'Machismo en los Juzgados'
Que el machismo está incrustado en la piel de la sociedad pese a todos los avances experimentados en los últimos años es más que evidente. Y aquí no se salva nadie, ni siquiera jueces ni juezas que se amparan supuestamente en la ley, aunque no hagan otra cosa que interpretarla. Parece muy probable que Juana Rivas entrará en prisión. Después de que la Audiencia Provincial la hubiera condenado a cinco años de prisión, dos y medio por la sustracción de cada uno de sus hijos menores en verano de 2016, el Tribunal Supremo rebajó la condena a la mitad, concretamente a dos años y seis meses por entender que pese a que se trataba de dos niños, era un único delito. El caso es que sin esperar la respuesta de un posible indulto, el Juzgado de lo Penal número 1 de Granada la manda a prisión.
Si miramos retrospectivamente la historia de Juana, a uno se le caen los palos del sombrajo: el mismo delito por el que acaban de condenar a la granadina, fue denunciado por ella contra su exmarido Francisco Arcuri en verano de 2012 por no entregar a su hijo mayor después de unas vacaciones en Cerdeña, ¿y saben lo que ocurrió? Nada, pese a que la custodia era de la mujer y que en 2009 fuera castigado por la Justicia española a tres meses de prisión por malos tratos y a un año y tres meses de alejamiento
Si miramos retrospectivamente la historia de Juana, a uno se le caen los palos del sombrajo: el mismo delito por el que acaban de condenar a la granadina, fue denunciado por ella contra su exmarido Francisco Arcuri en verano de 2012 por no entregar a su hijo mayor después de unas vacaciones en Cerdeña, ¿y saben lo que ocurrió? Nada, pese a que la custodia era de la mujer y que en 2009 fuera castigado por la Justicia española a tres meses de prisión por malos tratos y a un año y tres meses de alejamiento. No fue la única vez que Juana denunció a ese hombre.
Es evidente que el machismo no ha abandonado nuestras instituciones, cuando la atarfeña denunció en repetidas ocasiones tanto en España como en Italia a Arcuri y, sin embargo, a la hora de dictar sentencia apenas se ha tenido en cuenta que Juana es una víctima desde que se casó con el italiano. De hecho, el servicio de Salud Mental de Atarfe examinó al menos tres veces a los menores y emitió informes preocupantes que indicaban que podían estar sufriendo un «grave maltrato», alertando de la posibilidad de que el mayor sufriera depresión y «un empeoramiento de su estado psicológico».
Un sinsentido que mantiene dos causas en dos países distintos, aparentemente por hechos diferentes y que demuestra la nula comunicación entre ambas justicias, lo cual incide en el desamparo absoluto de las víctimas
El Convenio de Estambul vincula a los estados miembros, entre ellos España e Italia, a llegar a acuerdos de cooperación civil y penal para prevenir todas las formas de violencia hacia las mujeres y asistir a las víctimas, lo cual supone que están obligados a transmitir información de forma ágil. No obstante al llegar a España en 2016 con sus hijos, Rivas interpuso una demanda contra Arcuri que fue archivada por no considerarse competente el juzgado, al suceder los hechos en Calaforte (Italia). Un sinsentido que mantiene dos causas en dos países distintos, aparentemente por hechos diferentes (en España: sustracción de menores; en Italia: denuncias de Juana de malos tratos a su ex pareja) y que demuestra la nula comunicación entre ambas justicias, lo cual incide en el desamparo absoluto de las víctimas.
Y solo como un dato más, desesperante y preocupante: ocho de las denuncias interpuestas por la granadina contra el italiano en ese país fueron archivadas sin ser investigadas.
El caso de Rocío Carrasco no es único y las mujeres siguen sufriendo en soledad las reiteradas muestras de agresividad de un tipo de hombre que se considera por encima de ellas y que, desgraciadamente, sigue teniendo ventaja en los tribunales e incluso ante la opinión pública
El caso de Rocío Carrasco no es único y las mujeres siguen sufriendo en soledad las reiteradas muestras de agresividad de un tipo de hombre que se considera por encima de ellas y que, desgraciadamente, sigue teniendo ventaja en los tribunales e incluso ante la opinión pública.
Cuando me robaron la cartera acudí a la Policía Nacional y me tramitaron la denuncia con total competencia y profesionalidad. No me preguntaron en ningún momento si decía la verdad, pese a que hay un 70% de denuncias falsas de robos en nuestro país. No obstante, muchas veces las mujeres víctimas de malos tratos acaban siendo cuestionadas al interponer su denuncia o durante el proceso posterior, como si su palabra no fuera tan válida, como si todavía hubiera un sector abultado de la población española que considerara que las mujeres están por debajo de los hombres, pese a que el porcentaje de denuncias falsas en este tema no supera el 7%.
Eso es lo que se traduce de sentencias como la de la manada, de la cantidad de personas del género femenino que siguen padeciendo en silencio una violencia que nace en la pareja y se extiende por las familias, por las instituciones, por los medios de comunicación y por todo su entorno. Hablamos de víctimas que pierden la vida sin atreverse a ir a la Policía o incluso después de hacerlo reiteradamente, porque aún parece que la palabra de una mujer es cuestionable.
Es realmente triste, denigrante, inverosímil, que alguien como Juana Rivas, cuyo único delito ha sido tratar de liberar a sus hijos de unos malos tratos producidos por el padre, según reconoce el propio servicio de Salud Mental, acabe en la cárcel, mientras el marido, denunciado en repetidas ocasiones, se queda con la custodia y con el apoyo de la Justicia española
Es realmente triste, denigrante, inverosímil, que alguien como Juana Rivas, cuyo único delito ha sido tratar de liberar a sus hijos de unos malos tratos producidos por el padre, según reconoce el propio servicio de Salud Mental, acabe en la cárcel, mientras el marido, denunciado en repetidas ocasiones, se queda con la custodia y con el apoyo de la Justicia española.
Y mientras los jueces italianos siguen investigando las denuncias interpuestas por Juana Rivas a paso de tortuga y ella pide un indulto que sería la única forma de librarse de prisión, hay dos menores en riesgo de los que no parece preocuparse nadie, a los que ni siquiera se les ha permitido decidir con quién quieren vivir, pese a que la madre asegura que a ella le han manifestado que desean estar a su lado. No tiene sentido que se haya juzgado a Juana Rivas por secuestrar a sus hijos sin tener en cuenta ni haber resuelto cada una de las denuncias de malos tratos que ha presentado, como si eso estuviera al margen o no tuviera importancia para el caso. Es como condenar a alguien por pegar a quien le está robando a punta de pistola sin haber juzgado el robo.
Da la impresión de que algunos de ellos deberían empezar a mezclarse con la gente de a pie y a entender sus problemas, antes de autoproclamarse dioses de vidas ajenas, interpretadores asépticos y sin matices de la ley
Es verdad que los jueces llegan al cargo después de mucho estudio, de mucho trabajo y, algunas veces, de poco contacto con la realidad social. Da la impresión de que algunos de ellos deberían empezar a mezclarse con la gente de a pie y a entender sus problemas, antes de autoproclamarse dioses de vidas ajenas, interpretadores asépticos y sin matices de la ley.
En el caso de la violencia contra las mujeres es necesario que las víctimas puedan recuperar la fe en la justicia, que denuncien desde el minuto uno y cuenten con todas las garantías necesarias para no seguir sufriendo, para evitar que sus maltratadores actúen con impunidad frente a ellas y que los agresores no se vean ensalzados en sentencias que les dan la razón y se las quitan a sus mujeres. Solo a través de la Justicia se puede acabar con esta lacra, pero hay que tener cuidado con seguir dando pasos en falsos, como meter en la cárcel a una madre coraje que lleva años denunciando los malos tratos de su ex pareja, porque suponen un enorme retroceso, restan esperanza a las víctimas para que decidan actuar y los que acabamos perdiendo somos todo el conjunto de la sociedad.