hogar desestructurado, en el que la vida no tiene un valor excesivo, si sufrirá el resto de su existencia por haber acabado con la de su hija antes de que supiera lo que es reír, llorar o emocionarse! De hecho, es muy probable que quien o quienes lo hayan hecho carezcan de posibilidades económicas, es muy raro que alguien con dinero decida hacer algo así, tendrá otros cauces para no llegar a tal extremo; es otra de las desventajas de ser pobre: las alternativas se reducen en muchos ámbitos. En una sociedad como la nuestra en la que, pese a lo que dictan las leyes, la presunción de inocencia se aplica dependiendo de quién comete el delito, todos nos sentimos capacitados para demonizar a alguien que mata a su propia descendencia, es un objetivo fácil, como si no pudiera haber una razón convincente, como si esa madre estuviera condenada sin posibilidad de defensa.
Ante una noticia tan dramática y triste, tal vez deberíamos mirar hacia nosotros mismos y pensar qué estamos haciendo entre todos para que alguien considere que la única vía posible de escape sea acabar con la vida de un hijo recién nacido.
Ante una noticia tan dramática y triste, tal vez deberíamos mirar hacia nosotros mismos y pensar qué estamos haciendo entre todos para que alguien considere que la única vía posible de escape sea acabar con la vida de un hijo recién nacido
¿Existe suficiente apoyo a las mujeres embarazadas? Porque todavía es relativamente habitual que escuchemos que han despedido a alguna chica por quedarse preñada; ¿hay algún seguimiento social de las futuras madres con dificultades monetarias que llevan adelante un embarazo? Porque así como para ser padres adoptivos los requisitos son innumerables y a veces muy complicados de cumplir, se da por hecho que los niños que nacen pertenecen a sus padres y por eso están capacitados para su cuidado. ¿Se les da información suficiente a las mujeres cuando se quedan en cinta?
Por supuesto que hemos evolucionado y ya las familias no ven al hijo que nace como otra mano más que trabajará para dar de comer a la familia entera, como sucedía con nuestros abuelos, pero aún falta mucho por hacer, todavía hay mujeres vulnerables que afrontan en soledad un futuro incierto vinculado a un embarazo y más allá de polémicas sobre si aborto sí o no, lo que está claro es que nadie tendría que encontrarse en la tesitura de plantearse si deshacerse o no de un hijo recién nacido sin que el resto, como sociedad, hayamos hecho todo lo posible por evitarlo: darle información, ayudarle con el embarazo, con el parto, con el cuidado de ese bebé, etc.
No es la primera vez que ocurre algo así; de hecho, en Santa Fe sucedió algo muy parecido en 2008, el pasado verano se produjo en Bilbao y un año antes en Zaragoza. Por desgracia, no podemos hablar de un suceso aislado. Quizás me equivoque y en unos días sepamos que ha sido el acto de una psicópata o que la muerte del bebé de Alhendín tuvo que ver con una madre desquiciada que disfruta matando; hoy por hoy, sin embargo, no puedo concebir algo semejante. Y por eso, pese a la gravedad del asunto, a que debe tener un castigo porque ha cometido un delito, no puedo evitar considerar a esa madre también como una víctima y mirar hacia la parte de responsabilidad que yo también tengo por no hacer todo los posible para que tantas mujeres decidan deshacerse de su descendencia después de haber nacido.