Maleducados, malhablados pero españoles
El país anda revolucionado por ese artículo de Chris Haslam, redactor jefe de la sección de viajes de The Times en el que arremete con una ironía que raya en el insulto y un mal gusto evidente contra España y los españoles. Y claro, nos ha dado a todos una subida de mala leche tan acusada que es preferible que este profesional como la copa de un pino, que habla desde la excelsa experiencia de sus colegas de pub, empiece a buscar otros destinos turísticos distintos a las costas españolas para pasar sus vacaciones.
No hay nada más fácil que rebatir unos tópicos tan manidos como falsos: que si somos vagos, gritones, que tardamos 3 horas de comer, que nos pasamos media vida en los bares…incluso llega a criticar que nos abracemos sin apenas conocernos, como si eso fuera más terrible que evitar hasta el más mínimo roce con los demás, según lo que parece que considera él más adecuado a la hora de relacionarse.
Yo no veo que haga una sátira de nuestro carácter, sino que pone de manifiesto su envidia por nuestro sol, por la forma de relacionarnos, por nuestra filosofía de vida, etc. y lo hace a través de una caricatura grotesca que rebasa todos los límites del buen gusto
El caso es que el pasado lunes falleció en España, concretamente en su casa de Badajoz, Francisco Núñez, el hombre más longevo del mundo, con 113 años, y parece que fue muy feliz durante toda su vida en este país. Podría dedicar páginas enteras a ensalzar nuestros valores y muchas más a poner el dedo sobre los innumerables defectos de los británicos, pero sería entrar en el mismo juego que este periodista que ha conseguido hacerse famoso en la piel de toro con un único artículo que pone en evidencia su desconocimiento del país, su soberbia y prepotencia ante los menos desfavorecidos. El único que se retrata en esas líneas es el propio redactor. Yo no veo que haga una sátira de nuestro carácter, sino que pone de manifiesto su envidia por nuestro sol, por la forma de relacionarnos, por nuestra filosofía de vida, etc. y lo hace a través de una caricatura grotesca que rebasa todos los límites del buen gusto.
Tal vez su próximo artículo ridiculice a las personas sin hogar porque no trabajen o porque beben en exceso o se mofe de ciudadanos con gustos sexuales distintos a los suyos o se ría de los vecinos de otro país. Los tópicos dan mucho juego y sirven para agrupar bajo un mismo paraguas de falsedades a un conjunto de población: los vascos son brutos, los gallegos, indecisos; los catalanes, tacaños; los andaluces, vagos; los alemanes, neonazis; los ingleses, hooligans; los rusos, alcohólicos…Desarrollar los tópicos se puede convertir en un asunto que divierta a la población, pero hay un límite que no se debería rebasar a la hora de tratar de hacer humor: la sensibilidad de quienes pueden sufrir con él.
Afortunadamente, cada vez es más frecuente que cuando se hace un chiste de mariquitas alguien saque los colores al que lo hace. Ya no está bien visto que nos riamos de la gente por su raza, preferencias sexuales, posibilidades económicas…y cuando alguien rescata una de esas gracias del baúl de los recuerdos se asegura de que a su alrededor a nadie le pueda molestar. Por supuesto, todavía queda mucho por hacer al respecto, pero hemos avanzado y en los últimos años las trabajadoras del hogar de las series españolas ya no son siempre andaluzas.
Entiendo que Chris se ha equivocado. Ha pensado que estaba hablando para sus compatriotas y que estaba haciendo un chiste en petit comité y se ha visto desbordado por una avalancha de críticas de españoles a los que no nos hace ni pizca de gracia esa flema británica a la hora de despreciar al país donde más británicos viajan anualmente de vacaciones.
Entiendo que Chris se ha equivocado. Ha pensado que estaba hablando para sus compatriotas y que estaba haciendo un chiste en petit comité y se ha visto desbordado por una avalancha de críticas de españoles a los que no nos hace ni pizca de gracia esa flema británica a la hora de despreciar al país donde más británicos viajan anualmente de vacaciones
Yo le hablaría al Cristobalito británico de la solidaridad del pueblo español, que lleva 25 años como líder mundial de la donación y trasplante de órganos, de españoles ilustres como Mariano Barbacid, el insigne científico que consiguió aislar un gen humano mutado capaz de causar cáncer nunca antes aislado: el oncogén humano H-ras. Le animaría a que viaje por el norte de España y vea empresas como CAF, una de las compañías líderes mundiales en la construcción de ferrocarriles; le presentaría a Amancio Ortega, un gallego internacional que ha colonizado su propia isla con cientos de tiendas de moda española; le recordaría a personalidades mundiales como el astronauta Pedro Duque, los escritores Javier Sierra o Arturo Pérez Reverte, entre otros muchos que triunfan en el mundo, actores como Antonio Banderas, Javier Bardem, Penélope Cruz; eso sin irnos a personalidades destacadas de nuestra historia, desde Séneca a Ramón y Cajal, pasando por Cervantes, Lorca o Picasso. Y después de marearle con datos reales que ponen en valor nuestras capacidades, le llevaría a cualquier hotel de la extensa costa española, donde observará que la calidad, el exquisito trato de los profesionales y el económico precio de sus estancias no tienen comparativa ni en Gran Bretaña ni en el resto del mundo. Eso sin contar con que, pese a las críticas continuadas del bajo nivel de inglés del español medio, lo cierto es que aquí la mayoría de la población habla al menos dos ó tres lenguas, algo de lo que tampoco pueden presumir en el país anglosajón.
Y sí, nos encanta sentarnos junto al mar, en un chiringuito de playa, a tomar unos espetos y una cervecita fresca en pleno mes de agosto, después de trabajar más horas de media que el resto de los empleados europeos. Nos gusta porque a la vez que bebemos, comemos, y a un precio asequible, a diferencia de los pubs ingleses, donde las jarras de pinta corren a toneladas a palo seco, porque la comida es poco variada y cara, para olvidar que fuera el cielo es hoy tan gris como lo fue ayer y lo será mañana. Y tal vez seamos pasionales y a veces gritemos: ¿Acaso no es mejor liberarse así de ese enfado que guardarlo para que nos hiera por dentro?
¡Ah! Para finalizar, que no se me olvide: voy a seguir abrazando y besando a mis amigos cuando los vea, y a presentarme a desconocidos también de esa forma. Tal vez le parezca a Chris grotesco porque da la impresión de que no sabe que no hay nada mejor en la vida que repartir cariño y amor. Si lo supiera, probablemente no habría escrito un artículo tan hiriente.