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'Kokoshca traen buenas melodías y mucho ritmo'

Blog - Un blog para melómanos - Jesús Martínez Sevilla - Miércoles, 28 de Julio de 2021
Kokoshca – 'KOKOSHCA'
Portada de 'KOKOSHCA,' de Kokoshca
IndeGranada
Portada de 'KOKOSHCA,' de Kokoshca

A veces no hace falta complicarse la vida. ¿Para qué grandes experimentos, si hay buenas canciones? Eso parece haber pensado el veterano grupo pamplonés Kokoshca a la hora de grabar su sexto LP, titulado como ellos mismos. Y no es que sea un disco simple o ramplón. Hay variedad y un buen trabajo instrumental y de producción a lo largo de sus 39 minutos y diez canciones. La cuestión es: ¿para qué andar reinventando la rueda si se tienen composiciones como la inicial “Asia (Canción para Iñaki Ochoa de Olza)”? Con un gran estribillo y una línea de sintes tan sencilla como efectiva, el grupo trenza una oda de extraña belleza a los Himalayas, con una bonita letra escrita desde el punto de vista de su paisano, el malogrado alpinista navarro.

La cuestión es: ¿para qué andar reinventando la rueda si se tienen composiciones como la inicial “Asia (Canción para Iñaki Ochoa de Olza)”? Con un gran estribillo y una línea de sintes tan sencilla como efectiva, el grupo trenza una oda de extraña belleza a los Himalayas, con una bonita letra escrita desde el punto de vista de su paisano, el malogrado alpinista navarro

Aunque pocas canciones del disco son tan redondas, la inmensa mayoría son notables. El buen oído para las melodías del grupo liderado por Iñaki López y Amaia Tirapu, sobradamente demostrado en la última década larga, rara vez les falla, pero llama la atención que “Voy a salir de esta” resulte tan plana y repetitiva tanto en sus estrofas como en el estribillo. También aquí aparece el mayor fallo en la producción: la mezcla de la guitarra eléctrica en el estribillo es lamentable, de algún modo sepulta al resto de instrumentos y al mismo tiempo suena poco nítida. Por otro lado, “Aire”, que despide el proyecto, es una balada con un bonito estribillo adornado con vientos metal, pero se hace un poco larga por culpa de unas estrofas poco imaginativas, tanto en su letra como en su música. Lo que sí tiene es un gran final, de un romanticismo embriagador: “eres como el aire que respiro cada día y no te dejo de pensar”.
 

Por lo demás, como decía, hay pop de buen nivel para todos los gustos: desde el ruidismo garajero de “Te sigo esperando”, donde colaboran los barceloneses Mujeres (que están de dulce en este formato: su reciente EP de colaboraciones está genial), hasta el funk-rock de “Lo tiro”, donde recuerdan a los Novedades Carminha de Campeones del mundo (2016), pero con arreglos más variados. Tanto estos dos cortes como el resto de canciones que más destacan suelen tener en común el excelente trabajo de Íñigo, el bajista: en la divertida y heterodoxa “El Rayo”, con ese groove despampanante, o en el mayor hit del álbum, “Regresando a la ciudad”, donde impone un ritmo constante y melancólico. De esta última hay que destacar también el contraste de la voz de Iñaki en las estrofas con la de Amaia en el estribillo, así como el fantástico encuentro de ambos en ese “oh-oh-oh, si cada día duele más”. Así mismo son aciertos la aparición del órgano en el estribillo, el toque de las castañuelas en el pre-estribillo y el crescendo hacia ese precioso final: es, en suma, una de sus mejores canciones de siempre.

Desafortunadamente debo decir que queda la sensación de que hay varios momentos cuya fuerza se sentirá de forma más aguda en directo: el final de “Lo tiro”, donde sin duda los coreos del público darán más emoción a los gritos repetidos de “¡sí hay show!”; o buena parte del divertido (y algo críptico en su letra) “Himno de España”, que a partir de los dos minutos empieza a acumular una tensión que en vivo se traducirá sin duda en baile desenfrenado

Desafortunadamente debo decir que queda la sensación de que hay varios momentos cuya fuerza se sentirá de forma más aguda en directo: el final de “Lo tiro”, donde sin duda los coreos del público darán más emoción a los gritos repetidos de “¡sí hay show!”; o buena parte del divertido (y algo críptico en su letra) “Himno de España”, que a partir de los dos minutos empieza a acumular una tensión que en vivo se traducirá sin duda en baile desenfrenado. En la versión de estudio esos pasajes no terminan de despegar, aunque funcionan lo suficiente para mantener enganchado al oyente hasta que llega el alucinante final (“¡oh, mama, hace mucho calor, hace mucho calor!”). Ojalá poder pillar al grupo en concierto para dejarme llevar bailando. En cambio, “No quiero cambiarte” sí consigue sostener a lo largo de todo su recorrido ese estupendo inicio, tan enérgico, con Álex López haciendo virguerías a la batería.

Por último, “Confusión” aparenta tener un mensaje un poco naíf sobre lo difícil que es la comunicación en pareja, pero merece la pena por ese tramo final en el que Amaia saca su mala leche y exclama “no me vengas con chorradas que no tengo todo el día”. En general, se ve a los pamploneses muy cómodos y seguros de sí mismos, con un punto de chulería mayor que en otras ocasiones. Quizás no sea su mejor disco, y quizás no hayan hecho nada nuevo. Pero, insisto, no hace falta: a veces lo único que necesitamos es un buen disco de pop. Si es lo que necesitas, Kokoshca te lo trae calentito.

Puntuación: 7.4/10

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Imagen de Jesús Martínez Sevilla

(Osuna, 1992) Ursaonense de nacimiento, granaíno de toda la vida. Doctor por la Universidad de Granada, estudia la salud mental desde perspectivas despatologizadoras y transformadoras. Aficionado a la música desde la adolescencia, siempre está investigando nuevos grupos y sonidos. Contacto: jesus.martinez.sevilla@gmail.com