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'El juego del calamar'

Blog - El ojo distraído - Jesús Toral - Viernes, 29 de Octubre de 2021
Imagen de 'El juego del calamar'.
Neflix
Imagen de 'El juego del calamar'.

Ya lo decía mi madre: «Con la comida no se juega». Y es que parece que el calamar ha dejado de ser un suculento plato a la plancha, a la romana o en su tinta para convertirse en un macabro juego que tiene subyugados más a los niños, que en teoría no pueden verlo, que a los adultos.

Vista como una ficción tiene mucho sentido, engancha y cuenta con el aliciente adicional de ser una serie coreana, o sea, que nos muestra unas costumbres y paisajes diferentes a los que estamos acostumbrados a ver

Vaya por delante que considero que la ficción es ficción y que no es bueno culparla de los males del universo. «El juego del calamar» es una serie de Netflix que ha desbancado a los principales títulos norteamericanos para escalar hasta los primeros puestos de la plataforma online. Y hay que reconocer que se deja ver, que es interesante, que expone los límites a los que el ser humano es capaz de llegar para sobrevivir o hasta qué punto el dinero manda en nuestras vidas para arriesgarlas por tenerlo. Vista como una ficción tiene mucho sentido, engancha y cuenta con el aliciente adicional de ser una serie coreana, o sea, que nos muestra unas costumbres y paisajes diferentes a los que estamos acostumbrados a ver.

Sinceramente, tengo dos niños menores de diez años y no entiendo en absoluto esa discusión porque no me cabe ninguna duda de que ninguno de los dos la verá, al menos hasta que cumplan una edad suficiente para comprender la crueldad que destila

 A raíz de su éxito, porque es evidente que si nadie la hubiera visto no habría importado en absoluto, el debate se ha abierto en la sociedad sobre si los niños deben o no tener acceso a este tipo de seriales. Sinceramente, tengo dos niños menores de diez años y no entiendo en absoluto esa discusión porque no me cabe ninguna duda de que ninguno de los dos la verá, al menos hasta que cumplan una edad suficiente para comprender la crueldad que destila. De hecho, no soy de los que se agobian cuando los pequeños contemplan en televisión un cuerpo desnudo de hombre o de mujer, me limito a explicarles lo que están viendo y me siento tranquilo, pero la violencia es más difícil de interpretar. No creo que se vayan a convertir en psicópatas por haber visto una serie, ni ellos ni ningún otro niño, pero sí considero que puede generarles malestar, inseguridad, temores nocturnos o de otro tipo y no hay necesidad de exponerlos a ese riesgo. Y digo esto pese a que algunos padres me han reconocido que sus hijos de nueve años han visto la serie y que no les ha afectado. No soy yo quién para juzgar ni a esos padres ni a esos hijos ni para saber si es cierto lo que dicen, pero solo con contárselo en el colegio al resto de compañeros o inventar juegos inspirados en ella están ayudando a extender el miedo infantil. El hecho es que no es un producto recomendado para menores de 16 años, aunque ha sido tan exitoso, los adultos hablan tanto de él que los pequeños, siempre pendientes del ejemplo que les damos más que de los consejos, lo han adoptado en su propia cotidianeidad. Youtube se ha llenado de referencias a la serie que ven los niños, internet expone memes y vídeos divertidos relacionados con ella y la preocupación de los mayores va en aumento.

Me temo que hemos llegado tarde. Los océanos de información que nos rodean van a propiciar que los mensajes de los padres muchas veces queden diluidos entre tal volumen de respuestas

Estamos llegando a un momento complejo, en el que por mucho que evitemos que nuestros hijos tengan móvil, Tablet, Nintendo, Play o acceso a internet, ya no lo podemos conseguir, hay demasiadas herramientas en la red, incluso para que los profesores expliquen la clase de sus alumnos como para prohibirles acceder a ellas. El problema es que igual que pueden aprender a fabricar un avión de papel gracias a los tutoriales de Youtube, también pueden investigar cómo mezclar elementos para obtener un cóctel molotov o hacer un arma casera.

Me temo que hemos llegado tarde. Los océanos de información que nos rodean van a propiciar que los mensajes de los padres muchas veces queden diluidos entre tal volumen de respuestas. ¿Es malo ver «el Juego del calamar»? Sinceramente, yo he visto El exorcista y no me he convertido en demonio, no creo que seguir una serie o una película condicione el carácter de nadie, pero sí que es fundamental proteger a los niños de tantos estímulos externos que a la larga están naturalizando los asesinatos, encumbrando la importancia del dinero y apoyando la separación de cada ser humano con respecto al resto de la sociedad.

Es difícil acometer este objetivo teniendo en cuenta que las prohibiciones no eliminan el problema sino que lo convierten en algo morboso y arriesgado. Y todos sabemos que el riesgo y el morbo tienen atractivo, especialmente cuando no eres consciente de los peligros que conlleva.

La solución únicamente es una buena educación paterna y en los colegios, menos conocimientos detallados y más aprendizaje para la vida. Al final, serán ellos quienes elijan y unos llegarán a maestros, otros a astronautas y también habrá asesinos en serie y violadores, no tanto por las series que vean como por la carencia de cariño durante la infancia, la dejadez, la falta de recursos económicos o la inexistencia de una familia estructurada que esté ahí siempre para lo que los pequeños necesiten y que lo sepan con extremada claridad.

             

Imagen de Jesús Toral

Nací en Ordizia (Guipúzcoa) porque allí emigraron mis padres desde Andalucía y después de colaborar con periódicos, radios y agencias vascas, me marché a la aventura, a Madrid. Estuve vinculado a revistas de informática y economía antes de aceptar el reto de ser redactor de informativos de Telecinco Granada. Pasé por Tesis y La Odisea del voluntariado, en Canal 2 Andalucía, volví a la capital de la Alhambra para trabajar en Mira Televisión, antes de regresar a Canal Sur Televisión (Andalucía Directo, Tiene arreglo, La Mañana tiene arreglo y A Diario).