'Model/Actriz se ponen introspectivos mientras suben el ritmo'

En los últimos tiempos, pocos discos me han causado tanta impresión como Dogsbody (2023), el debut de Model/Actriz. Este cuarteto, formado en el famoso Berklee College de Boston y afincado ahora en Nueva York, me conquistó desde la primera escucha gracias a su mezcla de exuberancia y contención, de energía dionisíaca y precisión espartana. Su sonido a medio camino entre el dance-punk, el industrial y el no wave tan pronto te ponía a mover las caderas como te abrasaba con chirridos y distorsión. Estos cuatro destilaban buen gusto y contundencia a partes iguales, y a ello se sumaba el talento de Cole Haden como frontman: un cantante carismático con un registro que recordaba al de Jamie Stewart, de Xiu Xiu, con unas letras tan sublimes como violentas enunciadas desde una perspectiva rabiosamente queer y una presencia escénica desafiante y arrolladora, que a todos los que lo vimos en el Canela Party del año pasado nos dejó alucinados. En fin, no por casualidad lo nombré disco del año.
Siguen siendo inconfundibles, pero han presentado una faceta nueva de la fórmula que tan buen resultado les había dado
Así pues, esperaba el lanzamiento de su sucesor, Pirouette, con muchísimas ganas, aunque también con cierta aprensión. La magia de Dogsbody estaba, en una buena parte, en lo ajustados que estaban todos sus ingredientes, en la secuenciación perfecta de todos los cortes, en que no había ni una cosa fuera de lugar. Los elementos sobre los que construyen sus canciones son casi siempre los mismos: guitarras lacerantes, baterías tensas, bajos machacones, todo ello tocado con una exactitud a la vez enervante y estimulante. Hay un límite a las combinaciones de estos sonidos que pueden funcionar dentro de su estilo. ¿Cómo evolucionarían, si es que lo hacían? ¿Se quedarían estancados o, quizás, cambiarían tanto que serían irreconocibles? En mi opinión, por fortuna, han evitado esos riesgos gracias a cambios pequeños pero efectivos en lo musical y, sobre todo, a una evolución en la perspectiva de las letras de Haden. Siguen siendo inconfundibles, pero han presentado una faceta nueva de la fórmula que tan buen resultado les había dado.
El principal cambio en lo sonoro es que han enfatizado los aspectos de su propuesta más cercanos a la música de baile
El principal cambio en lo sonoro es que han enfatizado los aspectos de su propuesta más cercanos a la música de baile. Sigue habiendo una violencia decididamente punk en la forma de tocar, pero al mismo tiempo sus riffs y motivos se han vuelto aún más simples y repetitivos, emulando claramente el carácter maquínico de los sonidos electrónicos, lo cual los acerca a la EBM, como se ve de forma destacada en “Departures” o “Doves”. En varias ocasiones, como en el propio inicio del disco en “Vespers”, llega incluso a emerger de forma bastante clara un irresistible aroma a techno que dispara las ganas de bailar. Además, en términos generales, el álbum tiene unas mezclas más limpias y claras, aunque no falte en absoluto la distorsión y brutalidad industrial de siempre, como en la maravillosa “Poppy” o “Ring Road”. Por último, las baladas que cierran cada cara del LP son aquí aún más diversas y creativas de lo que eran “Sun In” o “Divers”, con “Acid Rain” y “Baton” erigiéndose como dos de los temas fundamentales del álbum.
Ese ejercicio de retirar capas de pose para llegar al fondo de lo que quiere decir es lo que articula las letras de Pirouette, menos poéticas y más cotidianas, y precisamente por eso aún más emotivas
Justamente estas dos canciones son buenos ejemplos de esa nueva perspectiva que adopta Haden en sus letras. “Acid Rain” empieza con unos arpegios de guitarra preciosos y táctiles, que recuerdan en la forma de grabarlos a los Radiohead de Hail to the Thief (o, tanto monta, monta tanto, a The Smile). Después el tema se articula sobre una base lenta y sencilla de bajo y batería, por encima de la cual se trenzan unas guitarras de doce cuerdas ligeras y brillantes. Aquí, Haden empieza empleando el tipo de metáforas florales y referencias estetizadas a la naturaleza que tanto le funcionaron en el disco anterior, hablando de la fragilidad y libertad de los colibríes, de la abundancia y generosidad de los jardines en los que liban. Pero entonces llega ese desarmante estribillo y decide explícitamente evitar las metáforas: “And if I can be more plainspoken/your voice is with me, I'm remindеd/I sing in part because you often/told mе that you liked to listen”. Ese ejercicio de retirar capas de pose para llegar al fondo de lo que quiere decir es lo que articula las letras de Pirouette, menos poéticas y más cotidianas, y precisamente por eso aún más emotivas.
Entonces entran una batería, una pandereta y un robusto bajo que, con elegancia y dulzura, conducen el tema hacia su final
Por su parte, “Baton” despide el LP en su punto más sosegado: durante los tres primeros minutos, apenas hay una percusión subterránea y distante, pequeños acordes de órgano sintético y notas sueltas de guitarra aquí y allá. Entonces entran una batería, una pandereta y un robusto bajo que, con elegancia y dulzura, conducen el tema hacia su final. Esta calma sirve a Haden para explorar sus propias hipocresías, la forma en que ha evitado hasta ahora explorar sus verdaderos sentimientos, y agradecer a una amiga que lo conoce mejor que él mismo por devolverle una imagen de sí más amable que la que ve en el espejo. Otros cortes, como los singles “Diva” y “Cinderella”, parten de algunas de sus experiencias recientes en citas con distintos hombres para tratar de recrear y después desmontar su propio personaje: “Yeah, you could call me a small business owner/living in America, while trapped in the body of/an operatic diva/I'm such a soprano”, sisea con afectación en la primera; “I'm embarrassed to be clever when you're honest”, confiesa con nerviosismo en la segunda.
Ese ejercicio de retirar capas de pose para llegar al fondo de lo que quiere decir es lo que articula las letras de Pirouette, menos poéticas y más cotidianas, y precisamente por eso aún más emotivas
Por no hablar del interludio de “Headlights”, donde cuenta con cierto sonrojo la historia de su primer enamoramiento adolescente, que como tantos primeros amores gays fue secreto y no correspondido. En Dogsbody no había ni por asomo nada de este nivel de honestidad, y eso le da una consistencia emocional diferente a Pirouette que lo convierte en un muy digno sucesor. Con todo, es cierto que el embrujo que causaba el primer álbum, aparentemente inmaculado, no está tan presente aquí, donde sí que hay algunos cortes algo menos sólidos. Canciones como “Audience” o “Ring Road” no son tan redondas a nivel compositivo, aunque tengan otros elementos que las hagan interesantes; y por más que “Diva” tenga algo hipnótico, no me entusiasma su diseño de sonido, algo descompensado al volcarse tanto con las frecuencias bajas. Dicho todo lo cual, tengo claro que seguiré escuchando este disco de forma obsesiva a lo largo de este año y, probablemente, de los siguientes: con este segundo álbum, Model/Actriz han demostrado que llegaron para quedarse.
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Puntuación: 8.4/10
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