Gobernabilidad municipal
Recurrente, por necesario, el asunto de cómo articular una adecuada gobernabilidad en el Ayuntamiento de Granada. A la luz de las circunstancias excepcionales bajo las que se produjo el cambio en el gobierno de la ciudad el pasado mes de Mayo, que, justamente por ello, exigirían un plus de esfuerzo a las fuerzas políticas que, con su voto, posibilitaron dicho cambio, pero no se integraron en las tareas de gobierno.
La ciudadanía requiere información relativa a la nefasta "herencia" recibida, para saber y conocer cómo se gestionó su dinero en los 13 años del PP y por un ejercicio de transparencia política. Las fuerzas que provocaron el cambio de gobierno deberían partir de esa situación alarmante para modular su nivel de exigencia al gobierno, tanto en los contenidos de la misma, como en su graduación temporal. A veces pareciera que lo que no se ha exigido a un gobierno con mayoría absoluta en 12 años, ahora se exige a un gobierno de sólo 8 concejales en apenas 4 meses. No parece, ni casi nadie entiende, esa desproporción en la actuación política.
No hay que abstraerse del contexto político nacional, ni mucho menos minusvalorar las legítimas estrategias de cada partido político, al contrario, ambos aspectos se configuran como claves. Pero si convendría acompasar éstas a la vista de la necesidad de colaboración, incluso ayuda, que precisa la delicada situación de nuestro Ayuntamiento, así como las expectativas de respuesta que la ciudadanía granadina espera, aún siendo muy consciente de las dificultades que atraviesa la institución municipal. Hay ocasiones, y estamos ante una de ellas, en que hay que poner a Granada por encima del resto de cuestiones. La gente no entendería que se provocase un cambio regenerador de gobierno municipal y no se abordase, con al menos parecida unanimidad, la salida del túnel.
El conocimiento exhaustivo de las irregularidades y desmanes cometidos por el PP en su gestión; la reivindicación del papel de Granada como ciudad referente en su contexto territorial, y por tanto, la defensa de nuestra identidad; la consecución de las infraestructuras que nos saquen del aislamiento en que vivimos; la adecuada prestación de los servicios públicos básicos en condiciones de justicia e igualdad para todos los granadinos y granadinas. Son asuntos de tal envergadura que no creo que admitan dudas ni matices a la hora de ser abordados por el nuevo gobierno municipal, y cuenten con la sintonía y el apoyo del resto de partidos. Como tampoco el posibilitar al gobierno las herramientas necesarias (puesto que ha de gobernar en solitario) para el correcto desarrollo de sus tareas. Sin estos mimbres básicos de garantía de la gobernabilidad de Granada, mal puede acabar la cosa. Para la propia ciudad y , desde luego, para quien lo provoque.